¿FEMINISTAS DE CONVENIENCIA?

Barajeando el feminismo

Ser asociado con la causa de las mujeres hace brillar a ciertos protagonistas masculinos del espacio público y la vida política. | Fausta Gantús

Escrito en OPINIÓN el

Apoyar la causa feminista hace lucir bien a algunos hombres –y también a algunas mujeres, dicho sea de paso– pues les permite inscribirse en un amplio abanico de posiciones favorables a su imagen: sensibles, empáticos, solidarios, comprensivos, modernos, vanguardistas… Por otra parte, les posibilita tomar distancia de esas figuras violentas, grotescas, insensibles… Ser asociado con la causa de las mujeres, con su lucha por el derecho a una vida libre de violencia, con el repudio al machismo, y la defensa de los derechos de género hace brillar a ciertos protagonistas masculinos del espacio público y la vida política, en general porque ello, según creo entrever, o según me parece ellos consideran, les permite situarse en el “lado correcto de la historia”. ¿Feministas auténticos o de ocasión? ¿Pro-feministas o feministas a modo? ¿Lobos/machos disfrazados de ovejas/feministas? ¿Convencidos o convenencieros? ¿Antifeministas encubiertos? No seré yo quien califique ni defina, pero anoto un caso particular para poner el tema a discusión y que cada cual decida lo que en su opinión aplique.

En 2022 una caricatura de Rafael Barajas, mejor conocido por su sobrenombre de “El Fisgón”, causó una amplia polémica en las redes sociales. Publicada el 8 de marzo en La Jornada, en “Escenarios de violencia” el dibujante asoció a las feministas mexicanas con integrantes de las barras bravas del futbol que justamente acababan de protagonizar una escena de agresión y salvajismo mayor. En efecto, sólo dos días atrás, el domingo 6 de marzo en el marco del partido Querétaro-Atlas, se habían vivido momentos dramáticos de peleas, golpes, ataques diversos que dejaron al menos 22 heridos y no se sabe si muertos porque primero se dijo que los había y luego se negó el dato. El caricaturista Hernández, del mismo periódico, en su cartón “Marcador”, del 7 de marzo, calificó aquel suceso como el triunfo de 1-0 de la barbarie sobre la civilización. El suceso fue criticado igualmente en la caricatura de Magú, también en La Jornada, denunciando la impunidad imperante, pues que no había habido consecuencias para tal violencia, ya no digamos procesados, ni siquiera aprehendidos: “Muchos heridos, ningún detenido”. 

En lo que toca al movimiento feminista mexicano y a la marcha del 8 de marzo, tan satanizada por algunas autoridades, la mayoría de los moneros de La Jornada mostraron su posición feminista o, al menos, su solidaridad con la causa en la edición del 9 de marzo. Así, Magú, en su colaboración “Infundiendo pánico” criticó las vallas que circundaban Palacio Nacional, denunciando el papel jugado por el gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum. Rocha, por su parte, mostró que “La otra transformación” es la del feminismo que busca erradicar la violencia y defender derechos. Hernández dio cuenta de la violencia feminicida representada en un “Mapa” de la República mexicana formado con los nombres de las víctimas. Helguera, sin comprometerse, denunció el machismo cobijado por la impunidad que propicia la existencia de “Feminicidas”. En tanto El Fisgón decidió descalificar al movimiento feminista acusándolo de violento y así justificar el vallado para proteger a los edificios, algo así como los monumentos antes que los cuerpos.

Lo que cabe destacar en el caso de Barajas es que, en una rápida revisión de la última década (2012-2022) en sus colaboraciones en torno a la fecha del 8 de marzo (esto es, las caricaturas publicadas entre el 6 y el 10) en el primer lustro (2012-2016) no se mostró muy preocupado por el tema, pues sólo le dedicó una de sus obras en 2013 (9 de marzo: Caballerosidad machista); eso sí, hay que reconocerlo, se reveló como un entusiasta feminista, como un severo crítico del machismo, al que repudió en su sátira visual. Su feminismo pareció acentuarse en 2017 (10 de marzo: Unos cuantos piquetitos) y 2018 (9 de marzo: Largo camino por andar). Pero para el 2019 su feminismo sirvió claramente para atacar a Lilly Téllez y su posición conservadora en contra del derecho de las mujeres a la interrupción del embarazo que, según su caricatura, desdecía del progresismo morenista (9 de marzo: Senadora Lilly Téllez). Sin embargo, su feminismo entró en crisis cuando el movimiento se convirtió en el talón de Aquiles de los gobiernos de Andrés Manuel López Obrador y de Claudia Sheinbaum y del partido Morena –en el que él es formador de cuadros–, con la gran marcha de protesta y demanda de seguridad protagonizada por las mujeres el 8 de marzo de 2020, justo antes de iniciar el aislamiento provocado por la pandemia del covid-19. Aislamiento que vino “como anillo al dedo” a las autoridades pues la presencia del virus frenó el crecimiento de esa ola feminista que estaba cobrando grandes alturas. 

