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El verdadero dilema

Debemos seguir un confinamiento o debemos emprender la reapertura a las actividades cotidianas. | Ricardo de la Peña

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Escrito en OPINIÓN el

Un dilema no es otra cosa que una manera de referir “una situación difícil o comprometida en que hay varias posibilidades de actuación y no se sabe cuál de ellas escoger”. Bueno, eso al menos nos dice el diccionario. De suyo, la existencia de un dilema supone la capacidad de elección: tienen que existir dos o más cursos posibles que pudieran seguirse y dilucidar la manera para distinguir cuál de ellos es mejor para determinados objetivos.

El falso dilema

En estos días el debate en torno a cómo enfrentar la pandemia provocada por la propagación del SARS-CoV-2 en el país, como en muchos lugares del mundo, parte de un falso dilema: debemos seguir un confinamiento o debemos emprender la reapertura a las actividades cotidianas. Y digo que es un falso dilema porque realmente es imposible para cualquier sociedad sostener una práctica de encierro de las personas y suspensión de la vida económica por un tiempo indefinido, que se prolongue por encima de la capacidad que sus recursos previamente acumulados o el acceso a fuentes potenciales de financiamiento le permitan. Hay quienes dicen que debiera mantenerse la prudencia y postergar la reactivación hasta que la pandemia haya sido controlada, pero ello se ve tan remoto que resulta imposible un alargamiento para esperar bien sea a que la tasa de contagio permita una inmunidad comunitaria, lo que pudiera ocurrir luego de varios años de presencia de este padecimiento en una población, o a que se disponga de una vacuna, técnicamente viable pero todavía no probada ni disponible, que prevenga de esta enfermedad. Luego, el dilema no es si se abre o no la sociedad de nuevo, pues no existe un escenario en el que sea posible no hacerlo.

El dilema actual

Entonces el dilema actual, al que realmente se enfrentan los gobiernos y las comunidades de todo el mundo, es disponer de un procedimiento que permita elegir entre múltiples opciones aquel conjunto de herramientas que integren el mejor mecanismo que permita ir recuperando la movilidad de la población y la reapertura de la economía, mientras se mantiene lo más bajo posible el riesgo de contagio. Eso no es nada fácil y constituye uno de esos problemas en los cuales se puede avanzar con el apoyo de modelos de simulación basados no sólo en la experiencia, sino en datos duros que sólo son posibles de obtener en la medida en que se incrementen los esfuerzos por compilarlos.

Estos mecanismos no dejan de tener peculiaridades en cada nación y momento que hacen que tenga que verse como ejercicios de ensayo y error sobre cuyos efectos debieran estar atentos los gobiernos, para detectar con prontitud cualquier signo de repunte de contagios donde se suponía que se había alcanzado cierto control, pero también la sociedad, para vigilar y exigir que se adopten de manera expedita las acciones pertinentes que eviten rebrotes del padecimiento y que se mantengan las medidas de distanciamiento que sean realmente necesarias para prevenir un indeseable aumento del patrón de contagios. Esa es una tarea en la que todos debemos participar.