Durante nuestras primeras conversaciones medianamente largas con gente aquí en Canadá, invariablemente nos decían que claro que ubicaban México, que veían las serie de ‘Narcos’ o ‘La Reina del Sur’. Y luego está la otra ola de gente que escucha México y responde “país hermoso, fui a Cancún/Tulum/Riviera Maya y me quería quedar a vivir ahí”. Ya se imaginarán nuestras caras al escuchar eso…
Siendo honesta, es complicado explicar la vida en la Ciudad de México a personas que han vivido toda su vida o la mayor parte de ella en una ciudad como Saint John, donde distancias, circunstancias, hábitos y hasta creencias son abismalmente diferentes.
¿Cómo explicarles el tráfico? Mientras aquí a ellos les toma una hora recorrer 115km, en CDMX toma el mismo tiempo recorrer 25-27km… Y que esa rutina sea diaria y para la mayoría de las personas que viven ahí.
Cómo decirles que por la inseguridad no puedes dejar tu bolsa en el carrito del supermercado e ir por los pasillos porque al regresar, tu bolso no estaría… Y ni hablar de traer el bolso en el asiento del copiloto a la vista…
Recuerdo cuando le pedí a mi amiga Laura que me acompañara a cargar gasolina porque no había usado el ‘pump’ antes y su expresión al saber que en México es un empleo cargar gasolina a los autos, fue única. ¡No lo podía creer! Su reacción fue “pero eso lo puede hacer cada uno…”.
Y ni qué decir del servicio de transporte que no sólo es insuficiente y trae personas literalmente colgando, pero el ambiente dentro de un autobús público es algo realmente ‘folclórico’ por decirlo de alguna manera. Y que aun servicios privados como UBER, se han convertido en opciones igualmente inseguras.
O como los precios de las cosas son finales, cómo no ‘exigimos’ ver el desglose de los precios reales más el impuesto al pagar en cajas, cómo alguien va a vender cosas, y más alimentos entre los carriles de las avenidas…
Cómo puede haber secciones de la ciudad que jamás vas a conocer, aunque vivas toda tu vida ahí, porque simplemente es tan grande que eres ‘sureño’ o ‘sateluco’ de por vida porque esos fueron tus rumbos y pocas veces saliste de lo conocido.
En serio, cómo les explicas que eso lo viste toda tu vida, lo convertiste en tu rutina y te acostumbraste hasta que ahora lo cuentas como ‘sí, así es CDMX’… Es aquí cuando más allá de la explicación le encuentras el valor a las comparaciones, a reflexionar sobre el antes y después, el aquí y allá, y te propones dejarle bien claro a los canadienses que nada de lo anterior, le quita las muchas otras cualidades y bellezas a una ciudad tan grande, tan caótica, pero tan icónica.