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OPINIÓN

Impunidad

¿Por qué no una autoridad única? | Ricardo de la Peña

Escrito en OPINIÓN el

Y continuando con el tema que nos ocupó hace dos semanas: ¿para qué se quiere que existan distintos centros de poder en un Estado? ¿Por qué no una autoridad única y una jerarquía vertical que atienda y resuelva todos los asuntos?

 

Las razones contra la poliarquía

Hay una parte no despreciable de la sociedad que piensa que la descentralización del poder es un estorbo, es algo que retrasa, complica y hace barrocos los procesos de decisiones sobre programas y políticas públicas y que limita la capacidad y efectividad del Estado en general y del gobierno en particular. Incluso hay voces que se alzaron en pro del reencuentro de mayorías legislativas para el gobernante que le permitieran la puesta en operación expedita de sus políticas que hoy se pronuncian en contra de la concentración de potestades en un poder, en una persona, y que se desgarran vestiduras olvidando que hace poco tiempo, cuando confiaban que serían los suyos quienes mandaran, se pronunciaban contra la poliarquía. Entonces, ¿para qué fomentarla?

 

Las desventajas de la autarquía

Un régimen etiquetado como democrático que juega a respetar y perpetuar un conveniente discurso de fomento a la democracia, pero que en realidad apoya la concentración del poder en un órgano o, como es costumbre, en una persona, permite incurrir en excesos y justificar atropellos. En lugar de que se imponga un Estado de Derecho que iguale a todos ante la ley, alimenta fórmulas de gobierno que favorecen abierta y arbitrariamente a unos y descuenta e incluso persigue a otros, a quienes en el extremo pudiera dejar con un trío de posibilidades: encierro, destierro o entierro. Hoy, en México, no estamos en esa circunstancia, pero hemos avanzado hacia allá.

En el caso de la emergencia sanitaria, el gobierno decidió unilateralmente quedarse con la potestad de vacunar, impidiendo la adquisición de biológicos por los particulares, lo que le permitió y permite decidir cuándo, dónde y a quiénes ir vacunando y con cuáles fármacos. Si una vacuna o una mezcla no está probaba, es peligrosa o provoca reacciones intensas peores para la persona; si no se compraron vacunas autorizadas para los infantes, que no se vacunen y corran el riesgo de enfermar o morir. Todo ello sosteniendo en sus puestos a personajes que han faltado a la razón y al respeto a los ciudadanos. Igual que se otorga impunidad no solamente a servidores públicos incompetentes, sino probadamente corruptos o criminales. Los míos, quienes me son leales, son impolutos porque lo decido yo.

Pero a mis enemigos los persigo y encarcelo y los acuso impunemente y sin prueba alguna de lo que me venga en gana. Al fin que no nos pasa nada. Eso sólo puede terminar sacando del poder al grupo que se solapa y aplaude mutuamente y toma los asuntos públicos como Cosa Nostra. Si se perpetúa, seguirá siendo impune y no habrá poderes que se le opongan. Para eso es la poliarquía: para un control en tiempo real que impida los excesos y los juicios posteriores a la comisión de actos que pueden ser eventualmente incluso de lesa humanidad.