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Llegó a pandemia por nuestro modo de vida imperial

La humanidad no deja de ser tan frágil como el delicado equilibrio de la Tierra. | Lorena Olarte

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Escrito en OPINIÓN el

Viena, Austria. Al momento de escribir esta columna, llevamos un poco más de 10 días desde que se decidió el cierre de las instituciones de educación superior en Austria. Después siguió el cierre de escuelas, comercios, restaurantes y finalmente, la orden de permanecer en casa. Para reforzar las medidas, la policía puede imponer multas de hasta 3,600 euros. En un país donde gran parte de la población vulnerable al covid-19 vivió los horrores de la guerra, se reviven los temores. 

Todos estos miedos son válidos. Como en el resto del mundo, la población busca respuestas y certezas ante la pandemia del covid-19. Los políticos pretenden mostrar que tienen el control, pero tampoco dejan de buscar culpables e incluso algunos, además de esparcir información falsa, fomentan el racismo y la xenofobia. Los científicos por su lado tratan de contener la situación, compartiendo información basada en evidencia y pronósticos. No es la primera vez que el mundo enfrenta una pandemia. En México lo vivimos más recientemente en 2009 con el AH1N1 lo cual nos llevó a cambios culturales importantes, como el uso más frecuente de gel antibacterial y máscaras. Sin embargo, muchos deliberadamente ignoran esas experiencias y quieren creer en ideas falsas como la generación espontánea y que los patógenos tienen nacionalidad e intenciones propias.

No hay pandemia o enfermedad infecciosa que sea socialmente neutra

Tampoco es posible determinar una sola causa. En estos momentos, todos intentan analizar el fenómeno, su comienzo y consecuencias desde su propio lente. Los movimientos por los derechos de los animales argumentan que el consumo de carne nos ha llevado esto, mientras que otros apuntan a las ideas malthusianas de sobrepoblación y catástrofe y otros incluso, al darwinismo con la “inevitable” supervivencia del más fuerte. 

¿Pero qué hay sobre nuestra relación y responsabilidad con la naturaleza? Desde la perspectiva de la epidemiología, la ciencia veterinaria, y la ecología, nuestra interacción con la naturaleza juega un papel muy importante en la propagación de enfermedades dentro de una intrincada red de factores. Esta pandemia no surgió por generación espontánea en un mercado de China. Wuhan, es la ciudad donde primero se identificó, pero se requerirá una investigación minuciosa para conocer su verdadero origen al igual que sucedió con el AH1N1 y su disputado comienzo en México. Los investigadores de enfermedades infecciosas llevan al menos 15 años advirtiendo sobre una epidemia de este tipo, algunos identificando el genoma de otros coronavirus con más de 90% de aproximación al actual, también desde hace años.

No era cuestión de si iba a pasar, si no de cuándo y dónde

Ni siquiera hay seguridad de que ésta sea la última. Las circunstancias ecológicas, como el deterioro de la naturaleza y el cambio climático, son factores que directamente multiplican las posibilidades de estos brotes. Estas “ventanas de oportunidad” también dependen de complicados entornos con consideraciones sociales, ambientales y culturales. El consumo de carne de fauna silvestre será un importante factor, pero no olvidemos que estas prácticas también se realizan en México, tanto en las ciudades (por ejemplo, el mercado de San Juan en la Ciudad de México) así como en las comunidades rurales, donde es el sustento de muchas familias. Las pandemias van más allá y dependen de las infinitas posibilidades de la ecología y la evolución en este gran sistema que reproduce las condiciones de la vida llamado planeta. 

Los seres humanos somos la especie que de manera más destructiva transforma su alrededor. Los países del llamado norte global y cada vez más las clases medias y altas de países considerados “del Sur” o semi periferias (como México), aspiramos a un estilo de vida que el politólogo alemán, Ulrich Brand, denomina modo de vida imperial. Éste se basa en un modelo de desarrollo que considera un acceso ilimitado de recursos. En la vida cotidiana, la normalización de un estilo de vida que fomenta el consumo masivo de éstos (litio para baterías de celulares, combustibles fósiles para nuestros autos y la aviación, alimentos y productos que simbolizan estatus, etc.), incrementa la presión en los países que los poseen. En la búsqueda de satisfacer esas necesidades se observan consecuencias como la degradación de territorios y agotamiento de recursos, además de las ocasionadas por la injusticia y el despojo.

Por otro lado, la epidemiología ecológica, no deja de afirmar que la destrucción del ecosistema influye en estas epidemias, restringiendo el hábitat de especies hospedantes o reservorios naturales de enfermedades (hosts), así como vectores (organismos que transmiten enfermedades sin contagiarse). Por ejemplo, el desarrollo de un megaproyecto petrolero o minero en una zona remota, contribuiría a la destrucción de los hábitats, provocando una mayor concentración de animales que hospedan microorganismos infecciosos. Estos microorganismos, de manera natural y por necesidad, probarán nuevos reservorios. Al expandirse el alcance humano y junto con mascotas y el ganado, entramos en contacto más frecuente con la fauna silvestre y entonces las posibilidades de transmisión de este tipo de enfermedades, llamadas zoonosis, se multiplican exponencialmente. A partir de este momento, el llamado spillover o desbordamiento es crucial, pero lo es más el saber hasta dónde puede llegar. 

Es innegable que como humanidad hemos llegado a un punto crítico y el reto de la pandemia nos hará reflexionar sobre lo que siempre hemos dado por hecho, como las necesidades básicas, la libre circulación, la salud y nuestra relación con el medio ambiente. Sin embargo, es importante mantener acciones de solidaridad y ayuda, no sólo entre países, sino entre individuos. De ninguna manera esta pandemia es resultado de una selección natural ni la rige la ley del más fuerte. Está comprobado que la evolución de la vida también ha sido posible debido a la cooperación, a la endosimbiosis y la transferencia de información, incluso entre diferentes especies. Si a nivel biológico, la vida se ha abierto paso a través del mutualismo y el intercambio, a nivel social, lo que nos sacará de esta crisis será también la cooperación y la solidaridad. 

La humanidad no deja de ser tan frágil como el delicado equilibrio de la Tierra. Es tarea de todos como sociedad reconocer nuestra vulnerabilidad y replantearnos nuestra conexión con la naturaleza y nuestra responsabilidad. Todos inevitablemente formamos parte de ella.