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¿Sabemos identificar el racismo en México?

En EU muchas veces el racismo se manifiesta de forma violenta, mientras que en México su pasividad lo camuflajea como característica de nuestra mexicanidad. | Andrea Mata

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Escrito en OPINIÓN el

Vivo en Estados Unidos desde hace un poco más de dos años. Cuando me preparaba para dejar México frecuentemente me surgía la inquietud de cómo iba a ser percibida o tratada por ser mexicana, especialmente en el trabajo. Por esas fechas, Donald Trump acababa de ser elegido presidente y los videos de personas celebrando la prometida partida de muchos inmigrantes (especialmente los mexicanos) plagaban todas las redes sociales. Para mí era una sorpresa ver la cantidad de gente alentada por la imagen de Trump y su discurso, y cómo ésta expresaba abiertamente su rechazo a la diversidad.

Cuando llegué, se hablaba mucho de la situación política, había una clara división del país y sus intereses, crecía una necesidad de las personas por expresar su punto de vista, cuestionar opiniones, y entender motivos. Empezaba a generarse una gran preocupación sobre cómo el discurso de intolerancia iba a afectar al país y la percepción que el mundo podría generarse de este. Era un momento de shock para muchos y la única medicina era hablarlo.

Pasados unos meses, comencé a conocer personas de diversos orígenes: nacidos en Estados Unidos, pero con padres inmigrantes, nacidos en diferentes lugares, pero criados aquí; y algunos como yo, recién llegados. El cómo experimentamos la vida en Estados Unidos se volvió un tema recurrente. Comparábamos las diferencias y similitudes con nuestros países de origen: desde el lenguaje, los hábitos, costumbres, hasta las experiencias más duras. Muchos de los que se criaron aquí se enfrentaron con agresiones físicas y verbales por su raza o etnia. Dichas agresiones eran sufridas a temprana edad, por parte sus compañeros de escuela. Esto habla del cáncer que desde entonces aquejaba al país.

En pláticas con otros mexicanos rescatamos similitudes con las experiencias de nuestros compañeros extranjeros. Las experiencias de abuso que habíamos visto o vivido repetidas veces pero que nunca habíamos analizado con severidad. Recordábamos los apodos, las burlas, las comparaciones y mil ejemplos más. Comportamientos camuflados por la clásica “carrilla” en la que todos quieren participar, y en la que cualquier queja o rechazo de algún defensor es muy mal recibida.

Pronto empecé a cuestionar situaciones que antes no hubieran atrapado mi atención. Ejemplos pequeños, como los comentarios que mis amigos en México me escribían cuando subía fotos a Instagram en dónde aparecían amigos asiáticos, sencillamente me incomodaban. Teniendo el contexto de las experiencias que estas personas habían tenido creciendo en Estados Unidos, sentía que tenía la obligación de decir algo, señalar lo incómodo. En otra ocasión se repitió la sensación cuando visitaba México, era una conversación entre amigos dónde alguien se burlaba del “prieto”, me fue difícil ser honesta con mi postura y al expresarla fue rechazada con la excusa de que era únicamente “carrilla”. Me era difícil concebir el racismo como fundamento de estas actitudes, me parecía un concepto muy fuerte para condenar estas dinámicas tan comunes en los mexicanos, y sobretodo, en las personas cercanas a mí. Aún me sigue costando identificar en qué categoría cae la tía que se alegra si el sobrino sale güerito.

Ahora comienzo a cuestionarme con más frecuencia, ¿qué pude hacer mejor? ¿qué responsabilidad tengo cuando se presentan estas situaciones? ¿Cómo podemos ser más críticos con estas conductas que son parte de nuestro cotidiano?

Paradójicamente, mi preocupación inicial de cómo sería tratada en otro país terminó pasando a segundo plano. Comencé a reconocer el rol que el racismo en México había tenido en mi crianza, lo cual me generó una gran inquietud y tristeza. En Estados Unidos muchas veces el racismo se manifiesta de forma violenta, lo cual lo hace imposible de ignorar, mientras que en México su pasividad lo camuflajea como una característica de nuestra mexicanidad. Creo que es un tiempo importante para el país, el tema del racismo es cada vez más relevante. Lo vemos en el cine, la televisión y en las redes sociales que sirven como plataforma de denuncia a estos comportamientos. Es necesario cuestionar este mal, entender el origen de nuestra intolerancia y rechazo por las características que nos hacen diferentes unos de otros, sobre todo en un país dónde somos resultado del mestizaje y nos enfrentamos a constantes luchas por el respeto a nuestra identidad.

Las redes sociales arden ¿Qué pasó con la utopía digital?

@andmatar | @OpinionLSR| @lasillarota