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¡Sociedad de idiotas!

La sociedad es la que debe cambiar, para echar a los malos gobiernos y elegir con la razón, más que con emoción. | Ricardo Alemán

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Escrito en OPINIÓN el

En pocos días se cumplirán tres años del gobierno de López Obrador, sin duda uno de los peores de la historia mexicana.

Y es que en esos 36 meses no se hizo realidad una sola de las promesas del candidato presidencial que ganó de manera arrolladora y que fue la gran esperanza de 30 millones de mexicanos.

Luego de esos 36 meses, hoy el número de pobres es mayor y los pobres son más pobres. Cada día más mexicanos descienden de la clase media a la condición de pobres y los desempleados son más cada día, además de que los empleos de calidad se reducen y muchas empresas huyen del país.

La violencia es mayor que nunca y los muertos por esa causa son más que en cualquier gobierno, mientras que la inseguridad permea por todo el país y las bandas criminales ganan día a día nuevos territorios.

Los servicios médicos están peor que nunca, la falta de medicamentos es criminal y la muerte de mexicanos a causa de la pandemia ocupa los primeros lugares en el mundo.

La crisis económica y la inflación empobrecen a más mexicanos cada día, mientras que los escándalos de corrupción oficial son mayores y la impunidad es la más eficiente política pública.

Y acaso lo peor es que a un presidente mentiroso e ineficaz, le sigue un gabinete y un gobierno de mentirosos e ineficaces.

Y, a pesar del pésimo gobierno, las encuestas reportan que seis de cada diez ciudadanos aprueban el ineficaz gobierno de AMLO.

¿Seremos una sociedad de idiotas?

Los hechos parecen confirmar la hipótesis.

Peor aún, el tema lo tratamos hace casi cuatro años, en el Itinerario Político del 7 de febrero de 2018, titulado igual que hoy: “¡Sociedad de idiotas!” lo que provocó la furia del “lopezobradorismo” y una rabiosa persecución contra el autor de esta columna.

Por eso, a continuación un resumen de aquella entrega.

“¿Cómo entender, por ejemplo, que el partido y el candidato con más negativos, como Morena y AMLO, encabezan las encuestas para la contienda presidencial de 2018, en una sociedad que se dice harta de los políticos con mala imagen?

“¿Cómo entender que el partido y el candidato que han perdonado a ladrones, pillos, matarifes y políticos de la peor estofa, aventajen las preferencias, en una sociedad que se dice “hasta la madre” de la impunidad?

“¿Cómo entender que políticos nefastas como Manuel Bartlett, Elba Esther Gordillo, René Bejarano, Dolores Padierna y Marcelo Ebrard, entre muchos otros que en sus alforjas cargas un negro historial, resulten purificados sólo por entrar a las filas de Morena y por recibir la bendición de López?

“¿Cómo entender que un político nada democrático, autoritario al extremo, con claros tintes dictatoriales, que llamó “Pirruris” a casi un millón de manifestantes contra su mal gobierno en el DF, que impuso al matarife Abarca como alcalde de Iguala, encabece las encuestas y las preferencias?

“¿Cómo entender que un político que tiene más de diez años sin trabajar, que lleva décadas sin pagar impuestos, del que nadie sabe de dónde obtiene recursos millonarios para la manutención de una numerosa prole, sea el político que más aceptación tiene entre el electorado?

“¿Cómo entender que la izquierda mexicana y que un partido político como Morena, haya pasado del culto a Cuauhtémoc Cárdenas al culto a Cuauhtémoc Blanco, el patán golpeador que brilla por su ignorancia?

“¿Y cómo entender que luego de ese salto al vacío –el impensable salto de Cárdenas a Blanco–, esa disque izquierda sea la más votada?

“¿Cómo entender que luego de uno de los peores gobiernos en la capital del país, como el de López, exista la posibilidad de que de la mano de Obrador, su preferida a pesar de graves corruptelas, tenga posibilidades de convertirse en jefa de gobierno de la capital?

“¿Cómo entender que periodistas inteligentes e intelectuales reputados sigan aplaudiendo a López, a pesar de su desprecio a la prensa, de su repudio a la inteligencia y al intelecto, de su fobia a la educación de calidad, de su “chaparra” preparación, de su odio hacia los críticos de sus disparates y de su rechazo a libertades fundamentales en democracia?

“¿Cómo entender que el segundo lugar en las encuestas lo ocupe un candidato como Ricardo Anaya, de muy escasa experiencia en el servicio público, sin ningún referente político, incapaz de sembrar en la conciencia colectiva de los votantes una idea que se recuerda y que –en cambio–, lleva meses tratando de explicar sus pillerías, desfalcos, manejo de dinero turbio y enriquecimiento inexplicable?

“¿Cómo entender que la izquierda del PRD, esa que logró sacudirse a AMLO y que sobrevivir a sus intentos destructivos, haya cometido suicidio político en una alianza con Ricardo Anaya y con el PAN, que representan todo aquello contra lo que luchó el PRD?

“¿Y cómo entender que el candidato que no tiene cola que le pisen, que no milita en el PRI, que es un candidato ciudadano, que tiene la mejor preparación, la mayor capacitación para gobernar, el mayor reconocimiento de empresarios e inversionistas, se encuentre en tercer lugar de las preferencias?

“Sin duda que asistimos a un paradigma en donde la tambaleante democracia mexicana puede ser destruida con las armas y los instrumentos de la propia democracia.

“Algunos dicen que la preferencia por AMLO –y la culpa de la debacle potencial–, se debe al hartazgo de los mexicanos por el PRI. Ante esa premisa se impone otra pregunta aún más elemental.

“¿Por qué AMLO encabeza las encuestas si es el representante de lo peor del PRI y si ha reunido en Morena a lo más cuestionable del PRI, del PAN y del PRD?

“El problema, entonces, no son los buenos o los malos candidatos, los malos o los peores políticos y tampoco los pingües negocios familiares llamados partidos políticos.

“El problema parece estar en la sociedad. 

¿La mexicana es una sociedad de idiotas? Al tiempo”. (Fin de la cita)

Sí, ya es tiempo de pensar que el problema está en la sociedad y que, por tanto, es la sociedad la que debe cambiar, para echar a los malos gobiernos y elegir con la razón, más que con emoción. 

Al tiempo.