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NXIVM | Juan Alberto Vázquez

La secta que sedujo al poder en México.

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Escrito en OPINIÓN el

Esta es la historia de cómo Keith Rainiere, el falso gurú de la autoayuda, sedujo a las élites mexicanas y debió gran parte de su éxito a que éstas se involucraron e impulsaron su proyecto.

Entre mayo y junio de 2019, se juzgó en Nueva York al falso gurú de la autoayuda, Keith Raniere, por un cúmulo de delitos que incluyen lavado de dinero, esclavitud sexual, extorsión, entre otros. Raniere aseguró por años ante sus fieles ser el hombre más inteligente y ético del mundo, aunque nunca demostró ninguno de estos dos atributos.

Lo que sí probó es su gran capacidad de manipulación, así como una inteligencia feroz para construir una red criminal de increíble éxito económico a través de NXIVM, su empresa de cursos de autoayuda. Detrás de él hubo un grupo de personas que lo apoyaron, y dentro de esta estructura buena parte eran mexicanos. Entre ellos se encontraban el hijo de un expresidente y la hija de un gran empresario de medios de México.

¿Por qué? En esta excelente investigación, Juan Alberto Vázquez se adentra en las historias de los personajes involucrados y muestra las razones, los intereses y las formas en que la telaraña se fue construyendo en torno a la locura de este supuesto líder, que terminó siendo un estafador y sobre todo un depredador sexual.

La Silla Rota te regala un capítulo del libro “NXIVM. La secta que sedujo al poder en México” de Juan Alberto Vázquez con autorización editorial de Penguin Random House.

Juan Alberto Vázquez estudió Comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana y a partir de 1997 comenzó su carrera como periodista. 

NXIVM | Juan Alberto Vázquez

#AdelantosEditoriales




Fragmento NXIVM de Juan Alberto Vázquez

La secta que sedujo al poder en México

 

Prólogo

De sectas y cultos

El inglés medieval, en alguna variante de su época, comenzó a usar en el siglo XIV la palabra secta, que desde el latín tiene una connotación religiosa, como un cuerpo eclesiástico organizado, pero también se refería a una facción con una forma específica de vida poco ortodoxa. Secte y secta se convirtieron en sect para distinguir a un culto percibido a menudo como extremista, de acuerdo con el diccionario Merriam-Webster, mientras que en español la tercera acepción de la Real Academia define, a partir del latín también, una “comunidad cerrada que promueve o aparenta promover fines de carácter espiritual, en la que los maestros ejercen un poder absoluto sobre los adeptos”.

De cultos y sectas algo sabe Estados Unidos, donde incluso figuras de alto perfil público son seducidas por falsos profetas con una característica en común: son maestros de la manipulación, lo que les permite ampliar de forma exponencial sus filas con gente dispuesta a ser parte de una comunidad fuera de lo común, a la que aportan sus distintas habilidades. De la cienciología a los davidianos, pasando por la familia victimada de Sharon Tate, la tradición exhibe un crisol de barbaridades y abusos cometidos en nombre de sujetos particulares: L. Ron Hubbard, David Koresh, Charles Manson…

Estos personajes ejercen una fascinación descomunal en el imaginario. Nadie puede poner en duda que sus historias son extraordinarias en el sentido de poseer una alta dosis de circunstancias insólitas, tantas como las que rodean a los asesinos seriales, en los que esa nación es pródiga también, y basta recordar el magnetismo de uno célebre a la fecha como Ted Bundy, un auténtico rockstar entre esas trastornadas mentes asesinas. La combinación de novedad, interés público, oportunidad y atención general hace de estos sujetos un banquete periodístico, y los medios, por eso, no pueden ser ajenos a ellos.

