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Soldados de la República

El militar posee la cualidad de saber mandar y saber obedecer, establecido en el artículo 2 del Reglamento General de Deberes Militares. | Rodolfo Aceves

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Escrito en OPINIÓN el

Las Fuerzas Armadas mexicanas integradas por el Ejército, Fuerza Aérea y Armada son instituciones de carácter permanente que guardan una íntima relación con la historia de México.

Por sus aulas han transitado mujeres y hombres que han llenado de orgullo y honor con “epopeyas gloriosas y de nombre inmortal”, como dice el himno del Heroico Colegio Militar, así como algunas estrofas del himno de la Heroica Escuela Naval Militar.

Hoy gracias a la previsión de las Fuerzas Armadas el Estado mexicano cuenta con unos 20 instrumentos de planeación para los distintos escenarios de catástrofe que se puedan presentar.

El militar posee la cualidad de saber mandar y saber obedecer, establecido en el artículo 2 del Reglamento General de Deberes Militares.

Más aún, para el militar el honor de las familias debe merecer el más profundo respeto, incluso se cataloga como falta grave el atentado contra las familias de los civiles. Por eso es, que casi nunca se ve algún hecho hostil en contra de la población civil.

Han sido muchos los ejemplos en los que soldados han dado la cara por el país. La planeación señalada arriba es ejemplo para el mundo. Nuestras Fuerzas Armadas llevan un gran mensaje al exportar las bondades del Plan DN-III de auxilio a la población civil a otros países.

Y en la historia un par de ejemplos bastan. Antes de la batalla del 5 de mayo de ese mismo año, el general republicano Ignacio Zaragoza, jefe del Ejército Republicano de Oriente, llamaba a sus soldados con “Hoy vais a pelear por un objeto sagrado, vais a pelear por la patria y yo os prometo que en la siguiente jornada conquistaréis un día de gloria. Vuestros enemigos son los primeros soldados del mundo, pero vosotros sois los primeros hijos de México y os quieren arrebatar vuestra patria. ¡Soldados!, leo en vuestras frentes la victoria y la fe. ¡Viva la patria!”.

Uno más. El 5 de octubre de 1910 en San Luis Potosí, Francisco I. Madero se dirigía a los soldados con la siguiente arenga: “Soldados de la República: recordad que la misión del ejército es defender las instituciones y no la de ser el sostén inconsciente de la tiranía; por tal motivo, escoged: o bien seguiréis sosteniendo (…) una era de luto, de dolor y de ignominia, o bien (…) labraremos la felicidad de la patria, y por el camino de la Constitución, de la libertad y de la justicia, la llevaremos a ocupar el alto puesto que merece entre las naciones civilizadas”.