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OPINIÓN

Maldición imperius

Muchas veces la Maldición Imperius es usada para obligar a personas inocentes a realizar todas las órdenes de quien la utiliza. | Ricardo de la Peña

Escrito en OPINIÓN el

Formado en la lectura y tradición de J.R.R. Tolkien, a pesar de su conservadurismo, siempre me pareció menor la obra de J.K. Rowling, aunque debe reconocerse el impacto cultural y el éxito comercial de las novelas fantásticas que describen las aventuras del joven aprendiz de magia y hechicería Harry Potter, que son sin duda la serie de libros más vendidos de la historia. Compartí la crítica sobre estos textos de A.S. Byatt, para quien el universo que dibujan es sólo un “mundo secundario compuesto de una colección de partes incongruentes derivadas de todo tipo de literatura infantil”.

 

 

Los maleficios imperdonables

En este mundo mágico de Potter existen tres maleficios imperdonables, así considerados desde hace casi dos siglos, según informa Albus Dumbledore: la Maldición Asesina, que causa una muerte instantánea; la Maldición Cruciatus, que genera un dolor insoportable; y la Maldición Imperius, que cuando se lanza correctamente pone a la víctima completamente bajo el control del usuario, aunque una persona con una excepcional fuerza de voluntad y carácter puede ser capaz de resistir sus efectos, siendo por ello la menos perjudicial de las maldiciones imperdonables y la única que puede ser eventualmente contrarrestada. El uso sobre un ser humano de cualquiera de estas maldiciones imperdonables propicia una sentencia de por vida en la fortaleza de Azkaban, a menos que exista evidencia de que fue provocada por una maldición similar. 

Cuentan los relatos que la Maldición Imperius fue inventada durante la temprana edad media por magos o brujas oscuros para coaccionar a otros. A diferencia de otras maldiciones imperdonables, los sujetos bajo este maleficio no experimentan una sensación desagradable, sino que caen en un estado de calma, en el que desaparece el sentimiento de responsabilidad y angustia, pero quedan bajo el control total del usuario, y pueden ser obligados a hacer lo que este desee. Cuando la Maldición Imperius es mal realizada, la víctima puede quedar enloquecida, debido a un daño físico irreversible.

 

 

La aplicación del maleficio

A pesar de la condena que conlleva su empleo, muchas veces la Maldición Imperius es usada para obligar a personas inocentes a realizar todas las órdenes de quien la utiliza, como ocurrió en las guerras mágicas. Ello se facilita por el hecho de que sus usuarios pueden argumentar haber estado bajo el influjo del propio maleficio, lo que hace difícil determinar si hubo realmente un crimen, pues la sola existencia de este maleficio provoca una confusa circularidad, donde alguien pudo estar hechizado y por ello emplear la maldición o sólo justificar tramposamente su uso bajo este argumento.

Uno añadiría, más allá de la obra de Rowling, que este maleficio es un recurso empleado por muchas personas que detentan el poder para forzar un respaldo irrestricto a sus deseos, convertidos en órdenes, so pena de caer en el ostracismo o al menos no tener acceso a beneficios políticos o económicos. Ya habrá el momento en que quien pudo propiciar estas acciones sea acusado de causarlas y sus seguidores aleguen que fueron obligados, cambien de casaca y vuelvan a someterse al imperio de alguien poderoso. Aunque siempre habrá hechiceros con la capacidad de dominar y controlar la voluntad de otros, no se podrá distinguir con claridad cuando la conducta se deba al poderío del mago y cuando a la conveniencia de los sometidos.