LA “MARCHA DEL ACARREO”

Elogio al fracaso

Ante la pretensión autoritaria, el fracaso del gobierno y los grandes desafíos que enfrentamos como país, los ciudadanos debemos actuar unidos. | Marco Adame*

Escrito en OPINIÓN el

La “marcha del acarreo”, organizada a manera de celebración de cuatro años de gobierno del presidente y del avance de la transformación, fue en realidad un elogio al fracaso y un despliegue de manipulación y de fuerza, con todos los recursos del gobierno, para tratar de afianzar a un grupo que hoy ve amenazada su permanencia en el poder ante la falta de resultados.

La movilización del gobierno fue un mal cálculo político, un alarde de fuerza innecesario que vino a mostrar lo que pretendía ocultar y a confirmar la preocupación real de los grupos de poder de perder las elecciones en el 2024. 

Esta demostración de fuerza, usando los recursos del estado, también actualizó una de las notas más relevantes del ensayo de Max Weber, “La política como vocación”, quien advirtió en 1919, durante el periodo entre guerras, sobre los riesgos para la democracia cuando los políticos se olvidan de “…compaginar la convicción y los principios, con la ética de la responsabilidad…” sustentada en la legalidad y en la formalidad del estado.

Weber advierte las graves consecuencias de la vanidad en los gobernantes, quienes olvidando todo sentido de responsabilidad y proporción, acaban tomando decisiones viscerales, a la medida de sus seguidores y aduladores, pervirtiendo la necesaria relación entre la ética y la política. 

Es precisamente en esta debilidad donde se incuba el riesgo del autoritarismo y la tiranía, pues si las autoridades pierden la racionalidad política, el sentido de la proporción con base en la realidad y el apego a la legalidad, se deja vía libre al uso discrecional y autoritario de los medios coercitivos del estado, que la sociedad les confiere al otorgarles el voto que les da la posibilidad de gobernar. 

Sin límites, el gobierno acaba burlándose de los ciudadanos, los descalifica y los confronta en una lucha interminable de disputas para imponer su voluntad, usando la fuerza del estado, tanto en el debate público como en las cámaras del congreso, apoyado en una mayoría mecánica. 

Por ello hay que insistir, a tiempo y a destiempo, en la defensa de la democracia y las libertades, exigir el rechazo a la reforma electoral, preservar la constitución y evitar cambios legales del última hora con el propósito de debilitar y suprimir al INE o de controlar a sus consejeros para manipular la elección presidencial. 

Levantar la voz, con la pasión y el sentido de responsabilidad, proporcional al propósito de preservar la democracia, tal y como lo sugería Weber a los demócratas que ponían las bases de la institucionalidad y la paz luego de la tragedia de la guerra.

Se trata, en resumen, de detener los excesos del poder, de mantener la vía democrática preservando nuestro derecho a elegir en libertad y a impulsar los cambios que consideremos necesarios para garantizar el desarrollo del país en democracia, libertad, unidad, legalidad y equidad. 

Ante la pretensión autoritaria, el fracaso del gobierno y los grandes desafíos que enfrentamos como país, los ciudadanos debemos actuar unidos y recordar a nuestras autoridades que ser objetivos, decir la verdad y ser sobrios es una necesidad, una obligación ética y legal, pero, sobre todo, una exigencia irrenunciable.

*Analista y consultor político

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