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El regreso a tu país natal

Regresar a tu país, ya sea por trabajo o para visitar a la familia y amigos, se hace cada vez menos ‘normal’. | Lorena Rico

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Escrito en OPINIÓN el

Este segundo año de vivir en Canadá, irónicamente ha traído consigo la posibilidad de visitar Ciudad de México con bastante frecuencia. En mi caso un par de veces por trabajo y una más por placer para visitar a las familias y amigos. Y, debo confesar que en cada ocasión se me ha hecho más fácil decir ‘ya me quiero ir a casa, Canadá’.

No es solo que la rutina diaria cambia como tal, sino que en cada viaje las razones por las cuales decidimos irnos se hacen mucho más evidentes y menos tolerables. En este último viaje a la Ciudad de México en el mes de agosto, estuve una semana por trabajo y, desde el primer día que tuve que moverme en la ciudad entre semana, no pude contener mis nauseas al ir en el auto y darme cuenta de que el ‘vaivén’ de ir en el tráfico me revolvió el estómago. No lo quería relacionar, pero al cabo de la semana, llegue a la conclusión que eso era. Comenzaba a enojarme con otros conductores en el tráfico porque su forma de conducir me provocaba estrés, y hasta cierto punto ‘asombro’. Bien dicen que es fácil acostumbrarse a lo bueno, y olvidarse de lo malo… Incluso, siendo honesta las ocasiones que mi madre me llevo en su auto, también le dije varias veces que hacía mal en conducir de tal o cual forma, que no había prisa, etc. Y claro, su respuesta era ‘pues es que esto no es Canadá’. No, claro que no lo era.

La fila para esperar mesa en un restaurante el sábado por la tarde, la hora y media para llegar a tu destino, los gritos de una señora enojada en medio de la avenida porque había chocado, el taxista y conductor del camión que casi nos chocan por querer avanzar un poco más rápido, el grupo de hombres que chiflaron cuando pase enfrente de ellos… me llevaron a desear volver a casa pronto.

Y si, ya sé que no hace tanto esto era parte de mi rutina diaria, pero vivir en lo opuesto ahora, hace que cada visita ahora se hiciera menos tolerable. Y claro, no es fácil decirlo porque al tiempo que lo pienso, me doy cuenta de que ahí vive mi familia.

Me preguntaba alguien en mi visita si sentía que la ciudad iba en picada y de cómo con el nuevo presidente todo estaba aún peor. Siendo muy franca mi respuesta fue que no, que no lo veía peor, sino que simplemente ahora veía lo mal que siempre estuvo y como me asombra pensar que ésa era mi vida, y lo normal hasta hace un par de años.

Quien diría que ahora lo difícil era regresar.