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Facilismo político

Desde el Gobierno se ha pretendido hacer creer que son los conservadores y racistas los que no quieren la terminal aérea Felipe Ángeles. | José Luis Castillejos

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Escrito en OPINIÓN el

No se vayan por lo fácil. No es el huarache toluqueño, confundido con tlayudas, o la vendimia en el piso. 

Es el artificio o trampa oficialista-clasista, realizado para atenuar la descalificación al proyecto de aeropuerto lo que ha generado irritación en gran parte de los mexicanos.

Desde el Gobierno se ha pretendido hacer creer que son los conservadores y racistas los que no quieren la terminal aérea Felipe Ángeles.

Pero clasismo es la utilización de gente pobre para polarizar la sociedad bajo el escuálido argumento de que los ricos están resentidos.

El regiomontano Daniel Alejandro Sepúlveda con gran claridad expone en las redes sociales: Hacer de un supuesto “aeropuerto” un tianguis, no es casualidad, es una trampa. 

López Obrador quiere provocar comentarios “clasistas” para decirle a la gente que los “conservadores” están contra el pueblo.

Es una estrategia maquiavélica de polarización y sus seguidores se la están comiendo la trampa, enfatizó Sepúlveda, del grupo Rehilete.

¿O en serio creen que una señora caminó 70 kilómetros cargando una canasta de Tlayudas, burló al Ejército, la Marina y la Guardia Nacional y se metió al AIFA, el mismo día que el presidente, a vender comida?

Y qué raro que en los videos no se ve que nadie pague sus tlayudas. ¡Es una trampa! Es como todo en esta administración: una simulación, un montaje, una estafa. Y cayeron redonditos.

Mañosa y perversamente, AMLO y sus seguidores quieren desviar la atención y atenuar las críticas al bodrio, aplaudido por empresarios que antes patrocinaban a la mafia del poder y hoy se alinean al actual régimen, a tono con los tiempos.

Entiendan: no es la tlayuda o huarache toluqueño. Es la mediocridad de la administración la que se crítica. Es pagar miles de  millones por una obra inconclusa, carente de  servicios y solamente para una decena de vuelos.

Perversamente el presidente quiere desviar la atención y hace hablar a sus corifeos sobre el supuesto desprecio a las tlayudas y antojitos.  

De toda esta embarrada presidencial lo más lamentable es que personas con muy baja autoestima no se consideren merecedores de un buen aeropuerto.

Hay trampa en todo esto. Es la utilización de recursos del Estado en momentos en que se avecina el proceso revocatorio y, con ese mismo fin, se adelantó a las personas de la tercera edad el pago de cuatro meses de apoyo gubernamental (unos 7200 pesos).

El aeropuerto fue, además, la oportunidad de AMLO para desviar las críticas por la casa gris, y las propiedades del director de la CFE, Manuel Bartlet, y el enriquecimiento de sus hijos, y los contratos de su prima y el peine de sus hermanos, así como el del tráfico de influencias de Gertz Manero.

Así que no es el tema de las tlayudas y todo el montaje oficialista. 

Si es así y para que el piso esté parejo ¿por qué no ponen ventas de tacos de carnitas de cerdo, birria, y otros platillos mexicanos y que se ase la carne en los pasillos del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México?

No, presidente, no se vaya por las ramas. La crítica es por el desorden que trae su gobierno del que usted no quiere ver, escuchar y menos recibir críticas.

Así no se puede.