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El escenario ideal para endosar la crisis por venir

El gigante inmobiliario de China, está a punto del colapso financiero y, junto con él, los mercados financieros en el resto del planeta. | Ismael Jiménez

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Escrito en OPINIÓN el

La “prohibición” de criptomonedas hecha semanas atrás por el gobierno de China, ha servido de telón para acicatar un poco más los males que la potencia asiática representa para occidente.

Dicho anuncio, sólo es el aderezo de un mal mayor; la quiebra de Evergrande. El gigante inmobiliario de China, está a punto del colapso financiero y, junto con ella pronostican una caída en cascada de los mercados financieros en el resto del planeta.

El escenario no podría ser mejor para occidente, especialmente para Estados Unidos, pues China no sólo sería culpable del origen de la pandemia, también sería la ficha que faltaba para anunciar el comienzo de la gran crisis económica que se viene gestando desde el inició del confinamiento.

La prohibición del uso de criptomonedas en China se convirtió en el pretexto ideal para que los especuladores de occidente tumbaran el precio de las divisas digitales, y desestabilizaran los mercados financieros. Tres o cuatros días duró la volatilidad, pues al momento de escribir estas líneas, aunque erráticos, los principales mercados y las criptodivisas, volvieron a retomar la senda del crecimiento.

La crisis que se cierne sobre el planeta, está más allá de señalar culpables, pues se viene incubando desde que se cerraron todas las actividades productivas en el mundo, y tiene raíces más profundas que sólo prohibir el uso de criptomonedas.

En este espacio, habíamos señalado que conforme se fuera relajando el confinamiento y la actividad económica retomara su crecimiento, la demanda y el alza de precios de las principales materias primas, serían una constante. La razón era simple, al permanecer cerrada toda actividad económica durante 2020 y una vez recuperadas las operaciones, los productores de insumos industriales corrían el riesgo de no contar con los inventarios necesarios para hacer frente a la demanda creciente en todas partes del mundo. Las líneas de producción tampoco estarían listas para producir en masa, pues el volumen de la mano de obra, no sería la misma que la ocupada previo a la pandemia.

Esto lo vimos no sólo con la ruptura de las cadenas de producción y logística; también con la escasez de insumos. El que más revuelo ha causado hasta el momento, es el de los microchips para la industria automotriz, que debió parar nuevamente por falta de partes para la producción. Pero estos, no son los únicos insumos escasos, la producción de energéticos y metales como el cobre entre otros, también escasean.

Todo este escenario, genera la inflación que se vive alrededor del planeta, lo que impide que la recuperación sea estable, escenario que por el momento, no tiene para cuando revertirse. Antes de eso, veremos mayor presión sobre la economía mundial con tasas altas de inflación, más allá del primer trimestre de 2022.

Para muchos, la pregunta que ronda es por qué las políticas dictadas por el Banco Mundial, el FMI y Estados Unidos no están dando resultados, como ocurrió en 2008. La respuesta, es relativamente sencilla y tiene dos vertientes. 

La primera, el escenario actual, es completamente distinto al del estallido de los bonos basura del sector inmobiliario. La crisis sólo ocurrió en Estados Unidos, y aunque contagió a otros mercados, las autoridades de Washington, debieron asumir el costo del rescate de los bancos, que se convirtió en deuda pública. 

El segundo escenario es precisamente la deuda. En 2008 los países se endeudaron o fueron arrastrados por el desastre especulativo de Wall Street, pero pudieron contener la crisis en la medida que sus mercados bursátiles estuvieran o no involucrados con los bonos basura. Hoy, el escenario es diferente, todos los países en el mundo están endeudados, los pasivos alcanzan niveles exorbitantes que en el mediano plazo serán insostenibles para muchos gobiernos, ello provocará quiebras y bancarrotas.

Por ejemplo, el boquete fiscal de Estados Unidos, es de 127% con respecto a su PIB. Es decir que, si el PIB vale alrededor de 3.5 trilllones de dólares (en español) requiere poco más de 7.3 trillones de dólares para hacer frente a su gasto público anual. La cifra es la más grande en la historia de ese país. Al menos nueve potencias económicas más, se encuentran en la misma situación.

La receta aplicada para tapar ese boquete económico desde antes de la pandemia, fue imprimir dinero y repartirlo como ayudas asistenciales para quienes se quedaron sin empleo durante la contingencia. 

Ahora, la disyuntiva está entre dejar de otorgar las ayudas asistenciales (tapering) o seguir aumentando la deuda pública. En ambos casos, los trabajadores y las familias, sufrirán el efecto inflacionario y de escasez. Por ello, los principales bancos centrales del orbe, no han incrementado sus tasas de referencia, pues apuestan a que se observen signos de recuperación para elevar tasas y retirar apoyos a las familias sin empleo. Pero esto no será en el corto plazo.

Esta receta se aplicó en casi todos los países del planeta, el escenario es el mismo para una familia de Europa del Este que para una de África, Asia, Sudamérica, la Unión Europea o de América del Norte.

La economía China, está menos endeudada con respecto a su PIB y eso le otorga una ventaja frente a occidente, el asunto es que se adelantó a la prohibición de la criptomonedas, antes de que Estados Unidos lo hiciera. 

Las burbujas especulativas de los principales mercados bursátiles, el de las criptomonedas y la deuda pública de los principales países del planeta, sólo esperan el momento del estallido. Para cuando eso suceda, habremos entrado en una de las crisis económicas más abismales de la historia moderna. Por eso, el escenario de “crisis” en China, resulta idóneo, para endosar el infortunio que está por venir.