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El latir de la montaña

México es uno de los países con mayor número de montañas del mundo y 2022 será el Año Internacional del Desarrollo Sostenible de las Montañas. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

El fluir del agua domina el paisaje sonoro del lugar, mientras más arriba del nivel del mar se está, menos ruido mundano se escucha y más riachuelos y fuentes de agua brotan de manera, casi espontánea, bañando miles de rocas, árboles, plantas e innumerable vegetación, conjuntándose en cascadas, lagos y vasos de agua descendientes, alimentadores de una de las necesidades más básicas en el planeta, el agua.

La relevancia de estas elevaciones de terreno es tal que se les han dado nombres propios y género; tienen sus propios guardianes y voceros; otorgan permiso para su visita; se le ha representado pictográficamente en códices, pinturas, murales; se les ha fotografiado y filmado en un sinfín de ocasiones; tienen sus propias leyendas; son hogar de miles de especies; marcan la pauta del tiempo y del clima; son personajes históricos o escenarios literarios, en sí, son fuente de vida.

Una gran experiencia es poder escucharlas, cuando el silencio de la soledad de sus alturas permite oír el latido de la tierra a través de ellas o ver las maneras en que los rayos y los truenos desatan su furia en su cima como preludio del derramamiento de las nubes sobre las partes más altas, desde donde se comenzarán a inyectar de vida las partes más bajas y el subsuelo.

En países como el nuestro, donde más de dos terceras partes de su territorio está conformado por sistemas montañosos, el vínculo con las montañas ha sido social, económica y políticamente relevante, pues muchos pueblos las veneran y buscan la regulación de los ciclos del agua y, por ende, de la vida agrícola y de la naturaleza en general, mediante rituales en sus laderas y valles. 

Así lo demostró el ya emblemático libro “La montaña en el paisaje ritual” de Johanna Broda, Stanislaw Iwaniszewski, Arturo Miranda Montero, en el cual se conjuntaron más de 20 investigaciones antropológicas sobre el vínculo entre los seres humanos y la montaña, desde múltiples ángulos simbólicos, y con diferentes implicaciones en las comunidades asentadas sobre estos terrenos elevados. 

La evidencia arqueológica ha sido clara al encontrar decenas de basamentos y montículos en territorios montañosos, incluso, en las cimas, o en sus cuerpos de agua, como fue el caso del Nevado de Toluca, donde se hallaron ofrendas, y hay muchos pueblos que aún conviven con ellas todo el tiempo. Por ejemplo, los ayuuk, en Oaxaca, que están acostumbrados a caminar por encima de las nubes que revisten las montañas de la sierra Mixe.

E incluso hay evidencia lingüística, pues en náhuatl, montaña se dice altepetl, un vocablo que conjunta a las palabras agua y cerro, en alusión a la trascendencia de los cerros para la vida, para poder beber agua y para regar los cultivos, y que también significaba una unidad política de organización territorial, y de creencias, pues cada altepetl se encomendaba a una deidad para su protección.

Este 2022 será el Año Internacional del Desarrollo Sostenible de las Montañas, promovido por la Organización de las Naciones Unidas, las cuales, recubren 27 por ciento de la superficie del planeta y son ecosistemas clave que suministran a la humanidad bienes y servicios esenciales como el agua, los alimentos, la diversidad biológica y la energía.

Ellas aportan entre el 60 por ciento y el 80 por ciento del agua dulce de la Tierra y alojan al 25 por ciento de la diversidad biológica terrestre. Además de ser el hogar de mil 100 millones de personas. Su cuidado arroja beneficios como contrarrestar el cambio climático, mejorar la calidad del aire que respiramos y disponer de mayor cantidad de agua.

México es uno de los países con mayor número de montañas del mundo, pues 70 por ciento de su territorio está conformado por sistemas montañosos como la Sierra Madre Occidental, la Sierra Madre Oriental, Sierra Madre del Sur, Sierra de Baja California y el Eje Neovolcánico Transversal. Por lo que, se requiere tomar medidas para reducir el número de hectáreas deforestadas, incendios forestales, la tala clandestina y la contaminación de fuentes de agua.

El año pasado, el Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, organización civil que desde 1994 promueve un manejo responsable de los bosques, monitorea el manejo forestal comunitario, organiza una serie de actividades de cuidado y aprovechamiento sustentable de los recursos forestales realizadas colectivamente en las comunidades, ejidos y pueblos indígenas que viven en los bosques y selvas del país, la mayoría, ubicadas en las montañas. 

Como parte de estas actividades están las podas, las reforestaciones, el combate y prevención de plagas e incendios, la protección de la biodiversidad, el aprovechamiento de especies maderables y no maderables, y el beneficio comunitario del manejo del bosque mediante empleos.

“Las nubes están ya sobre las montañas, tan distantes que sólo parecen parches grises prendidos a las faldas de aquellos cerros azules” describiría Juan Rulfo al paisaje montañoso de aquellas tierras que acogerían a los cuentos que dan vida a !El llano en llamas”.