Ese factor reunió en el verano de 2019 a decenas de periodistas en la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York, donde fue enjuiciado Keith Raniere, el gurú del culto Nxivm, atrapado en Puerto Vallarta, México, hallado culpable de siete acusaciones por crimen organizado, fraude cibernético, tráfico sexual, obstrucción de la justicia, pornografía infantil, trabajo forzoso y robo de identidad. En las maratónicas seis semanas del proceso judicial, el investigador periodístico, Juan Alberto Vázquez, instalado en la Gran Manzana, cubrió aquellas jornadas para Grupo Milenio, pero su curiosidad e inquietud naturales lo llevaron a indagar a profundidad en este episodio con la pregunta clave: ¿por qué?

En las siguientes páginas el lector encontrará, además, res-puestas a varios enigmas que se quedaron en el aire después del juicio, así como detalles de otros medianamente resueltos con la sentencia: desde el oscuro origen de una leyenda urbana sobre el iq del líder sectario, hasta su encumbramiento rodeado de esclavas sexuales asociadas en el grupo Dominus Obsequious Sororium (dos)1, que significa “Maestro de las Compañeras Obedientes”, seis de las cuales tenían una pornocita de reconciliación con él cuando un comando policiaco lo capturó, todas ellas marcadas con pluma cauterizadora en sus caderas. Eran de su propiedad.

Durante sus cuarenta años fuera del alcance de la justicia, Raniere creó, en 1998, un imperio con ramificaciones en varios países y México fue un campo fértil, uno que Juan Alberto conoce y en el que busca a los personajes involucrados: juniors, periodistas, empresarios y políticos cuyos nombres aparecen no sólo en el jui-cio, sino en documentos oficiales, tanto del fbi como de la Fiscalía asignada al caso, que el reportero ha consultado. Pero México es también el eje conductor de esta historia criminal en la que, en cierto punto, las figuras de conspiradores y víctimas se entrecru-zan y adoptan ambos estatus.

Fraudes piramidales, orgías, citas clandestinas, viajes suntuosos, trata de personas, textos incriminatorios en mensajería instantánea y manipulación de mentes débiles y vulnerables pasan a lo largo de 17 capítulos en los que el autor documenta el contexto que hizo posible esta trama de excesos. En estos están involucrados, como toda secta, un líder carismático, rebaños de ingenuos seguidores en busca de alivio a sus inseguridades por medio de la autoayuda, así como una red de complicidades desde las esferas del poder empresarial y político con ríos de dinero de por medio, invertidos y reinvertidos en faenas criminales de múltiple signo con apoyo de hipnosis, instrucción neurolingüística y sofisticados métodos de defraudación en línea.

Así es como Juan Alberto nos cuenta este pasaje de un gurú del coaching en la era digital, sustentado en una secta criminal cuyas bases, por método, son la discriminación y el sometimiento de la mujer, cuyo ocaso coincide con la explosión del movimiento feminista internacional #MeToo. La Historia y sus caprichosos ciclos.

Alfredo Campos Villeda

Ciudad de México, diciembre de 2019

1  La frase en latín se ha traducido como “Maestro de las Compañeras Obedientes”, “Maestro de las Esclavas” o “Maestro sobre las Esclavas”. En esta edición utilizaremos la primera traducción o simplemente dos (Dominante Sobre Sumiso). (N. del E.)

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Orgía interrumpida

Mientras avanzaba un operativo policiaco y binacional, cuyo objetivo era detener al estadounidense Keith Raniere, a éste le apuraba afinar los detalles de la orgía de reconciliación a la que pensaba llevar a seis de las mujeres que él consideraba sus esclavas.

Era el inicio de la primavera de 2018 y el prófugo se escondía en México, en el exclusivo fraccionamiento Conchas Chinas, al sur de Puerto Vallarta, Jalisco, donde tendría lugar el convite que culminaría en el climático final con el que había fantaseado: que todas esas mujeres le practicaran sexo oral al mismo tiempo.