Así, haciendo eco del “temor” gubernamental a la marcha que se avecinaba, el 7 de marzo publicó una caricatura de ambiguo significado “Sororidad. Pañuelo verde”. En ella se muestra un gigantesco símbolo del género femenino pintado de rosa, transmutado en una gran cruz en la que se crucifica a una mujer adulta con la túnica baja a la cintura, mostrando el pecho desnudo y a su lado, de pie, una joven mujer vestida de negro y con pañoleta verde que pega de hachazos a la cruz. La representación de ésta última tiene como objetivo asociar el movimiento feminista con el llamado “bloque negro”, que en varias ocasiones ha despertado polémicas, pues ha sido señalado como violento por las autoridades y por algunos medios de comunicación. Aunque, en realidad, el color negro tiene un doble propósito, por un lado el anonimato, para impedir ser víctimas de la represión oficial y, por el otro, sirve para expresar el dolor, el duelo, ya por ser ellas mismas directamente víctimas de algún tipo de agresión, por pertenecer a una familia que lo ha sido o por estar ligadas a alguien que lo ha sido o lo es; en tanto el pañuelo verde es el símbolo de la lucha por el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos que algunos simplistas resumen o identifican como pro-aborto

La lectura, decía, no es sencilla: ¿la lucha de unas mujeres se traduce en el riesgo de otras? ¿Son las mujeres mismas quienes están acabando con el feminismo? ¿Ninguna lucha feminista es válida porque las luchas de unas son las derrotas de otras? Lo que me parece, en realidad, es que valiéndose de las diferencias de la brecha generacional del movimiento que el debate público de aquellos días había evidenciado, esto es, la ruptura entre las feministas “de antes” y las “de ahora”, con esa imagen buscaba señalar, por una parte, la supuesta incongruencia misma de la causa y, por el otro, pretendía “victimizar” a las feministas de más edad. Algunas de las cuales colaboraban con las autoridades, apoyaban en ese momento las estrategias gubernamentales que las jóvenes repudiaban y denunciaban, y hasta fueron a celebrar al presidente a Palacio Nacional en el Día Internacional de la Mujer, y señalar a las “villanas”: las nuevas generaciones de mujeres feministas. Más allá de los múltiples posibles significados, lo que parece estar claro es que esta caricatura es cualquier cosa menos de apoyo al movimiento: persigue socavarlo. Quizá apercibido de ello el 10 de marzo intentó echar reversa con “Macho con ojo morado” pero ya había quedado claro que el feminismo que le cuadra es el de antaño, el “de la vieja guardia”, el que está con el gobierno, el que se porta bien.

Ni Rocha ni Magú ni Hernández, todos autodefinidos como “moneros” de La Jornada, todos hombres de izquierda, todos, unos más otros menos, asociados con la causa de López Obrador, por citar algunos casos, traicionaron sus convicciones. Hemos de considerar que El Fisgón tampoco, no las traicionó, sólo cambiaron. ¿O quizá nunca fueron auténticas en lo que respecta al feminismo?

*Fausta Gantús

Escritora. Profesora e Investigadora del Instituto Mora (CONACYT). Especialista en historia política, electoral, de la prensa y de las imágenes en Ciudad de México y en Campeche. Autora del libro “Caricatura y poder político. Crítica, censura y represión en la Ciudad de México, 1867-1888”. Coautora de “La toma de las calles. Movilización social frente a la campaña presidencial. Ciudad de México, 1892”. Ha coordinado trabajos sobre prensa, varias obras sobre las elecciones en el México del siglo XIX y de cuestiones políticas siendo el más reciente el libro “El miedo, la más política de las pasiones”. En lo que toca la creación literaria es autora de “Herencias. Habitar la mirada/Miradas habitadas” (2020) y más recientemente del poemario “Dos Tiempos” (2022).

 

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