SALUD Y PRESIDENCIA

¿Y si también hablamos de salud?

Temas sensibles como la salud requieren acciones claras, no se resuelven con meras promesas. | Agustín Castilla

#OpiniónLSR.
Escrito en OPINIÓN el

Aún faltan poco menos de dos años para que se cumpla el periodo por el que fue electo el presidente López Obrador así como año y medio para las próximas elecciones presidenciales y, sin embargo, pareciera que ya no hay mucho de qué preocuparse al haberse registrado importantes avances en la solución de los principales problemas del país como la inseguridad y la violencia, la desigualdad y la pobreza entre tantos otros, pues solo así se podría explicar que las y los aspirantes a una candidatura que tienen responsabilidades públicas de primer nivel, destinen buena parte de su tiempo en promoverse -como es el caso ni más ni menos que del subsecretario de seguridad que aparece bailando en tik tok-, o que el tema de mayor discusión en las últimas dos semanas sea la marcha convocada por el presidente, a la que probablemente se enfocarán todos los esfuerzos del oficialismo.

Lamentablemente la realidad es muy distinta, los problemas se acumulan y no queda claro quién se ocupa de ellos, ya que todas las señales apuntan a que el gobierno está bajando la cortina con dos años de anticipación para centrarse en lo electoral. Si en estos cuatro años no ha habido apertura para discutir los asuntos públicos, escuchar distintos puntos de vista, explorar alternativas, asumir sus responsabilidades y la autocrítica ha sido inexistente, lo que se puede esperar en los siguientes meses es que se radicalicen aún más las posiciones, así como la cerrazón gubernamental y tratarán de eludir al máximo todo aquello que les sea incómodo. Pero no por ello debemos resignarnos a que las cosas simplemente son así y ya vendrán mejores tiempos para poder abordar y exigir la atención de temas tan sensibles como la salud que no pueden esperar y no se resuelven con meras promesas que no se acompañan con acciones claras.

Las serias consecuencias que hemos padecido por la pandemia debieron servir de aprendizaje para corregir los errores e insuficiencias que permitieran construir un sistema de salud robusto a la altura de los retos y necesidades de la población. De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud somos uno de los países con mayor exceso de mortalidad con más de 700 mil personas fallecidas, y según el Instituto para la Métrica y la Evaluación en Salud de la Universidad de Washington la esperanza de vida cayó de 75 a 71 años retrocediendo tres décadas a los mismos niveles que teníamos en 1991 como lo señalan los doctores Julio Frenk y Octavio Gómez Dantés. No obstante, a pesar de las evidencias, el gobierno sigue presumiendo el buen manejo de la pandemia y se empeña en negar el fracaso que ha representado la desaparición del seguro popular y su improvisada sustitución por el INSABI, al igual que el grave desabasto de medicamentos que pone en riesgo la salud y la vida de las pacientes. En 2021 no se surtieron el 33% de las recetas en los centros de salud, y en los primeros tres meses de este año el IMSS negó más recetas que el total en 2019 como lo pueden corroborar quienes se han visto en la necesidad de acudir a las instituciones públicas para recibir atención médica.

También preocupan las decisiones que se han tomado respecto a lo que el doctor Francisco Moreno considera como uno de los pilares de la salud pública, la vacunación, cuyo presupuesto para el próximo año se ha reducido considerablemente pues claramente las prioridades son otras y el panorama que se nos presenta es muy desalentador. Conforme a la información que arroja la Encuesta Nacional de Salud (Ensanut), sólo uno de cada tres niños y niñas menores de 3 años cuenta con las cuatro vacunas que comprenden el esquema completo, siendo que hasta hace unos pocos años el nivel de cobertura era del 75%, por lo que es probable que en los próximos años enfrentemos de nuevo enfermedades como polio, difteria, tosferina y sarampión que prácticamente habían desaparecido.

Otro dato alarmante es que la vacunación contra el virus del papiloma humano es de apenas el 0.5% según la Fundación Mexicana para la Salud (Funsalud) siendo una de las bajas del mundo, y que puede provocar un repunte en el número de mujeres con cáncer cervico-uterino que es una de las principales causas de mortalidad. Además, las autoridades de salud no estimaron necesario vacunar a la población más expuesta contra la viruela símica y no se conoce el número de contagios por falta de pruebas, pero en las últimas semanas se han incrementado ante la indiferencia gubernamental. Por último, todavía no se termina de vacunar contra covid a las y los niños más pequeños y, a pesar del repunte que ya se observa, las personas mayores de 50 años no contamos con refuerzo en los últimos meses y descartaron la adquisición de la vacuna bivalente. Esperemos que esto no se traduzca en una nueva oleada de hospitalizaciones y muertes. Así, como pensar siquiera en la posibilidad de contar con un sistema de salud como los mejores del mundo y menos en tan sólo dos años. Así, ni cómo creerles.