Main logo

El Pastor que dejó su rebaño a los lobos

En muchos casos, esta pandemia ha mostrado la ineptitud de líderes mundiales ante el manejo de una crisis de estas dimensiones. | Rafael Pulido

Por
Escrito en OPINIÓN el

Madrid, España. Cuentan que en alguna ocasión una manada de lobos empezó atacar los rebaños de ovejas en un pueblo de la serranía.  Los pastores de este pueblo al ver que día con día su patrimonio disminuía, empezaron a diseñar estrategias para poder dar con los lobos; pusieron trampas en las cercanías, compraron perros guardianes, mejoraron las cercas e instalaciones, etc., todos hicieron lo mismo, menos uno, quien decía que era una crisis pasajera, que los lobos iban de paso y que en algún momento se irían, que no había porque preocuparse, que su rebaño era extenso y que no se vería afectado, y que las medidas que se adoptaban eran una exageración, hasta que, poco a poco fue perdiendo ovejas ante su total inacción, y cuando empezó a quedarse sin rebaño responsabilizó a sus colegas pastores, al clima, al entorno, es más, llegó a culpar al rebaño por no defenderse del enemigo ¿Le suena esta historia?

Estamos en la recta final de este año 2020, en vísperas de la celebración de Navidad y Año Nuevo, la cual, naturalmente invita a la reflexión en un año que será recordado por todos por la irrupción de un virus en nuestras vidas, que a finales del 2019 empezaba a generar estragos en China y que desde principios de este año ha cubierto la totalidad del planeta, trastocando la vida de todos nosotros y apartándonos de aquello que hasta ese entonces conocíamos como normalidad, enseñándonos lo vulnerable que somos  ante un impacto de esta magnitud y, por otro lado, descubriendo facetas en nuestra sociedad sobre lo que resulta interesante hacer un análisis.

En muchos casos, esta pandemia ha mostrado la ineptitud de líderes mundiales ante el manejo de una crisis de estas dimensiones, ya que sus acciones y decisiones han tenido lamentablemente un impacto negativo en las cifras y estadísticas que hasta el día de hoy se presentan. Por otro lado, ha habido líderes que se han hecho grandes ante una crisis en la que se han echado al hombro a sus gobernados con políticas de gobierno que permiten preservar la salud de los ciudadanos, así como dando apoyos para el mantenimiento de las actividades económicas. No es casualidad que en los principales estudios y ranking de cifras de contagios y número de decesos por covid-19 aparezcan los mismos países: Estados Unidos, Brasil, México, Reino Unido, entre otros. ¿Qué tienen en común estos 4 países? Desde mi punto de vista, liderazgos que no han estado a la altura de las circunstancias. Siempre he creído que el poder deber ser como un vino embriagador que te nubla lo que pasa en tu entorno y del que solo eres consciente por tus acciones unilaterales, las cuales, por supuesto, crees que son las correctas. Puedo entender que en muchos de estos países haya sido una estrategia el quitar importancia a este virus en pro de preservar la actividad económica, sin embargo, cuando un gobernante se aleja de la realidad, pero sobre todo no tienen autocrítica de sus acciones, es normal que se acarreen consecuencias catastróficas.

Mientras que, aquí, en España, la lucha por acuerdos rige la vida diaria de la clase política de un país que pudiera dar una imagen de división interna, pero que, sin embargo, a la hora de ver necesario tomar medidas drásticas a favor del bienestar social, logran puntos de encuentro. Ejemplo de ello, es que hoy nos encontramos con restricciones de la movilidad entre comunidades autónomas, toque de queda a partir de las 11 de la noche y hasta las 6 de la mañana en la mayoría de las ciudades, pruebas de detección del virus por demarcaciones, entre otras.

En México, por el contrario, al día que escribo esta columna, tenemos más de 100,000 fallecidos a causa del covid.19, y está claro que para tener esta cifra algo no hemos hecho correctamente. Si comparamos estos números con los de países como Corea del Sur, Australia, Vietnam, hay mucha diferencia; ¿Qué nos hace diferentes con respecto a estos lugares?, ¿Son inmunes por naturaleza al virus?, ¿Cuentan con la vacuna desde antes y no la han querido compartir con el mundo?, ¿Están superdotados? Creo que la respuesta es más simple: “Responsabilidad Civil”. Y es que, cuando un gobernante no está a la altura de una crisis, surge una sociedad responsable que permite reencausar aquellas deficiencias y errores en sus líderes, por el contrario, cuando una sociedad se sube y se acomoda a esta ola de indiferencia y del “no pasa nada”, vemos imágenes de celebraciones que se realizan sin la menor precaución, personas que no portan cubrebocas, aglomeraciones sin el menor de los cuidados, trayendo como consecuencia una tasa de letalidad altísima en las cifras que se presentan en nuestro país.

En días pasados, un político mexicano refería y asociaba el uso del cubrebocas a un acto de censura o una especie de mordaza para la expresión de sus pensamientos e ideas, por el solo hecho de solicitarle su uso como parte de un protocolo de salud dentro de una institución pública, es decir, algunos llegan a ver el uso de la mascarilla como un símbolo de debilidad ante sus ideales, sin ninguna empatía y pensando que es más importante escuchar sus argumentos y discursos, los cuales en su visión serán agradecidos y vitoreados por una sociedad atenta y ávida de escuchar sus palabras, mientras que en otras latitudes, autoridades hacen hincapié en todo momento y oportunidad, día con día, en la importancia del uso de la mascarilla. Hay una frase de Al Gore que encaja perfectamente con la descripción de este hecho “El liderazgo significa inspirarnos para superar nuestros temores. La demagogia significa explotar nuestros miedos con fines políticos. Existe una diferencia fundamental”.

Finalmente, caminando por las frías calles de Madrid con el alumbrado navideño de fondo, sus habitantes recorriéndolas en busca de las famosas rebajas y apurando la compra de los regalos navideños, veo lo que sería una postal habitual que se repite año con año, sin embargo, una peculiar característica me indica que no es así y que vivimos nuevas realidades, pues todos portamos mascarillas y tratamos en la medida de lo posible guardar una distancia de seguridad. Vivimos en una pandemia.