IDEOLOGÍAS DE DERECHA E IZQUIERDA

¿La rebeldía es de derecha?

Es necesario conocer los discursos y sustentos de las corrientes ideológicas para encontrar las herramientas, dentro de sus propios argumentos, y contrarrestarlos. | Leonardo Bastida

Escrito en OPINIÓN el

Irritar o enfadar vehemente a alguien, irritación y fuerte enojo provocado por algún determinado hecho son las definiciones más comunes de indignación, palabra también asociada a las movilizaciones sociales a favor de ciertas causas y en contra de algunos sucesos específicos. Por lo regular, estos movimientos estaban asociados a corrientes ideológicas consideradas de izquierda. Una típica asociación, pues esta perspectiva partía del hecho de mirar y posicionarse críticamente en contra de los ejercicios de poder.

Rebeldía proviene del verbo rebelar, la acción de sublevar o de provocar que otras personas se levanten en contra de la obediencia debida, rompan con las reglas establecidas, no por el simple hecho de hacerlo, sino porque contemplan vías alternativas para la construcción y la vivencia de realidades vigentes. 

Sin embargo, el panorama social se ha modificado en las dos últimas décadas. El paso del siglo XXI ha provocado la necesidad de repensar las divisiones ideológicas de nuestras sociedades, comúnmente en derecha e izquierda, ya que, lo que en un momento aparentaba ser un rasgo característico de un sector ideológico, ha sido adoptado por el otro bloque, con ciertas reinterpretaciones, y, en algunas ocasiones, viceversa. 

La invitación a tomar la “píldora roja”, en alusión al filme noventero de Matrix, en el que dicha opción permitía a las personas no estar “esclavizadas de pensamiento”, y poder ver fuera de la “matriz”, se ha convertido en una remembranza constante entre aquellos grupos en contra de las ideas “progres”, pues consideran que las ideologías de izquierda se dedican a coartar la libre voluntad por medio de la corrección política. De igual manera, se han comenzado a posicionar otros términos como libertario, celibato involuntario, gran reemplazo, derecha alternativa, entre otros, así como lenguajes simbólicos como memes u otros. La mayoría de ellos llamando a desobedecer aquello que ha permitido la garantía de los derechos humanos y el respeto hacia las otras personas. 

Desde una mirada histórica y sociológica, Pablo Stefanoni, con cierto rasgo de provocación, cuestiona, si actualmente, el vocablo indignación mantiene la misma connotación; si hay una “nueva derecha” o una “debacle” del progresismo; estamos ante la cancelación de la creencia de alternativas de escenarios sociales mundiales, u otras realidades o se apela al quebrantamiento de lo correcto en nombre de la libertad, la autonomía y la individualidad. 

¿Cómo ha ocurrido esto? Una primera hipótesis es el cambio del taladrante discurso de izquierda por una apelación a lo políticamente correcto, restando al enojo y la ira derivada del cuestionamiento de las realidades sociales, y el refresco de un discurso de derecha anquilosado en dogmas, pero confrontador del establishment político y del sistema. Sumado a la incertidumbre de la falta de una perspectiva promisoria con respecto al futuro. 

Qué derecha es la que está recorriendo el mundo y la que se está posicionando. Desde la perspectiva del también periodista, hay múltiples corrientes ideológicas de derecha que, en estos momentos, se confrontan. Lo que se consideraba como un dejo conservador en la década de los 80 o los 90 del siglo pasado ahora no lo es, y se carea con posturas en las que se exige una confrontación total con las figuras institucionales y otros mecanismos de poder bajo el argumento de que el progresismo, el respeto a los derechos humanos, a la libertad de las mujeres para elegir sobre su cuerpo, el libre desarrollo de la personalidad, entro otros, difieren de otras necesidades más urgentes por resolver. Incluso, las vías económicas vigentes como la apertura de mercados, la expansión de inversiones, el liberalismo individual, el derrumbe de fronteras, entre otros, se cuestionan desde varias posturas de derecha a favor de la unilateralidad y el privilegio de quienes siempre lo han gozado. 

¿El marxismo ha muerto? ¿Terminó con el derrumbe del Muro de Berlín? Para algunos perdió las batallas económicas pero no las culturales, y el marxismo cultural pervive hasta el día de hoy. La manera en como lo interpretan algunos sectores identificados con la derecha es que dicha cultura marxista se cimenta en la ideología de género, la corrección política, la diversidad y el feminismo, en una imposición de valores, en la supuesta falta de diálogo.

Por eso, hay un auge de un discurso a favor de la hegemonía masculina, centrado en la defensa de los privilegios históricos por género y en la presunta invasión de las mujeres a terrenos en los que no solían estar presentes, radicalizando la violencia en contra de ellas, incentivándola en redes sociales y otros espacios, denostando todo aquello vinculado con lo femenino o que se le asemeje, como aquello sexualmente diverso o transgresor del binarismo genérico (masculino o femenino), culturalmente impuesto. 

Aderezado con un llamado a respetar “la libertad de expresión”, cuestionando la imposibilidad de abordar ciertas temáticas como la diferenciación de las personas por su color de piel, por sus creencias religiosas, por sus ideologías políticas, por sus diferencias corporales o por otros motivos desde perspectivas ajenas a la de la “corrección política”. Para muchos sectores sociales, el no compartir la visión “progre” se traduce en un ataque a su libertad de pensamiento. 

Aunque suene contradictorio, algunos grupos asociados a la derecha, incluso en sus corrientes más extremas, abiertamente contrarios a la diversidad sexual, han adoptado esa agenda bajo el principio de que su aceptación representa un avance civilizatorio en comparación con otros entornos culturales donde predomina el Islam u alguna otra manifestación religiosa, aunque, a la par, acusan de ser parte de esta falta de incremento de la tasa demográfica provocadora de la sustitución de las personas nativas de países de Europa o de otras zonas del mundo de ingresos altos por migrantes de países de recursos bajos. 

¿La rebeldía se volvió de derecha? Cómo el antiprogresismo y la anticorrección política están construyendo un nuevo sentido común y por qué la izquierda debería tomarlos en serio” (Siglo XXI editores) de Pablo Stefanoni es uno de los libros más reveladores del año en cuanto a un análisis del contexto social en el que vivimos gran parte de las sociedades occidentales ante una reconfiguración ideológica, una recomposición de valores políticos, un avance inesperado de las corrientes de pensamiento de derecha cuando se pensaba que la visión de izquierda había derribado varias barreras y posicionaba fuertemente su agenda.

No desistir, continuar promoviendo una agenda a favor de los derechos, del diálogo, de la no discriminación, de la inclusión, de la progresión de la dignidad humana son parte de las recomendaciones del historiador argentino, quien considera que es necesario conocer los discursos y sustentos de las corrientes ideológicas para encontrar, dentro de sus propios argumentos, las herramientas para contrarrestarlos y someterles a un juicio crítico.