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El XX Congreso del Partido Comunista de China y la salud de Hu Jintao

El rumbo central de China para el periodo 2023-2028 estará marcado por la continuidad y Xi Jinping se consolidó a la cabeza del PCCh. | Rubén Beltrán

Escrito en OPINIÓN el

Siete años después de que se fundó la República Popular China, en 1956, se celebró el VIII Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) en Beijing, los anteriores se llevaron a cabo en Shanghai e incluso en Moscú, cuando se realizó el VI Congreso en 1928. A partir del XI Congreso, en 1977, sus reuniones se realizan cada 5 años. 

El XX Congreso del PCCh

En China, nadie está deshojando una margarita. Las líneas centrales que establecen el rumbo del país fueron tomadas desde hace unos años por Xi Jinping y las resoluciones adoptadas por este XX Congreso, fueron negociadas desde hace meses. Además, como es habitual, se dieron una serie de movimientos en la cúpula del PCCh para asegurar disciplina y la continuidad en las políticas de China de acuerdo a la visión de Xi

Así, entre el 16 y el 23 de octubre, en el Gran Salón del Pueblo, frente a la Plaza Tiananmén en Beijing, se llevó a cabo la reunión de los casi 2,300 delegados que atendieron el XX Congreso del PCCh.  El escenario era imponente; un marco adecuado para la gran victoria de Xi Jinping. 

Ningún analista avizoraba que se diera un rompimiento con la línea establecida previamente por el PCCh. Como sucedió al interior del Gran Salón del Pueblo, el mundo daba ya por descontado el tercer mandato de Xi. Más que preocuparse por los cambios o nuevos matices que pudieran darse a algunas de las decisiones de la política China en áreas como la economía y el desarrollo nacional, la preocupación de Occidente y de sus aliados en la región, coincide con el de otras naciones asiáticas, como Japón, Corea, Filipinas y la India: les preocupa que el XX Congreso del PCCh marque un nuevo capítulo que dé continuidad a la visión geopolítica china en materia de seguridad nacional y de consolidación de sus intereses globales y en la región. 

El XX Congreso no representó una ruptura en el rumbo del país como el que sí se dio durante el XI Congreso en 1977, después de la muerte de Mao en septiembre de 1976, que fue precedida, unos meses antes, por la de su brazo derecho, Zhou Enlai. En esa ocasión, el XI Congreso dio vuelta definitiva al radical capítulo que representó la Revolución Cultural de Mao que convulsionó al país entre 1966 y 1976.  

No, la estrategia echada a andar por Xi, hizo que en el XX congreso prosiguiera conforme lo planeado. El rumbo central de China para el periodo 2023-2028 estará marcado por la continuidad y Xi Jinping se consolidó a la cabeza del PCCh. Un líder supremo de 1.400 millones de chinos.

De esa manera, cuando el XX Congreso del Partido Comunista de China, decidió la reelección de Xi Jinping como secretario general del PCCh fue el resultado de una demostración de fuerza que no por haber sido prevista dejó de asombrar por su contundencia. "El mundo necesita a China", señaló Xi , y desde ese domingo 23, el mundo no ha parado de meditar sobre las implicaciones de esta sentencia. En su cuenta de Twitter, el analista político Ian Bremmer saca una primera conclusión: "Por un amplio margen, Xi Jinping es el individuo más poderoso del mundo. No es lo ideal". Cierto, Occidente mira con recelo la enorme acumulación de poder en una sola persona. No pienso que su aprehensión ande desencaminada, el poder se ejerce.  Los analistas vieron en las palabras Xi Jinping, en aquellas en las que se comprometió a modernizar y reforzar al ejército Chino, razón bastante para justificar su preocupación. 

No hubo un giro sorpresivo en la política económica del país, como aquel que se proclamó al final del XII Congreso de 1982, que fue el marco de la llegada de Deng Xiaoping al poder, o durante el XIV Congreso de 1992, cuando se decidió establecer en China una ‘economía socialista de mercado’. Lo que hubo fue una muy clara instrucción de Xi Jinping en la clausura del domingo pasado, cuando les señaló a los 2,300 delegados que llegaron al Congreso de todos los rincones de China, que deberían continuar trabajando duro, con la cabeza baja y con determinación para continuar el progreso de China. Xi Jinping, por otro lado, ha dejado ver que un crecimiento menos desequilibrado al interior de China será una prioridad en su tercera gestión. 

Asegurar la unidad

El congreso tomó una serie de decisiones para reforzar la disciplina al interior del PCCh. Se creó una Comisión Central de Control Disciplinario.

Xi Jinping, quien en 2018 ya había promovido la reforma que abolió el límite de mandatos para ocupar el puesto de Secretario General del PCCh, con su reelección, a los 69 años, rompió otra regla, la que establece que los miembros del Comité Central del PCCh deberían retirarse a los 68 años. Esta regla, sin embargo, se sigue aplicando para otros miembros de dicho comité.

Xi no solo recibió un tercer mandato sino que al interior del PCCh se ha consolidado de manera contundente el Xiísmo, como la corriente predominante. Al respecto, vale la pena subrayar una resolución del Congreso que pide a sus casi 100 millones de miembros "defender el papel central del camarada Xi Jinping en el Comité Central del PCCh". 

