Main logo

La última trinchera

Hoy nos queda claro, que un doctor siempre ha sido más importante que un jugador de fútbol o cualquier celebridad de Hollywood. | Ulises Castellanos

Por
Escrito en OPINIÓN el

Cuando el dolor de garganta sea persistente, cuando los escalofríos recorran el cuerpo y no podamos dormir por la tos, en ese momento veremos pasar nuestra vida, recordaremos a nuestros padres, nos preocuparemos por nuestros hijos y saldremos corriendo al hospital con la clara sensación de no poder ya respirar. Y será en ese instante, en ese minuto eterno cuando estaremos en la última trinchera hablando con un médico detrás de su cubrebocas. 

No hay manera de pensar en otra cosa. Es por ello, que al asomarme a Twitter he cazado esta imagen por ahí, sin conocer o saber de su autor. Pero me he quedado anclado a ella. 

No sé en qué país del mundo se tomaría, pero da igual. Es el rostro de un médico encapsulado detrás de una reja de metal. Él representa la última aduana antes de rendirnos ante el coronavirus que vino a cambiarlo todo. 

Hoy nos queda claro, que un doctor siempre ha sido más importante que un jugador de fútbol o cualquier celebridad de Hollywood; son ellos los que se arriesgarán para tratar de salvarnos aunque no tengan con qué enfrentar este virus. 

Vean bien el rostro de este hombre detrás de la cortina de hierro. Su mirada frente a la cámara lo hace extremadamente personal. Es joven, pero se asoma con miedo. Él también puede ser víctima, y lo sabe. 

Apenas asoma su rostro como para evaluar el peligro. ¿Tiene fiebre? ¿Desde cuándo tose? ¿Le arde la piel? ¿Cuántas preguntas podría hacer para confirmar o descartar a un paciente que podría estar frente a su propia muerte? Imposible evaluar algo frente a un enemigo casi invisible. Parece un duelo de miradas. 

Este hombre puede ser el último rostro que veamos, si la tos, no nos deja hablar y terminamos entubados en una sala de terapia intensiva. Hace días que rebasamos el millón de contagiados en el mundo y ya los muertos se cuentan por decenas de miles. Y lo peor aún está por venir. 

El poder de la imagen, se consolida aquí y ahora. Es una fotografía potente, sencilla, que comunica con claridad y al mismo tiempo nos conmueve. Bien compuesta. El autor aprovecha perfecto al textura del metal frente al rostro. Juega con la geometría y no distrae con nada extra. Es brutal. 

Hace una semana les hablé de mi vecino. Hoy quiero que contemplen el rostro de este médico anónimo y me gustaría que le dediquemos un aplauso virtual a todos los doctores, enfermeros y enfermeras del planeta. Ellas y ellos son ya, nuestra última trinchera. 

PD. Si de casualidad conocen al autor de esta imagen, por favor, denme su nombre para reconocerlo como se merece.