En ese punto de su fuga lo acompañaban las actrices Nicki Clyne y Allison Mack —quienes habían contraído matrimonio a petición de él—, la mexicana Loreta Garza Dávila y Lauren Salzman, una de sus más antiguas colaboradoras y quien manifestó su negativa a participar en la orgía. “Entiendo que seríamos nosotras complaciéndolo”, se quejaba Salzman, pero Clyne, quien subió a su cuenta de Instagram una foto del lugar donde se hallaban y que sirvió de pista a las autoridades, intentaba convencerla de lo divertido que podría resultar el encuentro. “No tengo manera de negarme a muchas cosas, pero sí a una mamada grupal”, le aclaró Salzman a Raniere, quien culpó a la entusiasta mexicana Daniela Padilla de ser la autora intelectual de la orgía que, pese a sus protestas, siguió sin sufrir alteraciones.

La mañana del domingo 25 de marzo de 2018, Salzman se libraría de la obligación que tanto la agobiaba cuando miró, a través de la ventana de la habitación que compartía con Raniere, cómo elementos de la Policía Federal ajustaban sus chalecos antibalas y alistaban sus armas para ingresar a la residencia. Aunque el pánico invadió a la pareja, desecharon la opción de escapar por la ventana. De acuerdo con Salzman, “él se escondió en un clóset y me ordenó preguntar a los policías mexicanos si tenían una orden de detención”.

Los oficiales golpearon la puerta de la casa y alguna de las mujeres abrió. Después, a patadas arremetieron contra la puerta de la habitación: “¡Sí, tenemos orden de aprehensión!”, respondieron a Salzman, quien decidió dejarlos entrar pues temía que dispararan estando ella agazapada detrás. Luego de que la tiraran al piso y apuntaran con sus armas a la cabeza, gritó el nombre de Keith y señaló el armario. Posteriormente, Salzman aseguró que los policías les informaron que actuaban en nombre de investigadores federales de una corte ubicada en Nueva York1.

Los oficiales permitieron que el prófugo se vistiera. Raniere se puso un short color caqui, playera gris, se calzó sus tenis blancos y se colgó una mochila negra con algunas pertenencias. Luego lo sacaron de la vivienda y lo subieron a una patrulla. “Fue poco participativo”, dijo el que le tomó una foto, donde se mira al detenido con la barba crecida y el semblante descompuesto por la rabia y el miedo. Mientras grababan el arresto en un video que después circuló por internet, las mujeres invitadas a la fiesta sexual del que era su ídolo se envalentonaron: “¡Vamos a seguirlos!”, dijeron. En la imagen de escasos veinte segundos se observa a una Allison Mack desencajada, que ve cómo la unidad 13 159 mete reversa y desaparece. Veinticinco días más tarde luciría un semblante aún peor, cuando fuera detenida en Brooklyn por cargos similares a los que pesaban sobre Keith. La persecución de las esclavas no debió durar mucho porque los oficiales ya les llevaban ventaja, tanto en distancia como en destreza.

La orgía de reconciliación quedaba oficialmente suspendida. No queda claro cuál fue la ruta de la patrulla que transportó a Raniere, pero trascendió que primero lo llevaron a la agencia consular de Puerto Vallarta y que horas después, en la mañana del lunes, los oficiales arribaron a un cruce fronterizo y el detenido fue “deportado” a Estados Unidos, a decir del comunicado que ese mismo día circuló el fiscal del caso, Richard P. Donoghue. Del otro lado ya lo esperaban agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés). Otra versión asegura que lo tuvieron detenido y que luego lo subieron a un avión con rumbo a Texas, donde lo entregaron a las autoridades estadounidenses. Después veremos cómo las autoridades mexicanas dijeron no saber nada al respecto. “¿Es así como debe de funcionar la justicia norteamericana?, pues no, pero tratándose de Keith Raniere creo que está bien”, ironizó el abogado Joe O’Hara, al repasar las implicaciones legales del caso, quien además durante una temporada asesoró a las empresas del acusado, con el cual finalmente terminó enemistado.

