Camille Kouchner estalló con su escritura -por fin- el pacto de silencio: el esposo de su madre abusó sexualmente de su hermano gemelo a partir de los 14 años y durante varios años. Ahora Antoine y Camille tienen 45 años. Su madre, Évelyne Pisier murió en 2017. Llegó el momento de escribir un libro. Un testimonio. Una denuncia. ¿La madre? Una abogada feminista, una de las primeras mujeres Agregada en Ciencias Políticas y Derecho Público. ¿El padre? el médico y exministro francés Bernard Kouchner, fundador de las asociaciones de ayuda humanitaria Médecins Sans Frontières y Médecins du Monde. ¿El padrastro? El politólogo Olivier Duhamel, presidente de la Fundación Nacional de Ciencias Sociales, profesor emérito del Instituto de Ciencias Políticas de París.
Fragmentos de vida de una izquierda que llegó al poder y para la cual se emplearon términos como "la izquierda caviar" y el juego de palabras: "La gauche de la rive gauche" ("la izquierda de la rivera izquierda"), en alusión a los barrios "bohemios" de ese lado del Sena, y sus precios estratosféricos por metro cuadrado. Nada de lo anterior es menor. Antoine Kouchner fue abusado por su padrastro en ese ambiente de intelectuales, defensores de "las mejores causas", la libertad de las personas y de los pueblos, la justicia, el diálogo, la polémica. El derecho a la palabra. La inmensa confusión para Antoine ante el padrastro adorado. El dolor, el rechazo, la culpa tan común en el abuso sexual, sobre todo cuando es incestuoso: ¿acaso Olivier podría permitirse hacerle daño? ¿no estaba solo intentando -tal y como le dijo- enseñarle algunos placeres de la vida? ¿lo que le sucedía no sería parte de esa "libertad sexual" que los adultos reivindicaban sin parar alrededor suyo?
?"En París, en Sanary. Mi padrastro entraba en la recámara de mi hermano. Yo escuchaba sus pasos en el corredor y sabía que iba a su encuentro. En ese silencio yo imaginaba. Le pedía a mi hermano que lo acariciara... que lo chupara". Ella sabía. Durante años cargó esa culpa inmensa: la de vivirse como cómplice. "La familia grande", el testimonio escrito por Camille se entrecruza con la biografía (a dos manos) de su madre publicada en 2018 a un año de su muerte. Évelyne Pisier quiso escribir la vida de su madre Paula y la suya hasta el suicidio de Paula. Recurrió a su editora Caroline Laurent, conversaban, revisaban el material y las memorias. Los capítulos iban y venían. Évelyne murió antes de que el libro estuviera terminado. Caroline continuó la obra y la publicó un año después.
"De repente, la libertad", las memorias de Évelyne, vio la luz cuando la ruptura entre la madre y los tres hijos de su primer matrimonio llevaba ya años. El estallido familiar. Camille decidió que tenían que decirle la verdad a su madre. Antoine le rogó cada vez que guardara silencio. La madre de Évelyne se suicidó. Su padre también. ¿Cómo fragilizarla más? Pero un día Antoine habla con su madre. Évelyne rechaza esa verdad, la minimiza, termina culpando a Antoine por haber "seducido" a su esposo. "La voz de mi madre en el teléfono es una nueva condena: Odio su perversidad. Ahora todo el mundo va a saberlo".
El mundito alrededor de ellos se entera de los abusos y toman partido: Antoine y Camille están difamando a Duhamel. Son perversos, quieren destruirlo. Hay otros dos hijos en medio: Luz y Pablo, los pequeños chilenos adoptados por Évelyne y Duhamel. La familia se parte. La madre elige a su esposo. Los hijos de Évelyne y Kouchner son excluidos. Una se imagina lo que la lectura de "Y de repente, la libertad" pudo significar para ellos en este contexto. La historia fascinante de la abuela y de la madre, heroínas de la ruptura de los mandatos femeninos. Los años de pasión entre Évelyne y Fidel Castro. Los hijos no tienen lugar alguno en la historia, ni siquiera figuran en los agradecimientos. Curiosamente tampoco la hermana de Évelyne, la actriz Marie-France Pisier, descubierta a los 16 años por Truffaut, la que trabajó con Buñuel, con Rivette, con Téchiné, con Alain Robbe-Grillet. Desaparecida de la historia de la saga familiar. Fue quien apoyó a sus sobrinos. Quien le pidió a su hermana que dejara a su marido depredador. Estallido sin remedio. Las hermanas habían sido inseparables. Tiempo después, Marie- France también se suicidó.
"La familia grande" es la narración del inmenso amor de una hija por su madre. Las reticencias y el rechazo hacia Kouchner, un padre distraído y ausente. La separación de sus padres, el encuentro con Duhamel y las bellezas de una familia de elección amplia, brillante, cultivada, integrantes de la izquierda francesa, refugiados chilenos. Pasan juntos todos los veranos en una inmensa propiedad en Sanary. "Todas las vacaciones. Una familia reinventada alrededor de Paula, Évelyne y Marie France. Alrededor de mi padrastro". "Gracias a la vida" a todo volumen y en la voz de Joan Báez. Una abuela y una madre que no paran de hablar de "liberación", "derechos de las mujeres". Entre Camille y Évelyne: "La cultura y las palabras todo el tiempo", el 68 y su "prohibido prohibir". "Me habla de Allende, Castro y Camilo Cienfuegos". Camila la llama: "mamá mayéutica", no impone, aparentemente no, llama a sus hijos a la reflexión. A llegar a sus propias conclusiones.
