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El problema es el método

Nada cambiará en nuestro país mientras nuestro afán sea negar al otro. | Roberto Remes

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Escrito en OPINIÓN el

Hace unos días, Víctor Romo, alcalde en Miguel Hidalgo, se tomaba unas fotos en la Colonia Anáhuac, al lado de unos murales con las imágenes de futbolistas del América, Zague y Cuauhtémoc Blanco. Romo es americanista; yo, por el contrario, me ubico entre los convocados por el Ódiame más. Mi equipo es el Guadalajara, las chivas. Desde mi punto de vista chiva, Romo pone en peligro su reelección con esas fotos. Bromeo.

Si fuera realmente un hincha del futbol, si me aprendiera los nombres de los jugadores, podría recitar una y mil razones de por qué el Rebaño es mejor equipo que las Águilas. En realidad soy un aficionado superficial, como muchos, donde me reduzco a tres frases, Odio al América, odio al Real Madrid, le voy a las Chivas y al Barcelona. Esa subjetividad pambolera podría resumir muy bien la confrontación política que viven muchas sociedades, pero en particular la mexicana. Simplemente simpatizo con unos porque me caen bien, y rechazo a los otros porque me caen mal. No caben las razones.

La política puede ser tan subjetiva como el futbol o como lo son las religiones, los nacionalismos y los fanatismos.

Los que crecimos en un entorno católico y escuelas religiosas, siempre aprendimos a pensar que nuestra religión era “la buena”, como herederos no sólo de Cristo sino de San Pedro: “Eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi iglesia”. En cierta forma, por muchos años vi a las religiones protestantes como “menos buenas”, como si hubiera “religión de patente” y “similares”.

El mundo se podría dividir entre creyentes y no creyentes: hasta que, por fortuna, Dios creó a los agnósticos y la llevamos mucho más tranquilos: ojalá en cada creencia pudiéramos tolerarnos la diferencia como quien cree que puede que Dios exista o puede que no.

Hace tres años, el Parlamento de Catalunya declaró la independencia de esa región, respaldado en 2 millones de votos de un referéndum que España calificó como ilegal. Votación tras votación, independentistas y unionistas sacan resultados muy similares. En este caso el éxito de uno es la negación del otro. No hay manera de que haya una única verdad, pero sí mucha pasión.

Al cabo de 71 años, en el 2000, el PRI perdió la Presidencia de la República. Sin duda lo merecía, y el país necesitaba de la alternancia. Sin embargo, lo que vino después no ha sido la gloria para México. Los gobiernos de Fox, Calderón, Peña y López Obrador han desaprovechado el momento histórico de sus triunfos, al reproducir siempre al hincha villamelón, al nacionalista apasionado, o al creyente ferviente.

Lo que estoy recalcando es que los problemas públicos no tienen una solución única, sino la posibilidad de ser vistos desde mucha aristas, y que en todo caso al haber diferentes abordajes también puede haber una construcción de políticas públicas en el tiempo, a pesar de las diferencias políticas. Ningún gobierno puede ser poseedor de verdades absolutas.

Puedo estar convencido que quienes nos gobiernan son ineptos, autoritarios y malintencionados o corruptos, pero de lo que he podido ver, en este gobierno podrá haber torpezas hasta niveles inverosímiles, pero en todo caso también existen funcionarios responsables, capaces, trabajando para todos los mexicanos, cuyas acciones y políticas deberán ser valoradas en su justa dimensión cuando todo este desastre termine.

Hoy la 4T destruye con el solo argumento de un supuesto neoliberalismo y porque así lo pide el presidente; se nos olvida que el origen de toda la confrontación política en 1988 fue justo un partido monolítico que decidía nuestro destino sin deliberación, más que las políticas económicas que se instrumentaron a partir de esos años.

Siendo López Obrador, para mí, desde mi subjetividad, el peor presidente de la historia, nada cambiará en el futuro si quien lo suceda, o quien suceda a Morena sexenios después, no aprende a reconocer que entre sus seguidores, entre los funcionarios del gobierno, hay gente que hace su labor con pasión, honestidad y profesionalismo.

Nada cambiará en nuestro país mientras nuestro afán sea negar al otro, cual equipo de futbol, y si habrá una Quinta Transformación, sería bueno que la fuéramos visualizando así, como un método de dialéctica desde la diferencia.