El martes 27 de marzo de 2018, a las dos de la tarde, Raniere compareció ante un juez en Fort Worth, en el Distrito Norte de Texas, donde se enteró de que no alcanzaba el derecho a pagar fianza, pues el juez neoyorquino que reclamaba su presencia y que, dicho sea de paso, lo consideraba un peligro para la comunidad, calculaba que si lo dejaban libre podría preparar una nueva fuga, gracias a los recursos que tenía a su alcance.2

Con su detención, Raniere terminaba poco más de cuatro meses de estancia en México, país al que ingresó en noviembre de 2017 a bordo de un vuelo que despegó de Nueva York y aterrizó en la ciudad de Monterrey. El viaje fue pagado por otra de sus incondicionales: Clare Bronfman, heredera de la empresa canadiense Seagram y miembro de la junta ejecutiva de la empresa, de acuerdo con la Queja y Declaración Jurídica en Apoyo a la Garantía de Detención que redactó el agente del FBI Michael Lever.

Prófugo de la justicia y tras arribar a México, Raniere permaneció en casa de una de sus seguidoras, en el fraccionamiento La Joya de Monterrey. Vecinos que lo reconocieron le tomaron fotos junto a una mujer en dos momentos distintos: en una de las imágenes ambos caminan con cara de preocupación y en la segunda, ella empuja una carriola en donde se puede observar a un pequeño. Tras la difusión de las fotografías, decidieron trasladar al líder de Nxivm a la residencia ubicada en las costas de Jalisco. En ese punto, el perseguido, con el objetivo de transmitir serenidad, pues carecía de argumentos legales para sentirse tranquilo, dijo a sus allegados: “Hay investigaciones en contra mía en tres países, pero vamos a ganar porque la verdad está de nuestro lado”.

En uno de sus últimos y cándidos intentos por salvaguardar su credibilidad, Raniere volvió a mentir al publicar en el sitio web de Nxivm una aclaración en la que comunicaba a los miembros de la organización haber contratado a investigadores independientes y calificados, quienes concluyeron que “no había pruebas de que estuviéramos abusando, coaccionando o perjudicando a las personas”. En el mismo texto se quiso deslindar del grupo de esclavas, al que bautizó con el nombre de “Maestro de las Compañeras Obedientes”, pero la Fiscalía ya tenía en su poder miles de correos electrónicos y grabaciones de audio, en los cuales él mismo presume ser el director de todo el andamiaje de aquella cofradía sexual secreta.

No fue casual que Keith Raniere hubiera elegido a México como lugar para esconderse. Durante los quince años anteriores a la fecha de su detención, el país ya lo había colmado de satisfacciones. Desde 2002, algunas celebridades mexicanas no sólo se integraron a sus cursos en Albany, sino que mostraron mucho interés en negociar para llevar las franquicias a su patria. Para ello se trasladaron a la capital del estado de Nueva York —donde la empresa tenía su cuartel general— al que llegaban seguidoras, empleadas y esclavas que ayudaron a consolidar sus operaciones y finanzas. A su vez, ellas vigorizaron las perversiones sexuales por las que ahora Raniere es famoso.

Fueron mexicanos influyentes los que ayudaron a Keith Raniere, proporcionándole recursos, capital humano y apoyo legal, incluso cuando las fantasías y acciones del gurú devinieron en violaciones a la ley. Mientras el barco se hundía, un grupo de seguidores mexicanos continuó tratándolo como el adalid capaz de anular las serias acusaciones que pesaban sobre él, pero también impulsaron el proyecto “de salvar el planeta” a través de los cursos de autoayuda, los kínderes multidiomas y las empresas alternas que ofertaban empoderar a mujeres y hombres por igual. Aun con la causa ya perdida, en México siguieron en actividad casi todos los negocios asociados a Nxivm, sobre todo gracias a entusiastas familias regiomontanas, tapatías o defeñas que insistían en creer en el poder de su filosofía. Era tal la devoción al gurú y a sus métodos que, tras el boom de los cursos ejecutivos, llegaron a inscribirse más de 8 mil alumnos de los 16 mil que en total se reclutaron en todo el mundo en los veinte años que la empresa estuvo activa.

