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100 años de la toma de Zacatecas

La batalla o toma de Zacatecas, el 23 de junio de 1914, por las fuerzas comandadas por Francisco Villa, Pánfilo Natera y Felipe Ángeles, es uno de los episodios trascendentales de la historia nacional y significó el triunfo armado de la Revolución Mexicana.

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Escrito en OPINIÓN el

 

Zacatecas era una importante plaza en el México del siglo XIX, no sólo por sus ricos yacimientos de plata y por sus minas, sino porque mucha de la vida social de México pasaba por esta entidad y porque en ella se encontraban los principales cruces ferrocarrileros de la nación.

La toma de esta ciudad, la mayor y más sangrienta batalla del levantamiento armado, le dio rumbo definitivo a la gesta revolucionaria, pronosticando la toma de la ciudad de México en cuestión de días.

El triunfo la División del Norte del Ejército Constitucionalista, permitió el avance de las fuerzas progresistas hacia la capital del país y propició en octubre de ese mismo año la Convención de Aguascalientes, como un intento para conciliar las diferencias entre los "cuatro grandes" señores de la guerra que derrocó al golpista Victoriano Huerta: Pancho Villa, Emiliano Zapata, Venustiano Carranza Álvaro Obregón.

Lo más importante de la Convención fue el acuerdo del Congreso Constituyente del 17, que concretó la reforma política y social por la que desde 1900 venían luchando algunos liberales progresistas entre los que podemos mencionar a los hermanos Enrique y Ricardo Flores Magón, Luis Cabrera, Camilo Arriaga, Librado Rivera, Juan Sarabia, Wistano Luis Orozco y Francisco I. Madero.

Quienes buscaban, entre otras cosas, derrocar a Porfirio Díaz e introducir en el país profundas reformas sociales que incluían las demandas de obreros y campesinos, así como una nueva estructura político-social, menos centralizada, una distribución más favorable de la riqueza nacional, sobre todo de la tierra, limitar la propiedad extranjera y propiciar transformaciones en las esferas educativa, laboral y agraria.

Concluida la toma de Zacatecas, ya no quedó ni una plaza fuerte entre constitucionalistas y la ciudad de México. Sin embargo, otra batalla seguiría, pero ahora política, entre villistas y carrancistas, propiciada por egos y envidias “de generales”.

Los cientos de ensayos, libros, corridos y guiones cinematográficos que hablan sobre este capítulo de la historia de nuestro país, destacan precisamente estos dos puntos: uno, el del triunfo sobre los huertistas; y dos, el de las diferencias que se dieron entre los caudillos Villa y Zapata entre Carranza y Obregón.

Cuando estamos a unos días de conmemorar 100 AÑOS DE LA TOMA DE ZACATECAS, igual que hace un siglo, el país vive tiempos de acuerdos, transformaciones y también desacuerdos.

Los hechos del 23 de junio de 1914, como telón de fondo, llaman a una reflexión sobre la importancia que tienen los objetivos comunes por encima de los intereses personales, el tiempo y los recursos perdidos por las disputas sin sentido entre villistas y zapatistas contra carrancistas y obregonistas es una lección que hoy debemos asimilar.

Las actuales reformas permiten que se fortalezca el pacto que surgió en Aguascalientes tras la toma de Zacatecas de 1914,  que se cuente con nuevas instituciones e instrumentos que garantizan los derechos de todos los mexicanos.

Que se impacte la concentración monopólica de la riqueza y que haya una más justa y equitativa distribución del excedente nacional.

El movimiento transformador que está viviendo nuestro país, debe integrar el pluralismo de los diferentes actores hacia el objetivo común que permita retomar la confianza en las instituciones.

Recientemente, el INE presentó el informe “País sobre la Calidad de la Ciudadanía”, el cual revela que siete de cada diez ciudadanos sostienen que no se puede confiar en la mayoría de las personas y confirma los altos niveles de desconfianza, particularmente en las instituciones encargadas de la procuración de justicia, sólo 19 por ciento confía mucho o algo en los partidos políticos y 17 por ciento en los diputados.

Hoy que el país respira aires transformadores, no permitamos que tras la batalla ganada a los poderes fácticos que por años frenaron el desarrollo del país, los intereses personales o de grupo impidan concretar las desavenencias estructurales.

Hay que enfatizarlo, la discusión de las Leyes secundarias debe reflejar la suma de voluntades y anteponer los intereses nacionales a los intereses personales y concretarse no sólo a favor de unos cuantos.

Y si usted, lectora, lector querido, no tienen inconveniente, muchas gracias por sus amables comentarios y aportaciones, nos leemos el próximo jueves.

 

Facebook: Pedro de Leon Mojarro

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