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… Y rodaron cabezas

Santiago Nieto y Paulo Pezzolano amanecieron este martes sin trabajo por la misma razón; sintieron que estaban por encima de los colores que defendían

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Escrito en HIDALGO el

Los errores se pagan.

Puedes ser un profesional intachable. Íntegro. Dedicado en cuerpo y alma al trabajo y, sin embargo, tu capacidad nunca te pondrá por encima del proyecto que representas.

Santiago Nieto y Paulo Pezzolano amanecieron este martes sin trabajo por la misma razón.

El primero es abogado y se desempañaba como titular de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF), órgano fundamental en la lucha contra la corrupción que abandera el gobierno de López Obrador.

Desde esa trinchera, Santiago Nieto operó la detención de varios personajes considerados como la “mafia del poder”; su especialidad era encontrar culpables por lavado de dinero, evasión de impuestos o mover dinero de procedencia ilícita. Entre sus acusados figura Gerardo Sosa Castelán, por ejemplo.

El segundo es un técnico uruguayo que logró coronarse en su país con el modesto Liverpool. Pachuca lo trajo en 2019; luego de tres meses y apenas diez partidos, le extendió un contrato por dos años. Decían en ese momento que era un “extraordinario estratega”.

Con apenas 38 años, el charrúa tuvo dos regulares torneos y pese a pasar por el último lugar de la tabla, logró jugar una semifinal con los Tuzos; sin embargo, en el Torneo Apertura 2021, su proceso se fue a pique. No entró ni a repechaje.

Aunque resulte extraño, los dos perdieron credibilidad por un mismo pecado: la soberbia.

Nieto y Pezzolano sintieron que estaban por encima de los colores que defendían.

El político decidió casarse a todo lujo en un exclusivo lugar de Guatemala, con invitados que iban cargados de dólares. Olvidó que el gobierno al que pertenecía presume de honestidad y austeridad.

Su boda bañada en champagne le cayó como bomba al presidente Andrés Manuel, por el golpe que representa a su proyecto de nación. Ante la oleada de críticas, presentó su renuncia.

El director técnico de Pachuca, por su parte, se extralimitó en sus funciones. Aprovechando el respaldo y buena fe de su directiva, pidió le quitaran jugadores con los que no tenía buena química como Víctor Dávila, en ese momento, su mejor goleador.

Solicitó refuerzos como su paisano Cristian Souza, que resultó un petardo.

Lejos de preocuparse en desarrollar variantes tácticas para su escuadra, pasó más tiempo bloqueando a personas que lo criticaban en internet y ordenó en el club le mostraran también lo que se publicaría en redes sociales. Vetó a su propio personal de comunicación de los entrenamientos y concentración como si fueran espías enemigos.

Opinó sobre lo que debían cantar o gritar los aficionados, en especial de la Barra Ultra Tuza, que fue embestida por elementos de seguridad en el estadio cuando intentaron enseñar una manta que pedía su salida. Casualmente, la música en el estadio subía el volumen para que no se escucharan los abucheos.

El colmo: hace dos meses, un comunicado con tintes de burla para la afición fue publicado por el Club, “explicándole” a la gente que debían creer y apoyar la gestión de Pezzolano.

Los jugadores, a los que jamás apoyó como él pedía para sí mismo, le dieron la espalda. Acabó el campeonato con cinco fechas sin ganar y dos autogoles. Eliminados de finales. Cesado del cargo.

REMATE

Ni Santiago Nieto podía estar por encima de la “austeridad republicana” ni Paulo Pezzolano salvando el pellejo y cobrando su contrato completo mientras todo se incendia alrededor. La salida del abogado se gestó en unas horas; la del técnico desde hace meses.