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2 de octubre: 51 años de otra Transformación

A lo mejor al presidente y quien le dio la idea de las distintas transformaciones, se les pasó una de ellas, la del 2 de octubre de 1968. | Joel Hernández Santiago

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Escrito en OPINIÓN el

A lo mejor al presidente Andrés Manuel López Obrador y quien le dio la idea de las distintas transformaciones del país, se les pasó una de ellas, con resultados que en efecto transformaron lo que habría de ser el sistema político mexicano y la participación social con la creación de alternativas ideológicas distintas y reclamos justos y en ley. Se trata de la transformación que nació el 2 de octubre de 1968: hace cincuenta y un años...

Algunas de las transformaciones a las que el presidente incorpora en su ideal histórico fueron impactantes; unas más que otras; algunas con mejores resultados otras con ambigüedades o incertidumbres... La transformación perfecta no existe.

La Independencia no quería ser independencia en sus inicios, y tardó once años en conseguirla de España, para luego hundirse el país en batallas internas crueles: Imperio, República central o federal, pérdida de más de la mitad del territorio nacional; un gobierno de leyes con contradicciones como fue el juarista, pero el que a fin de cuentas construyó al país en su esencia constitucional y luego una Revolución Mexicana en un país que perdió a más de un millón y medio de mexicanos y otro tanto que salió del país para huir de esa misma confrontación nacional y que dejó como herencia a un gobierno que se mantuvo en el poder más de setenta años...

Lo dicho: a esas transformaciones les falta una muy importante: la del 2 de octubre de 1968...

Visto desde una perspectiva política y social, lo que ocurrió ese año, a lo largo de unos cuantos meses, habría de costar vidas por un gobierno emanado de esa Tercera Transformación y que reprimía toda manifestación o reclamo social-laboral-sindical e incluso rebeliones militares.

Habían manipulado lo electoral para mantenerse en el poder político por mandato nacional. La oposición estaba ahí, pero era sometida por la vía electoral o la represión directa, por ejemplo en las elecciones de 1940 cuando Juan Andrew Almazán se postuló como candidato a la presidencia con el Partido Revolucionario de Unificación Nacional (PRUN). ‘Elecciones más sangrientas como las ocurridas en julio de 1940 habían ocurrido pocas veces’, dice don Luis González y González.

A finales de los cincuenta y principios de los sesenta, el gobierno emanado de la Tercera Transformación (3-T) había reprimido a médicos, ferrocarrileros, electricistas, campesinos y estudiantes.

Por ejemplo: En 1956 estudiantes del Instituto Politécnico Nacional llevaron a cabo una huelga que terminó con la ocupación militar de sus instalaciones. La vigilancia de los soldados permaneció en el IPN durante un año. Otro caso fue la huelga de 1963 en la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, también disuelta por el Ejército. El Jefe Máximo de las Fuerzas Armadas del país es el presidente de la República.

Por otra parte en 1968 el mundo se convulsionó con movimientos sociales de reivindicación política y reclamos de libertad: pasó en Francia como en Estados Unidos en protesta por la Guerra de Vietnam; el 4 de abril de 1968 asesinaron a Martin Luther King en Memphis; en todo el mundo hubieron movilizaciones por la intervención soviética a Checoslovaquia...

Así que todo estaba a la vista. La inquietud mundial era propicia. Los antecedentes internos en México eran indignantes. En México por un incidente menor, reprimido de forma excesiva en la Ciudadela del Distrito Federal desencadenó una de las expresiones sociales más fuertes e impactantes de esa década. El gobierno no supo cómo interpretar estos reclamos que, por cierto, no pedían cambiar al régimen, sino que se cumpliera con la ley y no supo cómo solucionarlos y utilizó la fuerza y la represión, como ya era su costumbre.

Lo que sigue lo sabemos: represión y muerte de jóvenes estudiantes en Tlatelolco. Al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz le urgía acabar con aquellas manifestaciones crecientes porque tenía encima la inauguración de las Olimpiadas ese mismo mes: México-68: “México por la paz”. “Ofrecemos y deseamos la amistad con todos los pueblos de la tierra”.

Pero ya se había sembrado la semilla y en adelante las cosas ya no serían igual en el país. Poco a poco la toma de conciencia de lo ocurrido habría de permear el ánimo político nacional. Aun así, todavía habría de ocurrir otra masacre de parte de ese mismo gobierno emanado de la 3-T: la matanza de maestros en 1971, en la Av. San Cosme del Distrito Federal.

Pero como se dice: ‘ya estaba digerida la jalea’ y pronto aparecieron movimientos del tipo guerrilla; particularmente durante el gobierno de Luis Echeverría en los setenta. Esto, con todo y su tono violento, junto con el antecedente de lo ocurrido en 68 y luego en 71 hacían que el gobierno de la revolución institucionalizada tuviera poca fuerza para sí, en tanto que surgían partidos políticos de oposición, casi siempre hacia la izquierda.

Las reformas políticas y electorales aparecieron pronto; en 1977 se pasaría de partido hegemónico a un pluripartidismo incluyente. Se aprobó esta reforma durante el gobierno de José López Portillo, el mismo presidente que había ganado la elección porque no tuvo oposición al frente.

De tal forma se comenzó a desactivar el estallido de esa olla exprés que ya era el país y se le dio salida para que se incorporaran partidos que antes era imposible de ver en el catálogo político-electoral de México.

Era el inicio del cambio y la llegada de nuevas ideas, nuevas propuestas y nuevos aires para la política y la sociedad mexicanas: todo esto surgido de aquel 2 de octubre de 1968: año de la Transformación política.

De esto hace cincuenta y un años. Y gracias a aquellos muchachos que murieron, a los muchachos que fueron presos, y a los muchachos que comenzaron a ver otro México desde las aulas. Gracias.