CAMBIO CLIMÁTICO

Cambio climático; el prometer no empobrece

Conseguir la sostenibilidad ambiental requiere combatir el dispendio y la inequidad en el consumo. | Jorge Faljo

#OpiniónLSR.
Escrito en OPINIÓN el

Recién terminó la Conferencia número 27 de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, mejor conocida como Cop27.  Acudieron al balneario de Sharm El-Sheikh cerca de 34 mil delegados de 190 países; entre ellos más de 90 Jefes de Estado. La Conferencia, programada del 6 al 18 de noviembre, empezó con entusiasmo, pero al llegar al 18 cundía el desaliento.

Los países desarrollados se negaban a incrementar sus compromisos de reducción de gases de efecto invernadero, pero exigían que los países en desarrollo se comprometieran a un desarrollo basado en energías limpias. Los países petroleros no se comprometían a reducir su producción. Los Estados Unidos se oponía a crear un fondo de compensación de desastres naturales.

Ya oliendo a fracaso y para evitar concluir sin siquiera una declaración final se adoptó un acuerdo que se limitó a lanzar un premio de consolación para efectos mediáticos. Se trata del acuerdo para crear un fondo de compensación por pérdidas y daños climáticos en favor de los países más afectados y menos generadores de contaminación ambiental. Esta decisión se ha presentado como un gran avance, un enorme compromiso de los países más ricos y el principal logro de la COP27.

No está mal. Sin embargo, el asunto tiene sus bemoles. La creación del fondo equivale a la intención de abrir una cuenta bancaria y ya después se discutirá quienes la controlan, cómo habrá de operar, cómo se asignarán los fondos a los afectados y, sobre todo, quiénes y cuánto se comprometen a depositar los países industrializados. Todo esto quedó para después. Si consideramos lo improvisado del compromiso y la falta de solidaridad en el manejo de las vacunas contra la pandemia, es permisible recelar sobre el futuro éxito de este compromiso.

El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, cerró la Conferencia señalando que se había dado un paso importante hacia la justicia que se operacionalizaría más adelante. Aclaró que eso no es suficiente, pero es una señal política necesaria para reconstruir la confianza rota. Pero añadió que a pesar de que necesitamos disminuir drásticamente las emisiones de carbono de manera inmediata este es un asunto que no se abordó durante la COP27.

Tal cual; lo que debió ser el asunto central no se tocó. El resultado es que la COP27 terminó dando un pase para que los países industrializados sigan contaminando a cambio de la promesa de futuras donaciones a los que más sufren los desastres climáticos

Como dato, para evitar un calentamiento global de más de 1.5 grados centígrados respecto a la era preindustrial requiere que para el 2030 se reduzca la emisión de Co2 (dióxido de carbono) a 2.3 toneladas anuales per cápita, poco menos de la mitad de las 4.79 toneladas que hoy en día se generan.

Actualmente la distribución de la emisión de Co2 por país es muy heterogénea. En los Estados Unidos la emisión per cápita de Co2 es de 15.5 toneladas anuales; en Canadá de 18.58 y en China de 7.38. En el otro extremo Pakistán, uno de los países más afectados por un desastre climático, emite solo 0.87 toneladas per cápita; Nigeria 0.44; Guatemala 1.12; Perú 1.87. México ocupa un lugar intermedio con 3.58 toneladas anuales per cápita.

Es decir que un norteamericano genera 14 veces más Co2 que un guatemalteco u 8 veces más que un peruano. China es el mayor contaminante del planeta debido a su enorme población. Pero se discute si se debe medir por los contaminantes que genera al producir o al consumir. Esto debido a que buena parte de lo que produce se consume en el exterior y tal vez son los consumidores del resto del mundo los que indirectamente causan parte de su contaminación.

Visto en esta perspectiva lo importante sería reducir los niveles de consumo insostenible. Es una de las propuestas centrales planteadas en el último libro del Club de Roma: Earth for all, es decir la tierra para todos.

Acabar con el consumo insostenible coloca la responsabilidad de combatir el cambio climático en los mayores consumidores. Oxfam internacional señala que basta el consumo del 10 por ciento de la población más rica para llevarnos a sobrepasar la meta de un calentamiento global que no supere 1.5 grados centígrados. Eso independientemente de lo que haga el 90 por ciento restante.

Pedirles a los poderosos que reduzcan su consumo es pedirle peras al olmo; pero por algo se empieza al combatir los mayores excesos. Un viaje espacial de placer emite más Co2 que el que genera cualquier persona dentro de los mil millones de habitantes más pobres del planeta. También es comparativamente desmesurada la contaminación que generan los aviones y los yates privados. Contra ellos crecen las protestas en Estados Unidos y Europa.  

La ministra de la vivienda en Francia generó una gran polémica al declarar que el ideal de la clase media de tener una casa aislada rodeada de un pequeño jardín es insostenible. Su consumo de energía y agua es excesivo y, tal vez lo peor, es que obliga a separar los espacios urbanos de vivienda, trabajo, comercio, educación, entretenimiento y salud de manera tal que hace indispensable el uso del automóvil. Esta critica se aplica incluso con mayor razón a la urbanización moderna norteamericana que convierte en marginados a todos los que no tienen automóvil y encarece la vivienda hasta hacerla inalcanzable, propia o de alquiler, para millones de desposeídos.

La alternativa es reorientarnos a una urbanización compacta donde todo este más cercano sin requerir del automóvil particular.

El gas más destructivo es el metano y uno de sus mayores emisores es la agricultura y en particular el ganado. La expansión de la agricultura dedicada en 80 por ciento a la producción de forrajes está creando un enorme desastre ambiental. La respuesta es reducir el consumo de carne, en particular la de res, y/o preferir especies menores. Un cambio hacia una dieta basada en plantas permitiría una alimentación más saludable, con menor obesidad de la población y menos enfermedades crónicas no transmisibles.

Hoy en día en los países ricos se consume más del doble de ropa y calzado que hace 50 años; no es una necesidad, así lo impone la moda.

No bastarán las nuevas tecnologías de energía limpia para evitar el desastre ambiental sin una revolución del consumo. Toda la humanidad puede vivir de manera confortable evitando el consumo insostenible e innecesario. Conseguir la sostenibilidad ambiental requiere combatir el dispendio y la inequidad en el consumo.