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No es momento de bajar la guardia

Ojalá ya estemos cerca de ver la luz al final del túnel, pero todavía no es momento de bajar la guardia. | Agustín Castilla

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Escrito en OPINIÓN el

En un par de meses cumpliremos dos años de pandemia en nuestro país. En aquel entonces se nos dijo que se trataba de un virus menos peligroso que la influenza, que la pandemia iba a ser pasajera y que nos siguiéramos abrazando, a pesar de que la situación por la que estaban atravesando otros países nos mostraban un panorama muy distinto ante el incremento de contagios, de la demanda hospitalaria y de fallecimientos. Cuando menos perdimos dos meses muy valiosos que debimos aprovechar para prepararnos mejor, tomar medidas preventivas, concientizar a la población y adecuar nuestra infraestructura sanitaria como se documenta en varios estudios que se realizaron al respecto. 

Por ejemplo, en el Índice de Adopción de Políticas Públicas para la Contención de covid-19 desarrollado por la Universidad de Miami, México obtuvo apenas 43 de 100 puntos debido a una aplicación tardía e insuficiente de medidas de contención como suspensión de actividades laborales y económicas, reducción de movilidad, uso de cubrebocas, restricción de eventos y reuniones públicas -ya en plena pandemia el presidente López Obrador se negaba a usarlo y a suspender sus giras-, que coincide con el estudio elaborado por el Consejo Interno del Centro de Ciencias de la Complejidad de la UNAM. 

Hoy, con cerca de 300 mil defunciones según las cifras oficiales -pero que pueden ser alrededor del doble y se calcula que la tasa de mortalidad en México es 4.1 veces mayor que la mundial- parece que la historia se repite. Ante la inminencia de la llegada de la variante Ómicron a nuestro país, que ha disparado exponencialmente los contagios en Sudáfrica, varios países de Europa o Estados Unidos, el presidente nos invitaba a reunirnos en estas fiestas decembrinas y se organizaban verbenas y conciertos. En tanto que los especialistas alertaban sobre el probable aceleramiento de la pandemia y su posible impacto, las autoridades minimizan de nuevo la situación.

Apenas hace un par de días el presidente López Obrador pidió que “no nos metan miedo” con la cuarta ola de covid-19, y si bien debemos mantener la calma y no generar pánico, ello no obsta para tomarlo con la seriedad que amerita y actuar con la mayor prudencia como el caso de algunos gobiernos locales que sensatamente decidieron posponer el regreso a clases para que no fuera tan cercano a la celebración de año nuevo que representa un importante espacio de riesgo, contrario a la posición de la SEP. 

Hasta el momento parece que, aunque la nueva variante es mucho más contagiosa como ya se está viendo en los reportes diarios -en unos cuantos días pasamos de 2 mil a más de 15 mil contagios a pesar de contar con un limitado número de pruebas-, y particularmente en los círculos cercanos de familiares, amigos, en redes sociales o con las largas filas en kioscos y farmacias, provoca una enfermedad más leve similar a un fuerte resfriado sobre todo para las personas vacunadas. 

Sin embargo, no perdamos de vista que únicamente 56% de la población cuenta con el esquema completo de vacunación y un porcentaje aún muy pequeño ha recibido la dosis de refuerzo, por lo que todavía contamos con un segmento amplio de población vulnerable, además de que, a mayor número de contagios también se va a incrementar el número de hospitalizaciones como está ocurriendo en muchos países. Otro factor a considerar es que aún no se conocen las secuelas que puede dejar Ómicron y por tanto tampoco se puede afirmar que no tendrá mayores efectos en las personas contagiadas. A dos años es mucho el cansancio de la gente y quizá no sea viable pensar en un nuevo confinamiento por sus consecuencias económicas y emocionales, pero es indispensable que aprovechemos el aprendizaje de este ya demasiado largo y doloroso periodo de tiempo en pandemia (uso correcto de cubrebocas, espacios ventilados, evitar eventos masivos, acelerar la vacunación, aplicación de pruebas, aislamiento ante el menor síntoma y olvidarnos de los tapetes sanitarios) para poder disminuir los riesgos. Ojalá ya estemos cerca de ver la luz al final del túnel, pero todavía no es momento de bajar la guardia.