“Julio César no murió de un navajazo o balazo. Él fue golpeado brutalmente y sería ilógico, tonto, pensar que un solo policía fue el responsable de esto”, destaca Cuitláhuac, tío de Julio, estudiante de la normal de Ayotzinapa.
En este segundo fragmento de Los Huérfanos del Narco. Los olvidados de la guerra del narcotráfico, Javier Valdez Cárdenas, el autor, relata el terror provocado por la imagen del joven Julio César Mondragón sin rostro ni ojos que circuló en redes sociales, además de que el crimen fue minimizado, no sólo en el discurso oficial sino también en la atención de las movilizaciones sociales.
Aborda el dolor y la tristeza que vive la familia. El de una madre, Afrodita, quien sigue sin entender la cobardía detrás del hecho y que a “Peña Nieto no le interesen los pobres ni hacer justicia”.
Mientras Marisa, la viuda, espera que Julio César “regrese y que esté con nosotras... y a veces siento eso: que él está vivo y que quizá regrese cuando aparezcan los 43. Él va a regresar”.
Aquí la segunda parte, gracias a la cortesía de Aguilar, un sello editorial de Penguin Random House Grupo Editorial.