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OPINIÓN

Albert Memmi, un rostro anticolonialista

Albert Memmi, fue un autor de una obra sobria y apasionada, donde su tranquila objetividad es sinónimo del sufrimiento y cólera ya superados. | Jorge Iván Garduño

Escrito en OPINIÓN el

En la época reciente, somos testigos del derrocamiento de dictadores en el norte de África y Medio Oriente, revueltas sociales que han servido como “inspiración” para que pueblos muy similares se levanten en contra de gobiernos dictatoriales en naciones árabes diversas como son Egipto, Marruecos, Argelia, Libia, Bahrein o Túnez, país donde iniciaron, el 17 de diciembre de 2010, una serie de protestas que culminaron con la dimisión del ex presidente Zine el-Abidine Ben Alí, y con ello el detonante de la llamada “revolución del jazmín”.

Los cambios trascendentales que sufre la geopolítica mundial, son muestra fehaciente de la inestabilidad social a la que estamos sometidos, en la que sólo es necesaria la chispa adecuada que encienda el descontento social, para dar paso al surgimiento de un líder nacional o regional que muy difícilmente se abstendrá de cometer los mismos errores y ejercer el poder de forma similar a las que hoy originan las revueltas.

Debemos recordar que la opresión es antes que nada el odio del opresor contra el oprimido, y un sistema colonial fabrica colonialistas de la misma manera que fabrica colonizadores, muy probablemente como en el caso de los actores de la “revolución del jazmín”, donde un pueblo colonizado buscó asumir las responsabilidades colectivas para decidir su destino como pueblo, accediendo a la construcción de una nación incluyente, donde el peso de la tradición barrial y el activismo sindical, formaron un frente que articuló la protesta civil y “pacífica” contra un régimen autoritario y corrupto que ya no garantizaba la estabilidad ni la viabilidad de los sistemas políticos, pero con el riesgo de que en ellos resucite la naturaleza humana que hoy quieren destruir.

En este marco histórico temporal, años atrás surgieron diversas voces de combate consideradas subversivas, quienes han escrito textos que denuncian la explotación económica y los excesos de los gobiernos monárquicos, siguiendo la tradición anticolonialista por su pasado de sometimiento europeo, resultando en una literatura de ruptura total.

En este pensamiento converge la obra de Albert Memmi, un literato e intelectual que nació en el Protectorado francés de Túnez en 1920, dentro de una comunidad judía. Y falleció el 22 de mayo de 2020. Él utilizó la lengua francesa como instrumento de su quehacer profesional, pero con la incuestionable convicción de que sus letras no se arrojen al compromiso político totalizador que permea y ciega al Tercer Mundo; pugnando por una conciencia socio-cultural que permita que los pueblos menos desarrollados gocen de los beneficios de la civilización europea.

La importancia de su obra radica hoy día, en que describió o anunció a manera de premonición, que dichos pueblos –árabes o judíos– deben romper el círculo infernal del colonialismo por medio de la rebelión, que según lo dicho por Memmi sería esencialmente “una negativa de todo lo colonial”; asimismo, nos advierte que el oprimido también puede ser opresor, pues si la colonización destruye al colonizado, pudre al colonizador.

Como novelista, el autor tunecino escribió sobre su amarga juventud en “La estatua de sal” (1953), texto que le sirvió para orientar su existencia judía dentro de un mundo árabe, y toparse con la imposibilidad de una vida humana consumada en el África del Norte posterior a la segunda mitad del siglo XX, dando pie a lo que sería su segunda obra, “Agar” (19); en ambas, Memmi describió la quemante tierra africana a través de su mirada, dejándonos sentir, por medio de la nuestra, el fuego abrazador de su magistral pluma.

Albert Memmi, fue un autor de una obra sobria y claramente apasionada, donde su tranquila objetividad es sinónimo del sufrimiento y cólera ya superados, por lo que sus relatos parecen proyectarse al presente inmediato y no al pasado traslúcido del que surgieron.