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OPINIÓN

La crisis en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García

Docentes exigen la renuncia de su director y un cambio de rumbo urgente, a efecto de evitar su cierre definitivo. | Adolfo Gómez Vives

Escrito en OPINIÓN el

Hay instituciones públicas que —por la naturaleza de sus objetivos— nacieron nobles. Es el caso de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. ¿Qué mayor nobleza puede haber que la de proteger, observar, promover, estudiar y divulgar los derechos humanos? Que sus alcances sancionatorios fueran limitados desde su concepción, es otra cosa.

En el ámbito privado también existen personas jurídicas que destacan por sus aportes y por su nobleza. La Escuela de Periodismo Carlos Septién García es una de ellas. Formar y especializar periodistas “en beneficio de la sociedad y en favor del avance democrático del país” son algunos de los elementos que conforman su misión, su razón de ser.

Sin embargo, la Septién García atraviesa por uno de los momentos más críticos de su historia. En marzo de 2018 se difundieron los primeros hechos graves que comprometen su prestigio: la inacción de sus autoridades frente al acoso sexual realizado por un estudiante y denunciado por una veintena de alumnas.

En el colmo de la estupidez, su director general, Víctor Hugo Villalva Jiménez —acompañado del entonces director académico y director de recepción profesional, Enrique Mandujano Sandoval— pasó a cada salón de la Septién a intimidar al alumnado, con el argumento de que las autoridades escolares acababan de denunciar ante la Fiscalía General de la República “a quien resulte responsable” por el daño causado a la institución, como consecuencia de la difusión de un video anónimo que señalaba la probable responsabilidad del director académico en otro hecho de acoso sexual contra una alumna.

Si bien es cierto que el video contenía elementos claramente dolosos contra la institución, lo cierto es que un año después se confirmarían algunos de sus puntos, cuando —en el contexto del movimiento global #MeToo— la acosada denunciara públicamente al entonces director académico, quien también formaba parte del máximo órgano de gobierno de la Septién: la Asociación Cultural Carlos Septién García, A.C.

Al margen de que el daño moral es un ilícito de naturaleza civil y no penal —y menos un delito de interés del fuero federal—, la denuncia de Villalva Jiménez jamás existió. Fue un engaño. Se trató de un acto de intimidación tendente a contener la indignación de las alumnas ante su inacción y ante la protección que las autoridades escolares le brindaron al alumno agresor quien, por cierto, concluyó sus estudios sin ningún contratiempo.

En ese mismo contexto, el profesor normalista de educación física, Raymundo Mucio Adame Villalobos, adscrito a la Autoridad Educativa Federal en la Ciudad de México —egresado de la Septién García— y quien se ostentaba como “representante legal” de la Escuela de Periodismo, amenazó al alumnado con denunciarlos “por terrorismo”, ante la presión ejercida por éstos. Hoy encabeza a la Asociación Cultural Carlos Septién García, A.C.

El pasado 27 de mayo, fecha en que se conmemoró el 72 aniversario de la Escuela de Periodismo, los profesores Fernando del Collado, Mario Gutiérrez Vega y María de los Ángeles Magdaleno, enviaron a las autoridades de la Escuela un documento intitulado “Nada qué celebrar en la Septién”.

En la misiva reiteran que desde el 20 de febrero de 2020 advirtieron “de los problemas que se avecinaban por la pasividad y falta de acciones concretas” en los planos académico, directivo y administrativo del posgrado, por parte de las autoridades.

Entre los asuntos referidos por los docentes, destaca la reducción de la matrícula, que tiene varias explicaciones. Las más relevantes son el rezago de los planes de estudio frente a una profesión que ha tenido que adecuarse velozmente a las nuevas tecnologías de la comunicación, la inexistencia de materias enfocadas a la investigación en entornos complejos como lo es la dificultad de acceder a informaciones ilegítimamente reservadas por los entes públicos o la inexistencia de materias enfocadas al análisis de grandes volúmenes de información almacenadas en bases de datos, por sólo citar algunas.

Estos elementos, más los “abusos, negligencias y actitudes incomprensibles por parte del director” han llevado a la Septién García “al borde de su extinción”, señalan los docentes. El propio Villalva Jiménez impidió que, como parte de las prácticas de la materia denominada Comunicación Organizacional —que entonces impartía quien esto escribe—, el alumnado realizara estudios de clima organizacional al interior de la Escuela. Villalva estaba consciente de que los resultados de la encuesta pondrían de relieve otro problema grave: su trato déspota contra algunos trabajadores de la Escuela. En ello coinciden los docentes precitados, cuando señalan que “Villalba ejerce un sistema de opresión y maltrato al personal” de la Septién.

Precisan que “durante el tiempo que Villalva ha estado al frente de la Escuela, nuestra institución se ha visto reducida, marginada y la han colocado en vías de su cierre definitivo. En este periodo de administración, la Septién ha carecido de proyectos serios y sistemáticos de colaboración académica con otras universidades pares a nivel nacional, menos aún, de carácter internacional”.

Cabe señalar que Víctor Hugo Villalva no es egresado de la escuela de Periodismo. Cursó la licenciatura en Ciencias Humanas, en la Universidad del Claustro de Sor Juana. No es periodista, ni tiene experiencia en medios, lo que atenta contra los propios lineamientos e ideario de la Escuela de Periodismo.

Ante este sombrío panorama para la institución, se demanda la inmediata destitución de Víctor Hugo Villalva Jiménez como director general de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y la designación en su lugar, de un egresado de la Escuela, con experiencia en medios de comunicación, en un proceso abierto, transparente, que involucre a su comunidad y tenga la visión y el compromiso de reflotar a la institución decana del periodismo en México.

El futuro de la Escuela está en las manos del resto de los integrantes de la Asociación Cultural Carlos Septién García, quienes —hasta ahora— parecen eludir sus responsabilidades históricas para con la institución y el alumnado.

Hay instituciones que, por su naturaleza y objetivos, nacieron nobles. Sin embargo, su trascendencia depende de personas comprometidas, que cuenten con el perfil idóneo para conducirlas ante las adversidades. Villalva Jiménez no es de esas.