#RECOVECOS

La Corte, en busca de la dignidad perdida

¿En dónde está la posibilidad real de la ministra o ministro que presida la SCJN a partir del próximo año? | Jorge Ramos Pérez

Escrito en OPINIÓN el

Arturo Zaldívar Lelo de Larrea convirtió la dignidad de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en rescoldo.

Desde Ernesto Zedillo (1994-2000) que propinó severo golpe al Poder Judicial al descabezar a la Corte mediante una reforma, todos los ministros han sucumbido al subyugante peso de la Presidencia de la República. Pero, con sus peculiaridades, han sabido darle un poco de dignidad a la toga.

Zaldívar, en cambio, aceptó la propuesta salida de Palacio Nacional para extender dos años más, de manera legal y en contra de la Constitución, su presidencia. Para empatarla con la presidencia de Andrés Manuel López Obrador. ¿Para qué? Para controlarla.

En diciembre del 2020, la reportera Érika Flores documentó en La Silla Rota que, a dos años de iniciado el sexenio, la Corte tenía en lista de espera abordar y pronunciarse respecto a temas relacionados con acciones de inconstitucionalidad o controversias interpuestas por opositores al gobierno del presidente López Obrador.

Este hecho era interpretado por especialistas como una probable sumisión del Poder Judicial pues varios ministros fueron propuestas por el presidente López Obrador: Juan Luis González Alcántara, Yasmín Esquivel y Margarita Ríos Farjat. Para ese momento la Corte había ratificado la suspensión contra el llamado “decreto Nahle” (15 mayo 2020, política decreto de confiabilidad, seguridad, continuidad y calidad en el sistema eléctrico nacional,) por el que la Comisión Federal de Competencia Económica interpuso una controversia constitucional.

Pero en esencia, voces de expertos ya veían a la Corte como “guardaespaldas” de López Obrador. Y no les faltaba razón, faltaba ver el penoso episodio en el que Zaldívar aceptaba mantenerse en la presidencia dos años más. Ha llegado al extremo de querer empatar su discurso con el de AMLO (Zaldívar, una estrella más de la 4T | La Silla Rota).

Pero en diciembre llega a su fin la pesadilla. O el inicio de otra, según se quiera ver.

Desde hace varios meses la Corte es un hervidero. Pero silencioso. Tan silencioso que ya comienza a ser estruendoso.

¿Quién va a suceder en la presidencia a Arturo Zaldívar cuando concluya su periodo en diciembre? Es una incógnita. En estos #Recovecos del 19 de noviembre de 2018 (Las memorias de Elba Esther Gordillo | La Silla Rota) se anticipó la llegada de Zaldívar, y que desde la autodenominada “cuarta transformación” tenían en la mira a tres ministros: Eduardo Medina Mora, Jorge Mario Pardo Rebolledo y Luis María Aguilar.

Con el paso del tiempo, Zaldívar llegó a la presidencia de la Corte y Medina Mora fue obligado a renunciar porque el objetivo era desaforarlo (Medina Mora, ¿sorpresa? | La Silla Rota) De hecho él lo sabía, que lo querían tirar y defenestrarlo y por eso optó por ceder la plaza antes que ir al paredón. ¿Por qué se va un ministro? Según la ley es por “causas graves”, pero la carta de Medina Mora no dice absolutamente nada. Tras su cese, porque eso fue, Eduardo Medina Mora paseaba con total tranquilidad con su pareja, entre arrumacos, en Polanco, o se desayuna en la Condesa. Es cotidiano verlo hacer una vida de un jubilado normal en calles de la colonia Roma.

En el caso de Pardo Rebolledo, que se sepa, no tienen artillería en su contra. Pero a quien han estado amenazando es a Luis María Aguilar, que, cabe decirlo, tiene varios cadáveres en el clóset. Pero los mantienen bajo llave. La 4T sabrá por qué.

Por descarte, Luis María Aguilar no puede relevar a Zaldívar porque ya presidió la Corte. Además, no lo quieren ver ni en pintura en la 4T.

Hay dos integrantes de la Corte que se descartan porque se les acaba su periodo de 15 años en el Pleno. Y hay al menos una posibilidad que de antemano habría bajado la mano: Margarita Ríos Farjat. ¿Será? Habrá que estar atentos. Tan atentos que, una vez publicada esta columna, otras fuentes abren la baraja y no hay descartes, como se sugirió de la ministra Ríos Farjat.

¿Entonces en dónde está la posibilidad real de la ministra o ministro que presida la Corte a partir del próximo año?

Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena, Javier Laynez Potisek y Alberto Pérez Dayán conforman una triada. Gutiérrez Ortiz Mena se quedó en la raya en la pasada sucesión, porque el primer candidato era Zaldívar, derrotado en 2015 por Luis María.

Ojo, según expertos, Jorge Mario Pardo Rebolledo está descartado porque termina su periodo de 15 años antes de los cuatro para los que podría ser elegido presidente de la Corte.

Pero hay otra triada de donde podría surgir la sucesora de Zaldívar: Yasmín Esquivel Mossa, Norma Lucía Piña y Loretta Ortiz.

En los fríos muros de la Corte perciben una gran debilidad intelectual y política de Ortiz. Y, en uno de los dos casos restantes, enfrenta tres votos absolutamente en su contra. Sus razones tendrán.

En esta ocasión aún resulta complejo poder anticipar quién será el relevo de Zaldívar, pero no cabe duda: la Corte está en la búsqueda de la dignidad perdida en estos cuatro años (¿AMLO va sólo por quitar casa de seis millones a juez? | La Silla Rota).

Punto y aparte. ¿Para qué es la campaña abierta que tiene Arturo Zaldívar? Su activismo en redes sociales, en particular en TikTok, y las banderas sociales que enarbola hablan de un político en campaña. ¿Para qué? Solo él sabe.

Punto final. Salud mental y violencia colectiva es un libro coordinado por el embajador, ex rector de la UNAM y respetado siquiatra Juan Ramón de la Fuente, y la doctora y también siquiatra Dení Álvarez Icaza González, en donde las plumas de María Elena Medina Mora, Luis Astorga, César Alarcón, Carolina Espinosa, Karla Flores, Markus Gottsbacher, María Cecilia Jaramillo, David Márquez, Diego Morales, Olmo Navarrete, Jesús Pérez Caballero, Luciana Ramos y Néstor Rubiano, arrojan luz en medio de la dolorosa sangría que aturde al país. Justo en medio de la necedad de López Obrador de dejar todo en manos de militares y repetir el error de sus antecesores en la Presidencia de México: no corregir la estrategia de seguridad que, en los hechos, es la misma.