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Aplicaciones, capitalismo y vigilancia

El modelo que monetiza nuestra información. | Gloria Guerrero

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Escrito en OPINIÓN el

Cada cierto tiempo hay un juego, aplicación o filtro que inunda nuestro feed de Facebook o Instagram. Juegos como ¿Qué obra de arte eres? o 10 years challenge llenan las redes sociales, y algo que pareciera inofensivo se convierte en la nueva herramienta para acceder a nuestros datos.

El último fue el caso de FaceApp, la aplicación que con base a una foto actual nos muestra cómo nos veríamos de viejitos. La conmoción no se hizo esperar y millones de personas en todo el mundo cayeron en el juego y compartieron su foto. Lo que nadie consideró es que al darle acceso a nuestras fotos a esta aplicación se estaba generando una base de datos propiedad de una empresa rusa con pésimas políticas de privacidad.

La política de privacidad de FaceApp es mala, y no porque sea rusa, sino porque solicita acceso a todo el archivo de fotos (Camera roll) del móvil. No sólo usa la foto que el usuario selecciona para ver la evolución de su cara, sino que, identifica todas las imágenes con rostros que se tengan en el teléfono, así es, todas. También recolecta información personal como cookies, archivos de registro (log files), identificadores del aparato, datos de ubicación y datos del usuario. Esta información es compartida a sus aliados, proveedores de servicios y otros que monitorean la efectividad de la aplicación, pero en ninguna parte se especifica quiénes son esas terceras partes. FaceApp se reserva el derecho de compartir la información, nuestra información, de manera indiscriminada.

Extraer datos de usuarios desprevenidos, vender y compartir esos datos y justificarlo al proporcionar a los usuarios políticas de privacidad ilegibles es una práctica casi universal. No es ruso, no es americano, es una práctica fundamentalmente capitalista. Muchas nuevas empresas sólo pueden proporcionar aplicaciones gratuitas y obtener ganancias si recolectan y comparten datos de las personas que las usan.

El nombre que la investigadora Shoshana Zuboff le ha dado a este modelo es capitalismo de vigilancia. Funciona al proporcionar servicios gratuitos que miles de millones de personas usan alegremente, permitiendo a los proveedores de esos servicios monitorear el comportamiento de esos usuarios con un alto grado de detalle, a menudo sin su consentimiento explícito.

El comportamiento humano se convierte en materia prima gratuita que permite hacer predicciones de nuestro comportamiento futuro. Estos productos de predicción se negocian en un nuevo tipo de mercado al que Zuboff llama mercados de futuros de comportamiento. Los capitalistas de la vigilancia se han vuelto inmensamente ricos gracias a estas operaciones comerciales, ya que muchas compañías están dispuestas a apostar a nuestro comportamiento futuro. Esto parecía inofensivo cuando se pronosticaba el tipo de zapatos deportivos que nos podría gustar, pero este modelo ha resultado muy peligroso cuando se aplica en otros temas. Los pronósticos sobre el tipo de políticas públicas que podríamos apoyar o desaprobar han resultado dañinos y tóxicos para la democracia en casi todo el mundo. Hay estudios que comprueban como este sistema comercial usado con fines políticos ha polarizado a las sociedades.

El hecho es que no tenemos idea de cómo FaceApp está utilizando esta información, al igual que no sabemos qué hacen muchas otras aplicaciones con nuestros datos. Esto es preocupante, debemos cuestionar la cantidad de datos que entregamos a las entidades privadas por el simple entretenimiento. Hay una necesidad imperante de reconocer la complejidad de la temática y encontrar soluciones qué fortalezcan a los usuarios y demanden transparencia a estas empresas. Esto debe ser trabajo en conjunto de usuarios y gobiernos para establecer límites y políticas de privacidad claras.