En la demanda contra Keith Raniere, en la cual también lo nombran “Vanguard”, “Gran Maestro” o simplemente “Maestro”, aparecen cinco coacusadas más: Clare Bronfman, Lauren Salzman, Nancy Salzman, Kathy Russell y Allison Mack, quienes junto con Raniere fueron señaladas de implementar métodos para promover, mejorar y proteger a la empresa mediante la conspiración para cometer diversos delitos, entre ellos, fraude de visas, robo de identidad, extorsión, trabajo forzado, tráfico sexual, lavado de dinero, fraude electrónico, evasión fiscal y obstrucción de la justicia con el fin de afectar el comercio interestatal y extranjero. En su obstinación por seguir al líder hasta sus últimas consecuencias, tanto ellas como quienes ostentaron puestos directivos cercanos al gurú, exigieron a los integrantes de la organización un compromiso absoluto para exaltar sus enseñanzas y virtudes, cuyo incumplimiento podía tener efectos negativos para aquellos que osaran disentir.3

Pero quizá sea la lista de objetivos secundarios que definió la Fiscalía la que realmente se ajuste con el perfil criminal de la secta, a la que el fiscal juzgó imperativo poner un alto, pues además de sus delitos los dirigentes trataban de inducir a la vergüenza y a la culpa para controlar a los miembros y asociados; también intentaban obtener información confidencial sobre los reclutados con el fin de vigilarlos. En el documento condenatorio se consignó que el acusado creó una sociedad secreta de mujeres con las que tenía relaciones sexuales y a las que tatuaba sus iniciales con una pluma cauterizadora. De acuerdo con Donoghue, las coaccionaba “mediante la amenaza de divulgar información personal e íntima y también para apoderarse de sus bienes o activos que le eran entregados como colateral”. El fiscal también redactó en este mismo documento los cargos finales que se atribuyeron a Nxivm y a su máximo dirigente:

- Cargo 1. Conspiración para cometer crimen organizado. (Este apartado

desglosa e incluye la mayoría de las acusaciones contra Raniere: fraude, obstrucción de la justicia, trabajo forzoso, trafico sexual, explotación infantil y posesión de pornografía infantil.

- Cargo 2. Explotación sexual de un menor.

- Cargo 3. Posesión de pornografía infantil.

- Cargo 4. Conspiración de trabajo forzoso.

- Cargo 5. Conspiración para cometer fraude electrónico.

- Cargo 6. Conspiración de tráfico sexual.

- Cargo 7. Conspiración de robo de identidad.

En el juicio del gobierno de Estados Unidos contra Keith Raniere, con duración de seis semanas, se presentaron casi veinte testigos y víctimas, ocho de los cuales lloraron al recordar parte de los abusos que sufrieron o fueron obligados a ejecutar por parte del falso gurú. Había tantas pruebas y tan bien elaboradas, que para los fiscales y el jurado fue relativamente sencillo encontrar culpable al acusado, quien demostró gran habilidad para evadir la acción de la justicia durante más de veinte años, pero a quien por fin parecían habérsele cerrado todas las rutas de escape.

1 Testimonio de Lauren Salzman en el juicio contra Keith Raniere, Corte del Distrito Este de Nueva York, mayo de 2019.

2  En “Memorándum para la detención permanente de Raniere”, de Richard P. Donoghue, fiscal federal de la Corte del Distrito Este de Nueva York.

3  En “Acusación de reemplazo” contra Raniere de Richard P. Donoghue, fiscal federal de la Corte del Distrito Este de Nueva York, marzo de 2019.