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Bitácora del coronavirus en España

México debe de ver como espejo lo que ya atraviesa Europa y no quedarse atrás. | Rafael Pulido

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Escrito en OPINIÓN el

Madrid, España. Me encuentro en un fin de semana muy atípico en esta ciudad de Madrid, una ciudad acostumbrada al tránsito de sus habitantes y de visitantes por sus calles, plazas y monumentos, las sobremesas de sus terrazas y restaurantes, y la música de sus bares. Mis padres siempre se han referido a Madrid como un lugar con vida, pues hoy esta ciudad convalece, el país y en general el mundo sufre el embate de este terrible virus que se ha convertido en pandemia y que está trastocando la vida de todos los ciudadanos. Por tanto, el gobierno español ha decretado el ‘estado de alarma’, lo cual significa, entre otras medidas, el hecho de estar en casa confinado, salvo distintos desplazamientos justificados como el ir por víveres a los supermercados, por medicinas a las farmacias, requerir asistir a los centros sanitarios, entre otras.

Desde finales del 2019, los medios comenzaron a difundir que en China había un virus que estaba afectando a la población de Wuhan, esto, poco a poco trajo consigo imágenes perturbadoras del confinamiento que sufría la población en aquella ciudad, pareciendo algo tan lejano que lo veíamos hasta con cierta indiferencia. De pronto, la región norte de Italia emergió como una zona que padecía esta misma situación, y aquello empezó a despertar la preocupación de la población aquí en España, sobre todo tras la declaración del Primer Ministro italiano respecto a una cuarentena general para todo el país junto con las imágenes en televisión del colapso del sistema sanitario. Fue ese momento, cuando considero fuimos conscientes de que el virus estaba tocando la puerta de España.

La noche del lunes nueve de marzo, sobre las siete u ocho de la noche, la presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid anunciaba la suspensión de clases para todos los niveles a partir del miércoles once de marzo, e inmediato al término de esta noticia, la población comenzó a sentir los peores temores con respecto al abasto de los víveres necesarios para un anuncio de esta naturaleza. Normalmente los supermercados cierran sobre las nueve y media de la noche, es decir, bastó una hora y media para que se empezarán a ver las primeras imágenes de anaqueles vacíos, algo que hasta el día de hoy nunca me había tocado vivir, y curiosamente el papel higiénico era el primer artículo que se agotaba dentro de la histeria colectiva de las compras de pánico, posteriormente las conservas de verduras y el resto de alimentos.

Al día siguiente el tema en las oficinas era: ¿cuáles serían las medidas de las empresas para enfrentar esta situación?, partiendo del hecho de que muchas familias no tenían con quien dejar a sus hijos. Enseguida, muchas empresas comenzaron a plantear y poner en marcha la opción del teletrabajo, que es como se le conoce al hecho de trabajar desde casa, sin embargo, esta medida en principio solo sería aplicable para los padres de familia. A la par de esta situación en las oficinas, se empezaron a ver comercios chinos con las puertas cerradas y con anuncios de ‘cierre por vacaciones’, ‘cierre por descanso’ e inclusive ‘cierre por reforma’. Respecto a esto, fue por de más llamativo en la zona de Usera, en el sur de la ciudad, que se caracteriza por concentrar a un gran número de población asiática, encontrarlos a las afueras del metro repartiendo mascarillas o cubrebocas a los transeúntes, pues algo comprendían ellos que no estábamos haciendo el resto de la población. 

Aunado a lo anterior, se fueron dando anuncios sobre la suspensión de actividades multitudinarias, como lo son obras de teatro, conciertos, espectáculos, y en algo por de más sorprendente: el futbol, pues ‘La Liga’ en un acto de responsabilidad, suspendía todos sus juegos hasta nuevo aviso, a la par de que día con día aparecían jugadores de los equipos confirmados como positivos en COVID-19. Asimismo, actores, políticos de primer orden y muchos nombres reconocidos mundialmente se confirmaban como positivos en este virus.

Para el final de la semana ya éramos muy pocos los que nos encontrábamos en la oficina, y fue cuando a mitad de la mañana se dio la orden desde la dirección general de retirarnos llevando nuestras herramientas de trabajo a casa. A pesar de esta situación, en la población madrileña se empezó a ver un fenómeno que resultó ser por de más desconcertante, grupos de personas seguían frecuentando espacios públicos como parques y plazas, incluso hubo quienes se desplazaron hacia distintas regiones de la geografía española, situación que mostraba que en muchos el mensaje no estaba siendo claro y no dimensionaban la magnitud de la crisis que estábamos enfrentando, pues para ese día la cifra de positivos en COVID-19 en España era alrededor de cuatro mil personas. Para mí, fue sorprendente encontrar algunos bares llenos de personas e imágenes de Benidorm, uno de los sitios con playa preferidos por los turistas extranjeros, en donde éstos, eran indiferentes a los enormes esfuerzos de los médicos, enfermeros y sanitarios de los centros hospitalarios. El viernes trece, terminamos el día con el anuncio del Presidente del gobierno español, de un Decreto Real de ‘estado de alarma’ nacional para los próximos días.