Kouchner es un padre ausente, se lanza al mar de China al rescate de los "boat people" vietnamitas. Renta un buque de carga. Nada lo detiene. Évelyne le dice a su hija: "tu padre es un héroe de los mares del sur. No tienes elección Tienes que comprenderlo. Como médico, decidió salvar a los otros niños. No a los suyos". El padrastro en cambio está allí: amoroso y presente. "Mi padrastro me llevaba con él a visitar a sus amigos, me presentaba como su hija. Me daba fuerzas para todo. Me acompañaba, me tranquilizaba, confiaba en mí. 'Ustedes son mis hijos, y mejor que eso'". ? Duhamel le habla de Simón Bolívar, le sugiere leer a Pablo Neruda. Un día Antoine le murmura a Camille: "Me llevó de fin de semana, ¿lo recuerdas? Vino a mi cama y me dijo 'voy a mostrarte. Vas a ver, todo el mundo lo hace', me acarició y después, ¿sabes?" Évelyne está destruida después del suicidio de su madre (no mucho después del de su padre), " mi madre bebía en la noche. Mi padrastro le servía y le servía más. La ayudaba a dormir, a salvarse... El olvido de todo, el olvido de nosotros. Por la noche mi madre me hablaba y en la mañana no recordaba nada".
El pánico ante la posibilidad del suicidio se instala en a casa. Duhamel supo bien utilizarlo. Antoine le cuenta a Camille: "Dice que mamá está demasiado cansada, que le diremos después. Sus papás se mataron. No es necesario sumarle más... respeta este secreto". La duda omnipresente entre el amor y la confianza y los continuos abusos: "'No sé si hay que enojarse. Es amable conmigo, ¿sabes?' Mi cerebro se cierra. No entiendo nada. Cierto que es amable mi padrastro adorado". Los hijos de Évelyne crecen, Antoine se va de la casa, Camille escribe: "Supongo que el incesto cesó cuando se fue, pero no estoy segura... los años siguientes fueron años de adoración cupable. Durante esos años más que callarme, yo protegía mi padrastro… porque lo amaba como a un padre y porque en la explosión de nuestra familia ante la deriva de mi madre, él era todo lo que me quedaba". ?
Ante el dolor de Antoine, Duhamel se declaraba en tal mal estado que podía "suicidarse". Pero tantos años después Antoine habló con su madre. Sus hermanos, su esposa, su tía Marie-France lo instaron a hacerlo. Évelyne sabría que vivía con un pedófilo que había abusado de su hijo y lo dejaría inmediatamente. "Fue hace quince años, era nuestro último verano en Sanary, pero no lo sabíamos". Évelyne le explica a su hermana que no puede separarse, si tan solo lo hubiese sabido antes. Dejarlo es una "libertad" que ya perdió. Llama a Antoine y le dice que el padrastro no niega sus abusos: "Lo lamenta, ¿sabes? No para de torturarse. Pero ha reflexionado, es evidente, tú tenías ya más de quince años. No hubo sodomía. Las felaciones son bien diferentes".
A su hija la acusa de haberla "engañado". En algún momento, Duhamel inventa una tortuosa historia de amor entre el hijo de su esposa y él. Una relación consentida. Camille ironiza ante los extremos de esa supuesta "libertad" y ese abusivo "prohibido prohibir". La madre le arroja a Camille: "¿Cómo pudieron engañarme así? Tú, Camila, mi hija, debiste advertirme. Yo vi cuánto lo amaban a mi hombre. Pronto supe que ustedes intentarían robármelo. La víctima soy yo". La realidad dio un giro brutal: los culpables eran ellos. El hermanito seductor. La madre víctima de alta traición. "Muy rápidamente, el microcosmos de la gente en el poder, Saint-Germain-des-Prés, estaba al tanto. Muchos lo sabían y la mayoría de ellos actuaron como si nada hubiera pasado”.
Después de seis años de una relación casi inexistente, Camille recibió una llamada de su madre: tenía un cáncer. Los hermanos la visitaron y ella los despachó: no necesitaba nada, su amantísimo marido se ocupaba muy bien de ella. No quería verlos. Murió tres semanas después. Durante su entierro Colin, Camille y Antoine vieron llegar a los amigos de su madre y su padrastro, los que eligieron minimizar los abusos, quedarse junto a Évelyne y Duhamel. Rechazar a las víctimas. Dejarlas solas ante la irreparable pérdida de esa "familia", de su madre. Solos ante la brutalidad del incesto y de su negación.
"El entierro de mi madre, el recuerdo de flores por todos lados y esas personas a las que amé durante tanto tiempo. El entierro de mi madre, el recuerdo de esas personas a lo lejos que no se acercaron. Los de la infancia, el Sur, la familia recompuesta. La familia grande". A cuatro años de la muerte de su madre, el testimonio está escrito. Duhamel renunció a sus funciones públicas. Hay una investigación en curso en su contra, por algunos cambios en la ley es probable que su delito no haya prescrito. Lo que debe saber muy bien Duhamel "uno de los grandes constitucionalistas de Francia". Ese tan famoso "hombre de ley" que no supo respetar la más elemental de las leyes humanas: la prohibición del abuso a un menor. La prohibición del incesto.