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La nueva normalidad lejos de casa

‘Sana distancia’, ‘aislamiento social’, ‘nueva normalidad’, parecieran frases de ficción, pero han sido nuestro soundtrack real de los últimos meses. l Lorena Rico

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Escrito en OPINIÓN el

New Brunswick, Canadá. Es curioso como el tema del aislamiento social resultó ser más difícil de lo que pensamos. Miles de personas posteaban lo difícil y bizarro que era pasar un cumpleaños ‘solos’, cantarse las mañanitas a sí mismos o vía una video llamada con la familia/amigos, yo pensaba: pues así fueron los primeros cumpleaños de Pablo y míos aquí… Resulta que como inmigrante la famosa cuarentena no es tan diferente de los primeros meses o años en un nuevo país. 

Creo que nosotros hemos tenido una ventaja emocional y anímica versus el resto de nuestros familiares y amigos que han padecido estos días sin verse unos a otros, como normalmente sería para una comida en domingo, o una visita entre semana, etc. Sabemos estar ‘solos’, sabemos disfrutar de nuestro hogar la mayor parte de los días o la semana, de encontrarnos actividades para entretenernos ‘solos’… Y eso nos ha ayudado a evitar caer en la otra pandemia: la salud mental.

Ahora que en nuestra provincia (New Brunswick) hemos llegado a la tercera fase del plan de recuperación y tenemos centros comerciales, gimnasios, restaurantes y bares abiertos, podríamos decir que ya estamos viviendo ‘la nueva normalidad’. Para ser franca, en lo personal me gusta esta nueva normalidad. Una normalidad que incluye procesos elementales de higiene y espacio vital entre personas. Creo fielmente que esta nueva normalidad no se trata más que de regresar a los procesos de higiene básicos que en algún momento se tenían. Por ejemplo, yo recuerdo que de pequeña al entrar a un avión olía a limpio, a que al menos unas toallas húmedas y una aspirada rápida habían sucedido previo a entrar al avión. Poco a poco se perdió eso, ahora llegaba a mi asiento a encontrarme con migajas, con envolturas, etc., que no habían sido recogidas por la prisa que había de salir porque ahora el tiempo de conexión debe ser mucho más eficiente. Priorizamos la eficiencia por la higiene, y en ese proceso se nos fueron cosas tan elementales como lavarnos las manos regularmente. A los niños pequeños los padres les limpian las manitas con toallas húmedas casi cada 15 minutos, o cada que ven que tocaron un barandal o sus tenis… ¿por qué los adultos no deberíamos tener esa higiene cada que estamos en un aeropuerto, una sala de espera, etc.? 

Y ni hablar del espacio vital, cada vez los asientos en las salas de espera son más justos para ‘que quepa más gente’, los asientos entre líneas de avión están más pegadas ‘para poder vender más boletos’… Incluso cuando hacemos fila para algo, cuántas veces el de atrás no nos esta topeteando cada 5 segundos porque ‘esta muy pegado’ porque cree que, por pegarse más, llegará más rápido. Nos hemos acostumbrado a vivir unos encima de otros, y aunque en nuestra nueva vida en Saint John las multitudes no son ni remotamente comparables con las de CDMX, siempre existen personas que no tienen sentido del espacio vital. 

Ahora en esta ‘nueva normalidad’ vemos mesas de bares y restaurantes cómodamente separadas, personas en pasillos de tiendas dejando un espacio considerable entre la siguiente persona, gente jugando en el parque debidamente organizados para no estar todos en el mismo juego o set de columpios a la vez. Con todos los establecimientos marcados con flechas de dirección en los pasillos, podría decir que hasta orden se percibe en lugares como el supermercado. 

Nuestra provincia es realmente la única que ha llegado tan pronto a esta fase de recuperación, y por ende la población estamos hoy en día realmente comprometidos en reactivar la economía de la ciudad, ya que el resto del país sigue en su mayoría en cuarentena. Yo soy una amante de las rutinas, creo fielmente que en realidad son más positivas de lo que mucha gente piensa y por eso, la cuarentena fue un reto, por que me llevó a crear una rutina nueva para el día a día.

Ahora estoy lista para adaptarme a una nueva rutina que priorice otros aspectos como el distanciamiento, el tiempo en la naturaleza (que afortunadamente nos invade en esta ciudad) y el tiempo en casa.