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Galimatías de la Auditoría Superior de la Federación

La ASF debería otorgar certezas para vigilar y mejorar la rendición de cuentas, pero lo que tenemos es un auditor que abona a la polarización política. | Edgar Cortez

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Escrito en OPINIÓN el

El pasado 20 de febrero el Auditor Superior de la Federación, David Colmenares Páramo, entregó a la Comisión de vigilancia de la Cámara de Diputados el Informe General Ejecutivo de la Cuenta Pública del 2019. Periodo que corresponde al primer año de gobierno del presidente López Obrador.

Este informe dio lugar a señalamientos sobre presuntas irregularidades de la administración pública. Algunas de las que más revuelo ocasionaron:

• La cancelación del aeropuerto de Texcoco no tuvo un costo de 100 mil millones de pesos sino de 331, 966 millones. 

• La Guardia Nacional, que debía ser una policía civil, es una institución integrada mayoritariamente por militares sin preparación para ser policías, que se maneja de forma opaca y su despliegue en el país no responde a una lógica para enfrentar el crimen.

• En el caso de la refinería Dos Bocas, no se consideró el riesgo de inundaciones, tampoco se consideraron las acciones necesarias para mitigar su impacto ambiental y no hay evidencia que sea un proyecto rentable.

El informe, de más tres trescientas páginas, apunta muchas más fallas y problemas.

Sin embargo, en los días siguientes sucedió la debacle de la Auditoría Superior de la Federación (ASF). El lunes 22 de febrero el presidente López Obrador cuestionó el informe diciendo que exageraban y soltó una de sus frases favoritas, “yo tengo otros datos”. 

Casi de inmediato la ASF publicó un comunicado, firmado por el Auditor Especial de Desempeño que no por el Auditor Superior, en el que “se reconoce que existen inconsistencias en la cuantificación realizada en el marco de la auditoría, por lo cual su contenido está siendo objeto de una revisión exhaustiva, en particular en relación con la metodología utilizada para determinar el costo de cancelación del Proyecto del Aeropuerto de Texcoco”.

Posteriormente el Secretario de Hacienda, Arturo Herrera, a través de un video señaló que, luego de revisar el informe, concluían que el 75 por ciento de lo reportado era erróneo, que sorprendía se hubieran cometido fallos de contabilidad financiera elementales. Algo así como una lápida en la posible tumba del Auditor.

A esta historia de altibajos le pueden faltar varios episodios, pero de lo sucedido podemos sacar algunas conclusiones. 

Desarrollar una institución significa tiempo y mucho trabajo. En años anteriores el trabajo de la ASF apuntó serios problemas de corrupción y posibilitó trabajos periodísticos que dieron como resultado investigaciones señeras, como por ejemplo La estafa maestra. 

Sin embargo, lo construido se puede dilapidar en un informe plagado de inconsistencias. Aunque ahora la polémica ha girado en torno a la cancelación del aeropuerto, este fallo pone en entredicho la totalidad del informe.

La ASF debería otorgar certezas para vigilar y mejorar la rendición de cuentas, pero lo que hoy tenemos es un auditor que abona a la polarización política. ¿Lo hace por improvisación o por perversión política?

El nombramiento de las personas titulares de órganos de control y vigilancia debieran estar por encima de cualquier sospecha, pero la realidad es que siguen siendo cargos rehenes de los partidos políticos.

A fin de cuentas quien más pierde con esta debacle es la sociedad.