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La costilla del senador

La metáfora y las delicias del humor involuntario: el senador muerde su costilla y a su Costilla. | María Teresa Priego

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Escrito en OPINIÓN el

Podrían estar comiendo pollo frito o pato a l'orange, el senador y su esposa en su video, pero comen costillas. La metáfora y las delicias del humor involuntario: el senador muerde su costilla y a su Costilla. Su Costilla abre sus ojotes, ¿atónita? Trata de acomodar la pantalla. Baja la pierna. No lo suficiente. Sus gestos son "ingenuos", vagamente sorprendidos. Está acostumbrada a posar en toda su "espontaneidad", a manejar las redes. Quizá también está acostumbrada a que él sea posesivo, ¡ternuritas! Si atendemos a los más rupestres mandatos culturales: él se "viriliza" en la posesión. Ella se "feminiza". El senador se muestra en escena como un ser de mandíbulas implacables: "Me casé para mí, no para que andes enseñando". La frase se entiende,  pero no deja de ser muy misteriosa. Una frase incompleta y mal armada. Deducimos arranques de dueñidad sobre un ser humano del sexo femenino, sí. Pero no nada más. "Me casé para mí...... y, "¿no para ti?" "¿En este matrimonio de lo que se trata es de mí?" 

Supongo que la mayoría de las personas que terminamos viendo el video de Mariana Rodríguez y Samuel García, ni siquiera sabíamos quiénes eran. Para ser exacta: seguimos sin saberlo. No son nuestros amigos, ni nuestros conocidos. Vaya usted a saber cuáles son sus pactos íntimos. Pero son dos personas públicas que han decidido exhibir tramos "privados" de su vida. En la era de la "sociedad del espectáculo", como escribió Guy Debord, una influencer, dueña de una empresa de cosméticos exitosa -en cuarentena por covid- y su esposo, senador por el Estado de Nuevo León, decidieron compartir por Instagram la hora de su almuerzo. Conocemos los resultados. ¿Un desaguisado espontáneo? ¿Una puesta en escena? ¿Acaso importa si el fondo es el mismo? 

Aún más inquietante si fue una puesta en escena: el senador supuso que sus comentarios de terrateniente de un cuerpo femenino y de sus contenidos, subirían su popularidad rumbo a la candidatura a gobernador. Y ella -en este contexto- habrá estado de acuerdo. Nos quedaría entonces claro que el senador apela (en sus imaginarios) a los "usos y costumbres" de un Nuevo León Bronco. "Lo que a la gente le gusta", es "un hombre que despliegue su poder", "como manda en su casa va a mandar en el Estado". El "poder" económico y político y, "su vieja que no se le sale del huacal". Porque claro, la pareja (que se presenta a sí misma como de "ensueño") intenta crear una imagen "aspiracional". Cómo se relacionan en su vida privada no es nuestro asunto, a cada quien sus goces, sólo que el senador es un servidor público y se lució en público. Y, quizá -para su enorme sorpresa- México algo ha cambiado. 

Con salsa de barbecue y su esposa colocada en el lugar de la Barbie cute, el senador devora su costilla. Con fruición. Nada detiene sus hambres, ni siquiera el desparpajo de su esposa quien, al intentar ponerse cómoda, muestra una pierna. ¿Cómo pudo virgencita de nuestra señora de Fátima parroquia de Garza García? ¿Cómo pudo? La llama al orden de inmediato, faltaba más. Un hombre honra a una mujer dándole su apellido, y mira nada más ella cómo lo embarra. El senador con un tono mecánico como quien pregunta: "¿los calcetines los combino con el pantalón o con la camisa?" le señala lo "inaceptable" de su conducta. Sin demasiada pasión, imposible no señalarlo y claro, comprenderlo: la energía libidinal no alcanza para tanto y el senador la invierte en masticar su costilla. 

En ningún momento a lo largo del fragmento de video que estaba destinado a circular en redes, se privó el senador de masticar su costilla, mientras amonestaba a Costilla con esa espeluznante frialdad. Nada me pasmó más que eso. La palabra "enseñando", nos remite a aquella humillante joya misógina: "La que no enseña, no vende". Hay una lógica (rústica y primaria, cierto), en los regaños del senador, ¿por qué extraños y perversos mecanismos interiores “enseñaría" la que ya "vendió"? ¡Y tan bien vendido! pensará él (solito) ante su espejo. La respuesta en redes fue devastadora. Los movimientos de mujeres han tomado las calles como nunca antes: millones de mujeres en el país y en el mundo. Los mapas mentales se transforman. Dos de sus contendientes a la candidatura a gobernador/a son mujeres. ¿Qué pensará así de ingenuo y campirano? ¿Si el voto femenino va para ellas, a él le toca remar por el voto masculino? ¿Y, en su cabecita, el voto masculino es el voto-macho, así como que son sinónimos? 

¿Y, qué tal su "amigo" Colosio, el otro potencial candidato a gobernador y su "Carta abierta”, explicándole a Samuel García que la violencia simbólica está muy mal y él se lo dice en público, porque lo tiene sin sueño que una pareja tan querida para él, no funcione? Oh, ante una carta tan "generosa", "honesta" y "conmovedora", una se pregunta por qué el señor Colosio insiste en la carrera política, cuando sería un excelente consejero matrimonial. Seguro que ante la carta de su amigo, el senador García sí paró de masticar. 

Pero, volviendo al menú, retiro lo del pato a l'orange, en los imaginarios del senador, habría sido impúdico fresear de más, onda "lo glamoroso extranjerizante", cuando se trata de ser humilditos. Así que, "costillas comotodoelmundo". Complicado equilibrio entre exhibir la camionetota (en el video público de la pedida de mano), como carroza de "ensueño", y dar pruebas públicas de lo "sencillitos" que son. Los ricos y felices también comen con las manos.