REFORMA ELECTORAL

Aberrante Poder Legislativo

Un grupo nutrido de legisladores actúan pensando en su propia subsistencia política, económica y laboral. | Joel Hernández

#OpiniónLSR.
Escrito en OPINIÓN el

Ricardo Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República –Morenista de origen-, dijo en múltiples ocasiones que en la Cámara Alta se revisaría con calma, sin prisas y al detalle el famoso Plan B –con modificaciones a leyes secundarias de la Ley Electoral-.

Es el Plan B, con el que el Ejecutivo sustituyó a su Reforma a la Ley Electoral que fue desechada por la Cámara de Diputados luego de las sesiones del 6 y 7 de diciembre pasados cuando la iniciativa presidencial no consiguió la mayoría calificada.

De lo enviado y aprobado fast track por Morena y sus aliados el mismo día 7, porque no requería mayoría calificada, faltaba su pase al Senado y es ahí en donde Monreal tenía la sartén por el mango. Y volvemos a la vieja historia del principio: el tornasol de los políticos mexicanos.

Le ganó el miedo y la ambición política a Monreal y bastó con una reunión con el Secretario de Gobernación: En unos minutos fue aprobado por la Comisión de Gobernación del Senado y con esto su pase al pleno senatorial: Todo fuera de orden y fuera de los procedimientos legislativos establecidos para casos como este.

Y es que en el tema hay dos problemas a la vista, para los mexicanos. El primero de ellos y que está en el gran debate nacional por lo que significa para la vida democrática del país en el futuro:

Es la intención evidente del presidente de México de querer acabar con el Instituto Nacional Electoral (INE) y lo que éste significa para la vida política y electoral del país, además de otros renglones torcidos puestos en papel y tinta en ese Plan B, los que claramente son anticonstitucionales.

El segundo problema es la aberrante actitud de nuestros legisladores federales, aunque el comportamiento que veremos se extiende a los congresos estatales en todo el país.

Parece increíble que un grupo nutrido de legisladores tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado de la República estén plenamente dispuestos a obedecer y callar; estén atentos al mandato supremo para actuar en consecuencia de forma indigna y humillante, no pensando en el beneficio del país ni en sus habitantes presentes o futuros: no…

…Sí pensando en su propia subsistencia política, económica y laboral. Existen ellos porque hay otro poder supremo al que obedecen y al que halaban y glorifican: “Yo soy Senador gracias al presidente de la República, asestó sin pudor alguno, no hace mucho, el senador de Morena, César Arnulfo Cravioto Romero, suplente de Martí Batres Guadarrama.

El poder corrompe, se dice; pero más poder corrompe más. Por distintas razones los que están en el Congreso mexicano son gente que ha participado en política en busca de una posición de mando y poder. Esos mismos mandos y poder que les subyuga y suponen para cada uno de ellos ‘un enaltecimiento a su personalidad y reconocimiento público’.

Para conseguir ser reconocidos, obedecidos, favorecidos, dinero y negocios, han estado dispuestos a hacer tareas a veces ingentes, indignas, humillantes, aplaudidoras, mezquinas.

En ocasiones –las más– llegan ahí por servir a políticos consolidados o altos funcionarios públicos; son sus vínculos con gente de poder, gente que decide presentes y futuros en política y ellos quieren ese privilegio. Y son quienes consiguen posiciones a través del partido que les asignan.

Es así que con mucha frecuencia están ahí quienes no tienen los méritos, ni la capacidad, ni la vocación de servicio y amor por el país. Y eso de amor al país a éstos les suena ridículo, demodé, fatuo, inútil.

Por supuesto los hay –en todos los partidos políticos representados en el Legislativo—quienes en efecto tienen la intención de servir al país y beneficiar a sus habitantes. Los hay, pero son pocos.

Así que nuestros “representantes” tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados son un grupo de legisladores de distinto partido que tiene sus propios intereses en lo individual y en lo político; son quienes están más atentos a su devenir personal que al de México, sobre todo en momentos altamente críticos como son los que hoy mismo estamos viviendo.

Y todo esto tiene que ver con el bodrio legislativo en el que han caído los legisladores federales para la aprobación o desaprobación de la Ley Electoral. Cierto que la oposición en la Cámara de Diputados consiguió anularla, pero su fuerza política no fue suficiente para evitar el famoso Plan B. Y no tienen fuerza porque la han perdido, porque faltó empuje y amor propio para conseguir un verdadero equilibrio político en el país y en las Cámaras federales…

Porque como oposición se han anulado ellos mismos permitiendo que el ambicioso grupo en el poder –Morena y aliados- decidan lo que hay que hacer, vivir, construir o destruir para el futuro mexicano, todo surgido desde Palacio Nacional que es desde donde reciben las ordenes de obedecer y callar.

Es una lástima que la clase política mexicana –en particular en este caso, en el Legislativo- está nutrida por individuos fatuos, ambiciosos, dispuestos a la ignominia y a la traición. Porque permitir y favorecer que se apruebe un Plan B, como es el que envió el presidente, aun con sus enmiendas por errores cometidos por “los duendes”, es una traición a México.

La solución sería que en efecto asumieran su responsabilidad histórica y votaran en conciencia, no por obediencia: cosa muy distinta. Mientras tanto todos los ahí presentes pasarán a la historia, sí, pero no de buena manera y ya se sabe que la historia no es esa tía buena que todo lo ve y todo lo perdona: no.