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Consulta ¿Éxito? ¿Fracaso?: Depende

El punto de vista político y el interés institucional de cada uno, hacen que para López Obrador y Lorenzo Córdova la consulta haya sido un éxito. | Joel Hernández Santiago

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Escrito en OPINIÓN el

El paisaje después de la batalla es que ‘para todos –o casi– fue un éxito’ la consulta del domingo 1 de agosto de 2021. O por lo menos así está puesto en el discurso político del 2 de agosto en el que los actores políticos de hoy lanzan su cuarto a espadas para agradecer, como Pedro Vargas, a todos los asistentes y a los participantes en la primera Consulta Ciudadana con modelo constitucional, de este gobierno...: “Muy agradecido, muy agradecido, muy agradecido”. 

Pero: ¿Fue un triunfo para este procedimiento de participación ciudadana en México y para la democracia mexicana? No. No lo fue. Fue un fracaso. 

El presidente del Instituto Nacional Electoral (INE) Lorenzo Córdova Vianello dice que la consulta ciudadana del 1 de agosto fue todo un éxito. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador dice que la consulta ciudadana del 1 de agosto fue todo un éxito. 

Puede ser. Depende del punto de vista político y del interés institucional de cada uno. 

Para Córdova fue un éxito porque a pesar de todo y contra todo, a pesar de los ataques que se les asestaban día a día, de las descalificaciones previas y amenazas por un previsto fracaso de participación ciudadana y de que se les achacaría ese revés a la consulta, ésta se llevó a cabo... 

Aún con muy pocos recursos y con la advertencia de que ‘lloviera, tronara o relampagueara’ el INE la tenía que organizar bien y de buen modo, lo hizo. Y bien. ‘Que la gente vaya a votar, o no, tiene que ver con otros factores, no de la organización’, precisaría el Consejero presidente.

Así que el ciudadano mexicano en todo el país pudo acudir a votar por el “si” o por el “no” a la pregunta de si se debería juzgar a “actores políticos del pasado”. 

Por su parte el presidente mexicano dijo que fue un éxito porque prácticamente el 99 por ciento de los votantes ese día dijo que Sí, que se debe juzgar a quienes en el pasado cometieron tropelías, chanchullos, corrupción, engaño, crímenes de lesa humanidad... Unos cuantos dijeron “no”. 

El 2 de agosto, en Puerto Vallarta, Jalisco, el presidente López Obrador exaltó: “Nunca había participado tanta gente en una consulta de las que se han registrado históricamente, fue algo muy importante, trascendente, independientemente si es vinculatoria o no, se echó a andar un proceso democrático para que nadie se sienta intocable, absoluto, en ningún nivel de la escala, y no se deje de respetar al pueblo”.

Y sin embargo las cifras contienen información que debemos tomar en consideración si es que queremos avanzar en los procesos de participación ciudadana que están establecidos en la Constitución mexicana. 

En primer lugar, la asistencia a las casillas de votación fue extremadamente baja. De 93 millones de ciudadanos invitados a participar en la Consulta sólo acudieron 6.6 millones. Es decir un poco más del 7%. Lo que visto desde la perspectiva democrática es mínimo. O sea, un fracaso. 

No es que la gente desdeñe un procedimiento que en sí mismo es sano, indispensable y muy honorable en democracia: la participación ciudadana para la toma de decisiones fundamentales en la vida y el desarrollo y seguridad del país. Que es decir, en momentos cruciales y por razones cruciales. 

No es un procedimiento adicional. Sí es fundamental para mostrar al gobierno y al país que los mexicanos podemos tomar decisiones trascendentes por nuestra propia cuenta y riesgo, siempre y cuando no se nos induzca a una respuesta con interés de parte; que no se nos inocule el odio y la venganza sino exclusivamente el gran interés nacional para la preservación del país y la sana convivencia de los mexicanos. 

El problema de la no asistencia ese día tiene que ver con la forma y las razones por las cuales se consultó a la ciudadanía. 

Y aquí el problema de la forma: Ya se ha dicho que la pregunta que redactó la Suprema Corte de Justicia era al mismo tiempo incomprensible, como ambigua y fuera de realidad. Se inducía a la respuesta afirmativa y se ponía en manos ciudadanas una decisión que ya, antemano, tomó en su Constitución al otorgar su mandato a quien corresponde.   

La razón era muy clara: juzgar a los expresidentes de México, de Carlos Salinas de Gortari a Enrique Peña Nieto, por delitos que pudieron cometer durante su mandato. Está bien. Prácticamente todos los mexicanos queremos que los mandatarios se sometan a revisión histórica y a procedimientos de justicia. Pero eso ya está en la Constitución y tan sólo habría que seguir su ordenamiento. 

Pero esta vez se utilizó un procedimiento importantísimo para los ciudadanos y para el país, desgastado en un tema que no tenía ni la relevancia ni la intensidad que merece este ejercicio. 

Sí, se quiso mostrar músculo político. Pero no se calculó que la gente tiene su propio criterio y sabe cuándo participar y cuándo no, a pesar de la insistente divulgación para concurrir que se hizo desde el INE y, sobre todo, desde los aparatos e instrumentos de gobierno. 

Pero también esto es un ejemplo de que manipular un instrumento de esta naturaleza puede ser contraproducente en ejercicios posteriores. 

Ya se anuncia la consulta para la Revocación de Mandato en marzo del año próximo. La experiencia de hoy va a mover a todos desde el poder o lo institucional, pero sobre todo va a desahogar el sentimiento de la nación respecto de la valoración que tiene del actual gobierno y cuál es la medida exacta de su fortaleza, o no. Lo veremos entonces.