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Elecciones en pandemia

Potenciar los medios para comunicarse con los electores sin necesidad de un contacto directo es un reto que se deberá de resolver. | Ricardo de la Peña

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Escrito en OPINIÓN el

La respuesta inmediata a la crisis sanitaria generada por la pandemia de covid-19 en México, como en la mayor parte del mundo, consistió en auspiciar el distanciamiento social hasta el grado de llevar a un largo confinamiento de las personas. En este contexto, las autoridades electorales del país decidieron, de la mano de las fuerzas políticas partidarias, la suspensión de elecciones locales en dos entidades federativas. Pero esta no debiera ser, no pudiera ser, la respuesta que se dé al reto de llevar adelante elecciones federales y locales en todo el país el año próximo.

El proceso electoral 2020-2021

Aunque suene trillado decirlo, el proceso electoral 2020-2021, que deberá comenzar el próximo mes de septiembre, será el más grande y complejo en la historia del país, pues comprenderá la elección para renovar la cámara federal de diputados, pero además concurrirán elecciones locales en la totalidad de entidades federativas del país y en casi la mitad (15) se elegirá gobernador.

Los retos operativos

Si bien éste es el fin, un proceso electoral no es, desde luego, solamente la expedición por los ciudadanos de su voto. De hecho, para que esto pueda darse se necesitan cubrir muchísimas etapas y convocar a muy diversas personas a que coadyuven al logro de un acto de votación exitoso. Un primer pendiente para el próximo proceso es concluir con la integración del Consejo General del Instituto Nacional Electoral, al que hoy día le hacen falta cuatro integrantes, lo que deberá hacerse de manera tal que los participantes perciban que el proceso electoral será administrado por un grupo eficiente y neutral. Pero luego vendrá la convocatoria a los ciudadanos para que participen en los procesos de integración de las mesas de votación. Vencer el miedo y las legítimas resistencias de las personas a participar, que serán seguramente mayores que nunca, para lograr la conformación de las casi doscientas mil casillas únicas que deberán establecerse y que demandarán el concurso de más de dos millones de mexicanos, entre servidores del aparato administrativo electoral y voluntarios en casillas, será una tarea titánica donde se verá comprometida la viabilidad del proceso. Es claro que la voluntad de apoyar activamente estas labores dependerá en mucho del estado que guarde la pandemia al momento de llegar a la jornada electoral.

Los riesgos democráticos

Un problema práctico será cómo desarrollar las campañas en una realidad donde se desaconseja la realización de reuniones masivas. Potenciar los medios para comunicarse con los electores sin necesidad de un contacto personalizado es un reto que deberán resolver los contendientes para poder aspirar a conseguir el respaldo de la ciudadanía en las urnas. Así, a los tradicionales riesgos que se enfrentan en cada ocasión por la contienda misma, se sumarán ahora limitaciones inusuales que tendrán que vencerse para lograr que los ciudadanos acudan a las urnas.