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Cuenta regresiva

Resulta sumamente difícil prever las condiciones de competencia y el resultado de la elección de 2024. Ricardo de la Peña

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Escrito en OPINIÓN el

Luego de catorce sexenios ininterrumpidos, en los que no ha habido necesidad en ninguna ocasión de sustituir en forma alguna al Ejecutivo federal, pues no ha hecho falta, ahora como algo especial se tendrá un período de gobierno del Presidente de la República de tan sólo cinco años y diez meses, dos meses menos que un ciclo sexenal. Ello se debe a una reforma legal establecida en 2014 que se aplicará al cambio de gobernante en 2024, para reducir el período de transición entre la elección y la toma de posesión, además de permitir disponer de mayor tiempo para presentar y que se discuta en el Legislativo la propuesta de Ley de Ingresos y el Presupuesto de Egresos de la Federación. Es por ello que ahora solamente restan tres años para el próximo relevo en la silla presidencial.

 

La contienda por venir

A tres años de este suceso resulta sumamente difícil prever las condiciones de competencia y el resultado de la elección para Presidente de la República de junio de 2024. Es cierto que encuestas diversas muestran una ventaja significativa de Morena y sus potenciales aliados sobre otros partidos y que éstos, aun sumando fuerzas, tendrían dificultades para superar a la opción hoy gobernante. Sin embargo, es menester recordar los enormes giros que se han registrado en las preferencias electorales de los ciudadanos mexicanos en los años previos a las elecciones presidenciales. A tres años de su elección, era dudoso asumir como ganador a Vicente Fox y a Felipe Calderón, adelantar lo cerrado de la contienda de 2012 o lo abierto de 2018.

 

Los escenarios electorales

Esto es más complicado cuando se toma en cuenta la imposibilidad de asegurar el escenario de coaliciones electorales en que se competirá. Es cierto que en principio y ante la ausencia de datos que lo contradigan, lo esperable sería la repetición de la alianza encabezada por Morena y el mantenimiento del bloque opositor que se presentó este año. Pero esto no es seguro. El adelanto en el frente gobernante de la candidatura de una mujer, en paralelo con el activismo de al menos otros dos aspirantes, sugeriría que la eventualidad de que se fracturara este frente hasta en tres parcelas no es imposible, siendo inviable conocer de antemano cuál de estas potenciales candidaturas obtendría mayores respaldos. De igual manera, el lado opositor se verá sometido a las presiones para impedir que se presenten como frente unido, sea por cooptación o por coacción. Y además, por el momento, los partidos que formarían esta alianza carecen de una persona que tienda a unificarlos y que concite el apoyo de todas las fuerzas. Quienes han levantado la mano tienen ya algún color que obstaculiza el respaldo por alguno de los componentes fundamentales de una alianza contra la opción gobernante. Así que por ahora resulta cuestionable cualquier listado de potenciales candidatos que pudieran ser careados para conocer realmente las inclinaciones del electorado, al margen de lo dinámico que puedan ser, porque así han sido, las preferencias de un electorado cada vez menos arraigado en un voto cautivo por identificación partidaria.