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La confrontación como estilo de gobierno

La política pretoriana de López Obrador se refiere a la intervención de los militares en política como nunca antes lo habíamos visto y vivido los mexicanos

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Escrito en OPINIÓN el

No hay descanso. Ni un solo día los mexicanos podemos estar tranquilos y dedicarnos a nuestras tareas personales, laborales o familiares sin el estruendo diario y permanente de las escandalosas declaraciones del presidente López Obrador, que agreden a todo tipo de personajes de la vida pública y que decir, las instituciones. Le da lo mismo partidos políticos y universidades.

A tres años de gobierno, a tres años de ni un solo resultado en la vida pública del país y mucho menos, alguna política pública digna de presumir haya sido instaurada o incorporada en la administración pública federal en beneficio de la población abierta habida de resultados, AMLO sigue y sigue confrontando al país entero, con la única finalidad de distraer a los mexicanos con demagogia y más demagogia.

El enfado, el enojo, la crispación y, cada día más, el hartazgo social de los mexicanos crece y crece como la espuma en las clases medias y altas del país por la permanente y particular forma que tiene el presidente de confrontar a los mexicanos y polarizar la lucha social entre pobres con clase media y alta, al grado de verse hoy en día como auténticos enemigos por cuestiones políticas derivadas de dádivas que otorga el gobierno a los pobres, a cambio de no dar ningún tipo de estímulo o política pública para los clase medieros y altos.

A diferencia de otras latitudes latinoamericanas o internacionales, donde la confrontación política se nutre en la lucha del poder entre los partidos políticos, en México la confrontación la hace una constante como forma de gobernar el titular del Ejecutivo Federal, prácticamente como una especie de política pública o programa de gobierno, que tiene como finalidad lograr el encono u odio sin mediar tregua, entre las diferentes clases sociales del país.

Donde los pobres comandados y auspiciados por AMLO, los utiliza todos los días para ofender, medrar y ridiculizar a las clases medias y altas del país, así como a las instituciones públicas, las cuales califica de buenas o malas de acuerdo a la conveniencia del jefe del Palacio Nacional, generando la polémica y constante persecución política si no piensas o promulgas el credo del pensamiento político del vulgar tabasqueño.

Hoy vivimos un gobierno pretoriano de la mano del populismo más rancio inimaginable en México, donde los soldados y militares administran y cohabitan con la actual administración pública federal el poder político y social en nuestro país, sin que nada ni nadie diga o haga nada, salvo pequeñas declaraciones banqueteras para justificar de alguna manera, la vida democrática de la nación en su débil y suave sistema de partidos.

La política pretoriana de López Obrador, en un sentido limitado, se refiere a la intervención de los militares en política como nunca antes lo habíamos visto y vivido los mexicanos. Con el viejo y demagógico discurso de la corrupción como justificación política de la intervención de los militares en tareas de gobierno y así con ellos terminar la endémica enfermedad de la corrupción que carcome el sistema político. Como si los militares no fueran corruptos.

¿No cree usted?

Dr. Carlos Díaz Abrego