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Enfrentamiento en el país de los molinos

Darse a la tarea de buscar trabajo en Países Bajos trae algunas lecciones que bien podrían aplicarse a México. | Fernanda Cisneros

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Escrito en OPINIÓN el

Suele pasar que al entregarse a la tarea de dirigir la propia vida profesional y explorar nuevos horizontes laborales; buscar trabajo, se transita por una fase de profunda revaloración personal. Simultáneo a esta fase filosófica, un poco ególatra y confusa, pero al final necesaria, uno se enfrenta a realidades más prácticas y mundanas. Un nuevo mundo entra en escena: el proceso de hacerse de las herramientas, mejores prácticas y todo el know-how acumulado en “10 tips o menos” por la comitiva de expertos, mentores, gurús y la opinión de cualquier persona, en cualquier foro en línea, para buscar opciones laborales. Atinados o no, uno aprende como cuando está en la clase de química: a ensayo y a error.

Al estar en México, el proceso podría entenderse de una forma distinta; como país de origen, se cuenta con un idioma base, un conocimiento del funcionamiento de las instituciones formales e informales y quizá lo más apreciado; una rica base social creada a lo largo de años de experiencias dentro y fuera del ámbito profesional. Al no ser así, y encontrarse en este país popularmente representado por molinos y canales, los Países Bajos, el proceso se vuelve un poco más complicado, aunque el reto es igualmente aceptado.

Los holandeses son una sociedad que literalmente se muestra a ventanas abiertas. Esta analogía entre su apertura y los enormes ventanales de sus casas que suprimen el uso de cortinas, exponiendo la vida diaria de sus integrantes a la comunidad, es precisa. Amables, directos e incluyentes, presentan interesantes características para el desarrollo de una carrera. Receptivos a un perfil internacional, ofrecen oportunidades en donde es posible el uso de idiomas distintos al holandés; existe un estricto apego al principio de una vida personal satisfactoria, pues son proclives a balancear su trabajo y vida privada como se muestra en los horarios laborales; y tienen confianza en la profesionalidad de los procesos de reclutamiento. Esto último, como he podido atestiguar, no excluye la alta competitividad en estos procesos.

En México, sin duda hace falta replantear el espacio que destinamos a actividades no estrictamente laborales, a dedicar a nuestras familias y a otras actividades que dan sentido y equilibrio a lo que somos. Esto se vuelve especialmente apremiante en el contexto de un país que durante 2017 vivió su año más violento. En los Países Bajos prolifera también la oferta de trabajos voluntarios enfocados en mantener comunidades de intereses, en crear una sociedad más íntegra. Un balance en los horarios laborales mexicanos permitirá reforzar comunidades en torno a otros temas de interés social. Sin duda, la fortaleza de las relaciones sociales puede hacer comunidades más resilientes a los contextos de inseguridad.

La confianza en las instituciones es crucial para el desarrollo de cualquier sociedad democrática. Confiar en que el proceso mediante el cual se evalúa a un candidato para un puesto hace que esa misma confianza se extienda a la organización y a la cualificación de su personal. ¿Qué es lo que lleva a confiar en los procesos de selección en Países Bajos? Que la transparencia sobre el proceso es patente, solicitar información vía telefónica y por otros medios es bienvenido y algo visto como normal, que todas las candidaturas son evaluadas individualmente y que la mayor parte de estas organizaciones ofrece un seguimiento al resultado de la solicitud laboral. Incluso, en ocasiones se presenta el número de aspirantes para ese puesto y una lista detallada de las consideraciones llevadas a cabo al momento de evaluar las solicitudes recibidas en función de las características de los candidatos presentados. Sería deseable que el Servicio Profesional de Carrera mexicano fuera desarrollado bajo un esquema de transparencia similar.

Con lo anterior no sugiero que el esquema laboral holandés, que no comienzo a describir en profundidad, sea la panacea, ni se excluyen las grandes distancias entre los contextos mexicano y holandés. Sin embargo, el desarrollo de políticas públicas puede encontrar inspiración a través de distintas fuentes. Por el momento, seguiré en el proceso de aprendizaje, y espero, no como Don Quijote en su lucha fútil contra los molinos. Termino de escribir estas líneas mientras veo los reportes sobre la toma de posesión de López Obrador como Presidente de México, espero que él tampoco haga como Don Quijote contra los molinos.

Cambio de poder

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