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¿Como el de 1985?

José Antonio Sosa Plata

Por
Escrito en OPINIÓN el

La comparación del terremoto de este martes con el de 1985 es inevitable: la coincidencia en el día, la vulnerabilidad de la CDMX, las zonas afectadas, algunas imágenes y crónicas de los medios audiovisuales y, de manera destacada, la solidaridad de la gente.

Sin embargo, las diferencias principales obligan a la reflexión.

Primero abordemos las buenas:

1.   Las medidas de prevención, los protocolos de protección civil y el desempeño de las autoridades responsables de estas áreas funcionaron con eficacia. Gracias a estas acciones, se salvaron miles de vidas y mantienen la situación bajo control.

2.   Los medios de comunicación audiovisuales respondieron en forma inmediata y profesional. Ha habido orden, seriedad, responsabilidad y la mayoría sabía qué hacer, detrás y frente a las cámaras y micrófonos. Prácticamente no hubo espacio para la especulación ni para la difusión de rumores. Por el contrario, se ha privilegiado la objetividad y el cuidado en el manejo de la información.

3.   La actividad en las redes sociales demostró el potencial que tienen las tecnologías y los nuevos medios. Los servicios de mensajería y los recursos asociados que vienen con estas, permitieron la comunicación inmediata de millones de personas para saber cómo estaban. En algunos casos, incluso, han servido para localizar y salvar a algunas personas atrapadas.

4.   La respuesta del gobierno federal correspondió con la gravedad de la tragedia, a pesar de que muchos de los altos funcionarios se encontraban en las zonas afectadas, tanto en Oaxaca como en Chiapas. Si bien es su obligación, la presencia que han tenido en los puntos más críticos y en los medios de comunicación debe ser reconocida.

5.   La mayoría de las autoridades de la CDMX también están respondiendo con puntualidad y eficacia. La pluralidad política y las diferencias políticas no han afectado, hasta ahora, las labores de rescate de las víctimas que aún están atrapadas.

Ahora las malas:

1.   Si bien se mantiene la solidaridad como una de las características de nuestra sociedad, es evidente que esta no funciona de la mejor manera si no va acompañada de la dirección y liderazgo de los especialistas. Algunas situaciones que vimos el día del terremoto, obligan a revisar y corregir los protocolos de actuación de las autoridades de protección civil.

2.   El centralismo en el manejo noticioso de algunos medios es hasta cierto punto comprensible. Sin embargo, la tragedia que están viviendo miles de personas en MorelosPueblaEstado de México Veracruz, por ejemplo, amerita mayores y mejores coberturas, sobre todo si consideramos la importancia que tiene la labor de los grandes medios en las labores de apoyo y reconstrucción.

3.   Los asaltos y robos se han convertido en más que noticias destacadas de los medios. Son la expresión del alto grado de descomposición al que ha llevado el crimen organizado, la corrupción y la impunidad. Las medidas ejemplares para poner freno a este cáncer no deberían esperar.

4.   Los embates de la naturaleza siempre cobran víctimas. Sin embargo, y sin minimizar los indudables avances que hemos tenido desde 1985, es evidente que la incapacidad para aminorar la pobreza en el país incrementa la vulnerabilidad de millones de personas. Por si fuera poco, la corrupción, negligencia y omisión de quienes tienen bajo su responsabilidad la autorización y supervisión de las construcciones no puede pasar desapercibida. Si no se toman las medidas correspondientes, la confianza en la clase política se seguirá perdiendo.

5.   La difusión de noticias falsas, rumores y mal uso de las líneas telefónicas de los servicios de emergencia se mantienen en niveles preocupantes. El llamado de autoridades y líderes de opinión no resultan suficientes para reducir en forma significativa a los irresponsables que las generan. Aún más. Los personajes de la clase política que están aprovechando la ocasión para politizar las tragedias en aras de un beneficio político particular, tendrían que recibir alguna sanción por parte de las autoridades electorales. ¿Será posible? ¿Habrá la voluntad política?

La situación critica se mantendrá por muchos días. Las imágenes de los daños permanecerán por mucho tiempo, no solo en los sitios afectados sino en los diversos medios digitales que tenemos a nuestra disposición. Con las elecciones que habrá el próximo año, se abre —y ojalá que así sea— la oportunidad de seguir profundizando en los programas, protocolos y acciones para que los impactos de estos acontecimientos sean menores.