La historia del aplastante éxito político de Xi continuará; puede considerarse prácticamente un hecho de que el poder legislativo, el Congreso Nacional del Pueblo, en su reunión de marzo de 2023, le nombrará, por tercera vez, presidente del Gobierno de la República Popular de China

La cuestión de Taiwán 

Uno de los temas que durante toda la semana fue objeto de especulación fue la aspiración china a la reunificación con Taiwán. En el contexto de la continuidad anunciada, ¿qué se puede concluir acerca del asunto de Taiwán? En ese terreno, Xi señaló que China seguirá buscando que la reunificación con Taiwán se dé por medios pacíficos, pero que no renunciará a la utilización de la fuerza para lograrlo.

Como he señalado en este espacio, el asunto de Taiwán ha sido el gran tema pendiente entre China y Estados Unidos, el diferendo en el tema de la reunificación se ha convertido, por extensión, en una seria preocupación de Occidente. El comunicado de Shanghai de 1972, adoptado con motivo de la visita a China de Nixon, es una gran ejemplo de ‘indefinición selectiva’; esta "ambigua construcción" como la llamó Kissinger, es un texto que podemos dividir en tres pistas paralelas: en la primera pista (ver mi columna China y la cuestión de Taiwán, del 16 de agosto de este año) el texto reúne las declaraciones y conceptos en los que ambos países están de acuerdo en esa ocasión señalé: "...en las otras dos pistas del texto de Shanghai, tanto China como Estados Unidos, recurrieron a declaraciones unilaterales que si bien fueron objeto de complejas conversaciones previas (en las cuales, del lado estadounidense, Henry Kissinger fue el actor principal), en el momento de la visita de Nixon, permanecieron como los estandartes incólumes de dos ejércitos destinados a enfrentarse algún día".

Dichas declaraciones unilaterales forman parte del comunicado solo porque se imprimieron en el mismo papel que contiene los párrafos en los que ambas naciones estaban de acuerdo; son en realidad la fuente del disenso que hoy persiste. Estados Unidos reconoce que existe una China y que la reunificación con Taiwán se debe de dar por medios pacíficos, y China establece que hay una China y que ningún país puede determinar el estatus de Taiwán ni las modalidades de la reunificación, aún por la fuerza, como añadió Xi en uno de sus discursos durante el reciente congreso del PCCh.  Más aún, como señalé en la columna arriba mencionada, en 1979, el mismo año en que estableció relaciones con la República Popular de China, Estados Unidos promulgó una Ley sobre el establecimiento de relaciones con Taiwán en la que en su sección 2, colocó una puerta que condiciona sus relaciones con China

"El Congreso estima que la promulgación de esta ley es necesaria (...)

"3.- para dejar en claro que la decisión de Estados Unidos de establecer relaciones diplomáticas con la República Popular de China descansa sobre la expectativa de que el futuro de Taiwán será determinado por medios pacíficos".

El asunto de Taiwán pende sobre el mundo como la espada de Damocles. Así tenemos que la paz global se juega hoy en día en un amplísimo corredor que va del estrecho de Taiwán y el Mar de Japón, hasta las costas del Báltico y el Mar Negro. 

La salud de Hu Jintao, la forma es fondo

Como bien conocemos los mexicanos, las enfermedades en la política han servido de mascarada que disfraza la salida de la escena pública de personajes que han caído en desgracia. No tengo elementos para contradecir el comunicado de la agencia Xinhua, pero percibo que la salida pública del expresidente Hu Jintao, predecesor de Xi, y que estaba sentado a su izquierda. fue una manera de señalar ante los 2,300 congresistas que en silencio atestiguaron el evento y ante los ojos del mundo, que un capítulo había terminado, que el expresidente había caído en desgracia. Además, de los siete miembros del Comité Permanente del Buró Político del PCCh, cuatro salieron y fueron reemplazados por personajes cercanos a Xi Jinping, mientras que Li Kiang, quien era primer ministro, no fue reelecto en el cargo, ello constituye una clara señal de cambio y del fortalecimiento del equipo de leales a Xi, practicantes del Xiísmo

No estoy en condiciones de calificar estos hechos como una purga, una connotación que se popularizó rápidamente en la prensa occidental; el tiempo lo dirá, aunque existe otro indicio, Hu Jintao fue escoltado fuera del Gran Salón del Pueblo antes de que se llevaran a cabo las votaciones que consagraron la victoria de Xi.

Los analistas subrayaron lo anormal, inusual, extraordinario del evento. Se subrayó que era sin precedentes en la política China; en mi opinión, o Hu Jintao en efecto estaba indispuesto, o quien decidió su salida no sólo quiso que se supiera que él (¿y sus seguidores?) había(n) caído en desgracia, quiso que lo atestiguaran los 2,300 congresistas, quiso que lo viera todo el pueblo chino, quiso que lo viera todo el mundo. 

El cable de Xinhua señaló que Hu Jintao "No se había sentido bien durante la sesión, su personal, por su salud, le ha acompañado a una habitación próxima para que descansara. Ahora se encuentra mucho mejor”.  Ya se sabrá.