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PAN: ¿Celebración o reflexión?

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Escrito en OPINIÓN el

Asistí a la sesión solemne del Consejo Nacional del Partido Acción Nacional a la que amablemente fui invitado, con motivo de los festejos por el aniversario número 75 de la fundación de nuestro partido. Pero debo confesar que más que festejo me pareció una misa de cuerpo presente. Formato, ambientación, organización y discursos estuvieron lejos de una celebración. Asistimos a un lamento. Proyectamos lo que vivimos.

 

Creo que andamos confundidos. Pienso que hemos perdido rumbo y liderazgo. Que nuestros principios, valores y doctrina visten los discursos pero desnudan las conductas. Más importante y grave que todo lo anterior: Hemos dejado de ser distintos y distinguibles.

 

Confundirnos con los demás políticos y partidos nos hace iguales a todos. Ejercer las mismas prácticas que tanto criticamos de aquéllos en el pasado nos equipara. La gente ya no alcanza a ver la diferencia entre unos y otros y, en consecuencia, la democracia pierde uno de sus principales diques: El contraste.

 

Decidí entrar al PAN hace nueve años convencido de su ideario, historia y liderazgos. Me sentí identificado, representado, cómodo y muy bien. Tuve la fortuna de participar en un proyecto por el que pocos apostaban pero lleno de mística, pasión y convicción, gracias a la generosidad de Felipe Calderón. Fue un proyecto exitoso.

 

Soy de los que se siente orgulloso de nuestro paso, trabajo y resultados en el Gobierno Federal. No creo que nuestra misión haya sido "desmantelar al viejo régimen" como si se estuviera refundando la República. Y no me parece, tampoco, que esa haya sido la causa de nuestra derrota electoral en 2012. No coincido pues con la tesis de Gustavo Madero. Las causas de la derrota están en otro lado.

 

Hoy, más que un festejo nos urge una reflexión. No se trata de ganar elecciones a cualquier precio como un fin en sí mismo. Tampoco de permanecer eternamente como oposición responsable. Lo importante, lo trascendente, es recuperar la congruencia entre lo que se piensa, se dice y se hace. Y esa congruencia debe basarse -inspirarse pues- en los principios de doctrina de nuestro partido.

 

No debe caber el menor asomo de duda en que tenemos el deber de ser competitivos en los procesos electorales y ganar elecciones. Sólo así llevaremos nuestro pensamiento, principios y valores a la práctica de políticas públicas en aras del bien común.

 

Hemos de reconocer, en este importante aniversario de nuestra fundación, que nos hemos apartado de las clases medias y de los micro y pequeños empresarios; que los jóvenes no se identifican con nosotros y que, desgraciadamente, hemos dejado de ser el referente de la decencia en el servicio público por hechos y omisiones sólo imputables a nosotros mismos.

 

Lejos de abanderar causas realmente ciudadanas y exhibir el contraste entre quienes traicionaron a la gente con una absurda reforma fiscal que tiene estancada la economía y quienes votamos en contra, adoptamos temas de consulta popular poco serios (por decirlo suave) para ir en busca del voto popular el próximo año.

 

Frente a una larga sucesión de hechos de escándalo y bochorno, la salida es señalar a la prensa por su enfadoso mensaje. Somos víctimas de campañas perversas pero no nos hacemos cargo de nuestros propios errores. Pueden más los "mochos" que los "moches". Y so pretexto de que "la ropa sucia se lava en casa" nada pasa y, luego, se apuesta al olvido.

 

Así pues, si queremos recuperar la Presidencia de la República primero debemos recuperar la confianza de los ciudadanos. Eso requiere unidad, disciplina y generosidad pero, sobre todo y como dije antes, congruencia. Volver a ser distintos y distinguibles por virtud del trabajo incansable de políticos sensibles, probos, y que sepan armonizar capacidad técnica con destreza política. Nuestro ideario político ahí sigue y debe ser fuente constante de inspiración.

 

En fin. Se nos llena la boca en este aniversario repitiendo que somos el mejor partido político de México. Pero me temo que no basta con decirlo. Hay que demostrarlo. Y eso se hace desde la acción, no con discursos, en la contemplación o por la mera aspiración.

 

@JLozanoA