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Jinetes del apocalipsis; el mundo implora que salgan las cosechas

El caballo negro del apocalipsis ya nos viene pisando los talones. | Jorge Faljo

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Escrito en OPINIÓN el

La preocupación internacional es creciente; está a la vista el peligro de una hambruna en la que podrían fallecer millones de personas, empobrecerse cientos de millones y generar revoluciones sociales que tiren gobiernos.

Los mayores productores de trigo del planeta son China, India, Estados Unidos, Canadá y Europa. Los dos primeros son también los mayores productores de arroz.

No obstante Ucrania y Rusia son los mayores exportadores de los más importantes alimentos, trigo, aceite de girasol, maíz y cebada entre otros. Cientos de millones dependen de sus exportaciones para alimentarse y sobrevivir. Es una pésima herencia haber dejado en manos del mercado global la seguridad alimentaria del mundo. Con esa realidad hay que afrontar un desastre mayor al mismo tiempo que se sientan las bases de un cambio.

El hecho es que la guerra está impidiendo la salida de alrededor de 25 millones de toneladas de granos que se encuentran en los silos repletos de Ucrania. Urge la salida de esos alimentos para evitar lo peor del “huracán de hambruna”, del que habló el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres.

Usualmente el 90 por ciento de las exportaciones de granos de Ucrania salen por vía naval atraviesan el Mar Negro y llegan al mediterráneo y donde una parte sigue por el canal de Suez y el mar rojo. De ese modo llegan a numerosos países de África y Asia.

En parte son ventas directas, pero Ucrania es también el principal abastecedor del Programa Mundial de Alimentos que los distribuye a 95 millones de las personas nutricionalmente más vulnerables en cerca de 80 países. Este abastecimiento, el de los más pobres está suspendido por el cierre de los puertos de Ucrania debido a la guerra.

La Unión Europea está organizando una red de transporte de emergencia desde los silos de Ucrania hasta los puertos del mar Báltico. Implica coordinar la operación de los sistemas ferroviarios, de almacenamiento y el transporte pesado de Eslovaquia, Polonia, la República Checa y Rumania. Enfrenta fuertes problemas logísticos entre otras razones porque el ancho de las vías ferroviarias de Ucrania es distinto al de la Unión Europea y el traslado de un ferrocarril a otro se toma 16 días en promedio. También se necesita modificar las regulaciones de estos países.

Aun así, algunos calculan que el transporte terrestre no podrá movilizar más de un 20 por ciento de lo almacenado.

No sacar esos alimentos tendría fuertes consecuencias para la futura producción de Ucrania. La siguiente cosecha, que se levantará en julio y agosto, no tendría donde almacenarse y podría echarse a perder. Además, si no se vende lo almacenado no se tendrán recursos para la siguiente siembra. Esto haría realidad la predicción del presidente Macron, de Francia, que la situación empeorará en 12 a 18 meses.

Solo queda conseguir lo imposible. Sacar los granos almacenados por vía marítima, por los puertos ucranianos ahora cerrados, en particular el de Odessa. Para conseguirlo hay tres posibilidades sobre la mesa.

Una es la exigencia occidental de que Rusia deje, sin más, de bloquear la salida al mar Negro. Los medios señalan con insistencia que si Rusia no permite esa salida la hambruna será su culpa. Solo que no parece viable que haya un cese al fuego parcial y unilateral; tendría que ser parte de un acuerdo amplio entre Ucrania, Rusia, Estados Unidos y la OTAN que tome en consideración los intereses de todas las partes.

La segunda posibilidad es la enarbolada por los Estados Unidos; se trata de apoyar fuertemente la capacidad militar de Ucrania para que derrote a Rusia, recupere los territorios perdidos, y pueda volver a hacer funcionar sus puertos. Con el riesgo de que el escalamiento del conflicto lleve a incluso al uso de bombas nucleares tácticas por parte de Rusia. Esta tremenda opción es parte del análisis habitual de analistas y altos funcionarios de todo el mundo.

Cierto que se puede apostar a que Rusia pierda la guerra y no emplee bombas atómicas. Lo que no sería racional es pensar que esto ocurra en las próximas semanas y se logre sacar esos millones de toneladas almacenadas, para dar espacio en los silos a la próxima cosecha. Es decir, que la derrota de Rusia no evitará la hambruna.

La tercera posibilidad es la planteada por el secretario general de las Naciones Unidas al demandar un doble compromiso que permita las exportaciones por los puertos ucranianos y que al mismo tiempo haya un acceso irrestricto, sin impedimentos indirectos, de los alimentos y fertilizantes de Rusia a los mercados mundiales.

Guterres declara que ha estado en intenso contacto con Rusia, Ucrania, Turquía, los Estados Unidos, la Unión Europea y otros países clave y se encuentra esperanzado, pero el camino a recorrer es largo. Por sus implicaciones en seguridad, económicas y financieras la propuesta requiere, dijo, de la buena voluntad de todas las partes. No entró en mayores detalles para no afectar la negociación.

Es no obstante evidente que está hablando de un acuerdo que no solo permita la salida del grano ucraniano por sus puertos, sino que se eliminen los impedimentos indirectos, es decir las sanciones a las transacciones financieras con Rusia, las limitaciones a la movilidad de su flota de carga y las que crean temor en las flotas de carga bajo otras banderas.

Hay que recordar que Rusia exporta más del doble del trigo que Ucrania y que es una potencia alimentaria mayor que Ucrania. El mundo requiere del abasto alimentario que proporcionan ambos países. De otra manera una solución incompleta no elimina el espectro de la hambruna que se cierne sobre el mundo.

Solo que la solución ideal, que el mundo tenga acceso a los alimentos de los dos países solo es posible si los contendientes, incluyo a los que le echan leña al fuego, aceptan que no pueden ganar. Seguir en guerra implica la destrucción de Ucrania que, además, quedará endeudada durante generaciones. Basta recordar que Inglaterra y Rusia terminaron de pagar la ayuda militar norteamericana que obtuvieron durante la segunda guerra mundial apenas a principios de este siglo.

Llegar a un acuerdo solo es posible si todas las partes se conforman con menos de lo que ahora quieren.

Es el momento de que la humanidad les exija a las potencias que lleguen a un acuerdo, un armisticio duradero que permita la salida de esos alimentos, porque el caballo negro del apocalipsis ya nos viene pisando los talones.