MOVILIDAD EN LA CDMX

De vuelta a los trenes

No niego la utilidad de los teleféricos o el metrobús, pero se debe volver a crecer la red del metro, los suburbanos y pensar en los trenes. | Roberto Remes

Escrito en OPINIÓN el

Se cumplen 25 años de los gobiernos democráticos en la Ciudad de México. No hablaré de los claroscuros sino de un dato en particular, que refleja la capacidad de planeación de la ciudad. Los trenes.

Cuando el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano tomó protesta, la ciudad contaba con 10 líneas del metro en operación y una en construcción, la B, de carácter metropolitano. Es decir, traspasaba las fronteras del Distrito Federal y, por lo tanto, el primer Jefe de Gobierno dio prioridad a los tramos interiores, pues la parte del Estado de México carecía de financiamiento de esa entidad o de la Federación. Fue Rosario Robles quien decidió seguir con la obra hasta Ciudad Azteca.

A Andrés Manuel López Obrador no le interesó impulsar las obras del metro y, durante los cuatro primeros años, sólo se ocupó de obras para el automóvil: primero el Distribuidor Vial de San Antonio; luego su ampliación hasta San Jerónimo y los Puentes de los Poetas. Hacia fines de 2004 volteó a ver al transporte y en junio de 2005 abrió la primera línea de Metrobús.

Los autobuses de tránsito rápido, conocidos en nuestro país como Metrobús, son una buena alternativa para el desarrollo de los sistemas de transporte. En menos de dos años, la Ciudad de México puede planear, construir y operar una línea de Metrobús con más de 150 mil pasajeros al día y 20 kilómetros de extensión. La capacidad de este servicio es alta, 10,000 pasajeros por hora-sentido, pero la velocidad es relativamente baja: 18-20 kilómetros por hora contra los 35 promedio de un metro o los 60 del tren suburbano.

El actual gobierno no ha construido metro, salvo por haber continuado la eterna obra de ampliación de la línea 12 por sólo tres estaciones. Tampoco ha podido echar a andar una nueva línea de Metrobús, sólo tres ampliaciones, una de las cuales estaba en ejecución desde el sexenio pasado. La salida rápida para ampliar la infraestructura de transporte han sido los teleféricos, que también pueden planearse y edificarse en un lapso relativamente breve, así como el trolebús elevado.

El único jefe de gobierno que ha construido metro en estos años ha sido Marcelo Ebrard, pero una línea que ha estado cerrada en dos ocasiones. Los seis años de gobierno no fueron suficientes para planear, construir y hacer brillar la “línea dorada”.

Bajo este panorama, no parece sensato, políticamente, construir metro. Sin embargo, la complejidad de la ciudad y, sobre todo, de la metrópoli, lo exige. Por eso ha ganado el cortoplacismo, obras que maduran en menos tiempo, lucen y conllevan menos riesgos. La línea 12 ha dejado no sólo tragos amargos, sino una mala lección para la ciudad. Por eso urge retomar proyectos de mayor alcance. No niego la utilidad de los teleféricos o el metrobús, estos deben continuar su crecimiento. Hablo de volver a crecer la red del metro y los suburbanos y, eventualmente, también pensar en los tranvías.

La próxima administración debe dar pasos en ese sentido. No recomendaría arrancar por una nueva línea, sino retomar proyectos de ampliación o revisarlos en la lógica del desarrollo que ha tenido la ciudad a partir de 1996, en que fue emitido el último Programa Maestro de Metro y Trenes Ligeros.

En esta lógica, para la administración 2024-2030, veo conveniente valorar ampliaciones a líneas que quedaron truncas en el centro de la ciudad, como la B y la 8, así como de las líneas más cortas, de la 4 a la 7 y la A, porque eso, en la práctica, potenciará su uso y la instrumentación de las ampliaciones será más sencilla.

Retomar el crecimiento de la red podría permitir que en la próxima administración también se planeen dos nuevas líneas, a construirse de 2030 a 2036. Se trata de recuperar el necesario ritmo de expansión paso a paso y vincularlo con el desarrollo urbano.

También creo que la Ciudad de México debe evaluar algunas ideas más. Distintos metros en el mundo, a lo largo de su vida útil, han modificado el trazo de algunas líneas, incluso han cerrado tramos operativos. Por ejemplo, dividir alguna línea en dos tramos, uno que se integre a otra línea y otro que sea extendido, algo que en su momento se había planeado para la 8. Creo que si Morena mantiene la ciudad, seguirá la lógica cortoplacista, pero si gana una alianza opositora, habrá más posibilidades de volver a los trenes.