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No seamos como los peces en el río

Los controles de alcoholemia, a nivel mundial, son un pequeño esfuerzo para evitar accidentes que pueden cambiarnos la vida. | Luis Eduardo Osorio

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Escrito en OPINIÓN el

Panamá, Panamá. Durante años escuchamos la frase “si toma no maneje”. Durante años, esa fue una frase que no generó cambio alguno en el comportamiento de hombres y mujeres por igual, de diversas edades y estratos sociales y este comportamiento cobró muchas vidas y muchos millones de pesos en pérdidas económicas en México y el mundo.

Y entonces, se detuvo el sólo solicitar que la gente no tomara cuando está al volante y se cambió por una estrategia punitiva que ha dejado mucho de que hablar no sólo en nuestro país, sino en todos lados donde se ha implementado.

En México, el programa “conduce sin alcohol” inició en septiembre de 2003 y hasta la fecha ha ayudado a disminuir 30% el índice de accidentes fatales asociados con el consumo de alcohol, principalmente entre jóvenes.

En Panamá, empezó este control de alcoholemia en 2010 y la Autoridad de Tránsito y Transporte asegura que ha disminuido gradualmente los accidentes fatales por conducir en estado de ebriedad. El modus operandi de estos retenes que buscan “capturar” a infractores que manejen después de haber tomado, es muy parecido en ambos países. Sólo que acá, hay una o dos patrullas, y cuatro o cinco policías. En México, primero te hacen una entrevista muy breve para ver qué tan tomado te ves y si el agente considera que no estás en estado adecuado para manejar, te pasa con un médico legista que te aplica la prueba de soplar en un popote y ¡listo! Una máquina dirá si tienes altas concentraciones de alcohol en al aliento.

En Panamá el procedimiento es mucho más frío, digamos. Llegas al retén y el policía te pide tu licencia, la escanea y después te pide que soples en una boquilla que está conectada a un dispositivo que inicialmente te dirá si te has echado tus quiebres o no. No es necesario que soples mucho, sencillamente una sopladita como para apagar las velas del pastel de cumpleaños.

Yo no he pasado de este momento, porque cuando voy a tomar, prefiero moverme en Uber. Pero los que sí se arriesgan saben que si sales positivo en esta primera prueba, te van a detener y entonces hay una nueva boquilla a la que soplas de una manera diferente y se registra la cantidad de alcohol que has tomado.

Tienes tres niveles de tolerancia para la presencia de alcohol en el aliento, el primero solamente te significará un regaño en panameño, una docencia; el segundo lleva una sanción, es decir una multa. La tercera es the whole enchilada, multa, retención de vehículo y de licencia.

En México, si pasas el nivel máximo permitido, no hay de otra, ¡te vas al torito! y no hay niveles intermedios con amonestaciones o cosas así.

Pero todo este movimiento, al menos en los dos países que me ha tocado vivirlos, tiene irregularidades. Podría ser el mal endémico de Latinoamérica, podría ser sólo que algunos malos servidores se han beneficiado, podrían ser muchas cosas, pero lo que es un hecho es que los controles de alcoholemia, a nivel mundial, son un pequeño esfuerzo para evitar accidentes que pueden cambiarnos la vida.

Y si ya empezamos 2020, y estamos aún aquí, usemos sistemas de transporte que disminuyan definitivamente el riesgo de hacer un daño inolvidable a alguien. ¡Salud!