El sábado, ya confinados en nuestro hogar y una vez trastocada la rutina de los ciudadanos, estuvimos atento a la reunión de Ministros y el Jefe del Gobierno español, del cual se desprendió en detalle el ‘estado de alarma’. Para ese entonces la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid había dado ya la orden de cierre de todos los parques y espacios públicos, como consecuencia de la afluencia de la población a sitios como el Parque del El Retiro, o La Pedriza y Cercedilla, a las afueras de la ciudad, situación que despertaba en el resto de la población un sentimiento de molestia hacia la inconsciencia y falta de empatía por parte de este grupo de ciudadanos que aún con las indicaciones de parte del Gobierno, han hecho de esta cuarentena un momento para descansar y pasarlo bien. Derivado de ello, por medio de mensajes y videos en redes sociales que se han hecho virales, personal sanitario ha pedido a la población y particularmente a los más jóvenes, tomar conciencia social de sus acciones y de las consecuencias que estas traen consigo.

Alrededor de esta situación también se han desprendido gestos de la ciudadanía, como personas que cuelgan anuncios en los portales de los edificios ofreciendo su ayuda a los más vulnerables, personas de edad avanzada o con patologías previas, para hacerles la compra y situaciones que puedan evitarles un riesgo al exponerse y salir a la calle. Otra, que llamó grandemente mi atención, fue que el sábado catorce por la noche, miles de madrileños salieron a los balcones de su hogares a reconocer con aplausos y vítores el enorme e invaluable esfuerzo de todos aquellos que están en la primera línea de defensa como lo son doctores, enfermeros, sanitarios, reponedores en tiendas de alimentación y farmacia, limpieza y similares, policía, seguridad y similares; gesto que surgió de una cadena en redes sociales que convocaba a ello y que se planea hacerlo noche a noche a las 20:00 horas. 

Hoy, domingo quince por la tarde, al escribir esta columna y ver lo acontecido hasta este momento en España, en el que ya se están viendo imágenes de la policía haciendo controles en las ciudades y emitiendo las primeras multas a los ciudadanos que incumplen este estado de alarma, concuerdo en lo que las autoridades mismas comunican: que esta pandemia la podremos combatir con esfuerzo de parte de cada uno de nosotros. Algo que resuena en España es que “a nuestros abuelos se les pidió ir a la guerra, a nosotros solo nos piden quedarnos en casa” frase que sensibiliza y llega, incluso sin haber nacido en este país. 

Esta crisis que atraviesa el mundo requiere, sin duda, de empatía, de carácter, pero, sobre todo, de un compromiso social. Dejar de lado nuestros egoísmos y ver por el bien común, es decir, pensar en aquellos grupos de riesgos vulnerables, nuestras personas mayores y aquellos con patologías previas, deben ser nuestro bien preciado a cuidar.

Finalmente, en lo que respecta a México, confío en que la solidaria sociedad mexicana, sabrá entender la magnitud de esta situación y enfrentará de la mejor manera esta pandemia. Ya habrá tiempo para analizar si la actuación del Gobierno ha sido la correcta. En el exterior puedo constatar el gran trabajo que realizan las Embajadas en Europa, en este caso la de México en España, quienes aún en fin de semana están trabajando, recabando y publicando información actualizada y de interés para los ciudadanos mexicanos residentes, estudiantes y en tránsito por turismo. Sin embargo, a nivel local en México veo mucha desorganización y falta de controles por parte de las autoridades, pues no se visualiza un plan de contingencia para una situación de tal magnitud; situación que medios internacionales señalan, con frases como: “México se resiste”, pues la realización de eventos como el Festival ‘Vive Latino’ están siendo criticados desde esta parte del mundo, así como las pocas medidas de contención en puntos de entrada al país, como aeropuertos y cruces fronterizos, y que el mismo presidente expone a la población con la realización de mítines sin ningún tipo de protocolo. Por ello, y ante esta indiferencia de parte de quienes deben brindar seguridad a la población, la responsabilidad recae en cada uno de nosotros. Por ello, solo me queda para concluir este escrito, invitar y pedir que cada uno de los ciudadanos seamos conscientes de la situación que la población mundial atraviesa y ser responsables para con toda la población y no solo con nosotros mismos. México debe de ver como espejo lo que ya atraviesa Europa y no quedarse atrás en las medidas tomadas ya por casi todo América y en general la geografía mundial. México no te duermas.