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Disfruta de una noche de leyendas hidalguenses, en casa

La dirección de Turismo Pachuca se une a la campaña Quédate en casa y comparte en sus redes sociales diferentes actividades para que conozcas la ciudad

Escrito en HIDALGO el

Si te gustan las historias de miedo, terror o suspenso, la dirección de Turismo de la Presidencia Municipal de Pachuca lleva hasta la comodidad de tu hogar las leyendas más populares de su programa Noche de Leyendas, a través de sus redes.

Debido a la emergencia sanitaria por covid-19, Turismo Pachuca ha emprendido diferentes actividades vía internet para que no pierdas detalle de la ciudad y conozcas su cultura, tradición e historia, de manera digital.

Además de las leyendas populares, encontrarás los lugares turísticos, recorridos virtuales por la capital del estado, visita virtual a la Ruta Arqueológica Minera, material lúdico, talleres, videos y fotografías de entretenimiento y un acceso al Museo Virtual de Pachuca (Muvipa) donde podrás disfrutar del arte desde casa.

Regresando a las historias y leyendas, te dejamos a continuación las mejores, para que disfrutes esta noche en compañía de tus amigos y/o familiares.

EL HOMBRE QUE NO QUERÍA EL PANTEÓN

Su vida fue un desastre desde niño, era malvado e hizo tanto daño que, cuando murió y lo enterraron, al día siguiente su cuerpo estaba fuera de la tumba. Todos creyeron que alguien lo había sacado y lo volvieron a enterrar. Pasaron varias noches, y el cuerpo seguía apareciendo fuera de la tumba. Jamás pudieron darle santo entierro porque dicen que la tierra del panteón lo escupía por ser alma mala.

Los pobladores decidieron hacerle una capilla en lo alto de un cerro (hoy, cerro de San Bartolo) para que fuera sepultado. Hoy su cuerpo yace aún dentro de la capilla.

LA NIÑA DEL COLUMPIO

En uno de los parques del centro de Pachuca, los niños salían por la tarde a jugar, mientras sus padres se encontraban trabajando. Muchos de ellos se acompañaban hasta que el sol se metía y tenían que volver a sus casas. Pero un día, ocurrió algo que ahuyentó a todos los niños del parque.

Anita y Sofía tenían 8 años de edad y habían sido amigas desde muy pequeñas. Sus casas estaban muy cerca del parque y siempre eran de las últimas en dejar el parque. Cuando comenzó a oscurecer las niñas decidieron quedarse un momento más para jugar en los columpios.

Se acercaron a los columpios y vieron que había una niña sentada de espaldas meciéndose. A Sofía se le hizo buena idea invitar a esa niñita a jugar con ellas para que no estuviera sola. Así que las dos se acercaron al columpio y le preguntaron a la niña si le gustaría estar con ellas en los juegos. Pero justo en ese momento sucedió algo terrorífico.

La misteriosa niña comenzó a voltear la cabeza hasta que do la vuelta por completo de una forma horrorosa. Su rostro no parecía el de una inocente niña, más bien tenía un aspecto diabólico y maligno que era muy feo. Tenía unos grandes colmillos, grandes cicatrices y sus ojos eran totalmente negros. Aunque no emitió ni una palabra se escuchó el escalofriante sonido de su cuello.

Las niñas salieron corriendo rápidamente muy asustadas y entraron a sus casas pidiendo ayuda. Poco tiempo después enfermaron y estuvieron muchos meses en cama. Cuando las personas se enteraron sobre esta misteriosa aparición, los pequeños niños ya no quisieron volver a ese horrible parque.

Aunque los que se acercaban a los juegos a altas horas de la noche pudieron ver que un columpio se movía solo y sin haber nadie en él. Esta misteriosa niña no se ha vuelto a ver por los adultos pero muchos niños dicen que pueden verla todavía en el columpio del parque.

LEYENDA DEL FANTASMA DEL CERRO DEL LOBO

Desde hace varias décadas, en el cerro del Lobo, en Pachuca, se aparece una mujer vestida de blanco, todas las noches de luna llena.

Las mujeres que se topan con ella, la describen como una chica joven, piel clara, cabello castaño largo, mediana estatura, ojos color café y siempre vestida de blanco, pero que en lugar de caminar, flota en el aire. Afirman no sentir miedo, pues se ofrece a ayudarlas a cruzar el lugar sin peligro, ya que ahí sucedían muchos accidentes.

A sus nuevas amigas, la mujer de blanco, les cuenta el terrible destino que tenían los hombres las noches de luna llena. A ellos, a los hombres les hace maldades. Muchos de ellos son encontrados muertos en las laderas del cerro del Lobo, siempre un día después de la luna llena, y todos con un crucifijo de plata.

Cuentan que la mujer los seduce y los lleva a la cima del cerro, para después arrojarlos desde las peñas. El silencio de la noche se interrumpe con los gritos desesperados de los hombres cayendo, acompañados de fuertes carcajadas que erizan la piel.

EL ATERRADOR ESPECTRO DEL CHARRO NEGRO

El Charro Negro es un ser de la oscuridad que cabalga sobre un caballo del infierno, se dice que trata de comprar almas a cambio de riqueza, fue desterrado a este mundo debido a que hizo un pacto con el diablo para tener poder dinero y placeres con la única condición de regalar todo antes de su muerte; sin embargo, por avaricia no lo hizo, de manera que su castigo es penar por la eternidad hasta encontrar a la persona que acepte venderle su alma para que pueda descansar en paz, dicen las personas que lo han visto que hay fuego en sus ojos, que huele a azufre y que su voz es escalofriante, por lo cual nadie se le acerca haciendo que esta presencia cabalgue por la eternidad.

Se cuenta que hace muchos años en Pachuca vivían familias de mineros y jornaleros que trabajaban a deshoras y en condición de esclavos. Entre ellos había un hombre llamado Juan, un hombre ambicioso que no dejaba de quejarse de su suerte. Un día, al terminar su jornada laboral, se dirigió a la cantina más cercana y comenzó a beber en compañía de sus amigos. Ya entrado en copas comento: “La vida es muy injusta con nosotros. Daría lo que fuera por ser rico y poderoso. “

En ese momento, un charro alto y vestido de negro entró a la cantina y le dijo: “Si quieres, tu deseo puede ser realidad”.

Al escucharlo, los demás presentes se persignaron y algunos se retiraron. El extraño ser le informó que debía ir esa misma noche a la cueva del Coyote (pero no el coyote que tenemos aquí), que en realidad era una vieja mina abandonada. Juan asintió, más envalentonado por el alcohol que por el dinero. A la hora convenida ya estaba parado frente a la mina, pero no vio nada extraordinario. Ya iba a retirarse cuando descubrió un agujero en el cual había una víbora que lo observaba fijamente. Juan se impresionó al ver el tamaño descomunal de ese animal, por lo cual decidió llevárselo a su casa para poder venderlo posteriormente. En su casa depositó a la víbora en un viejo pozo de agua que se encontraba seco y lo tapó con tablas.

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Su esposa en vano intentó saber el motivo de su tardanza, porque el hombre todavía estaba ahogado de borracho. Cuando se durmió, Juan comenzó a soñar con la víbora, quien al parecer le decía: “Gracias por darme tu hogar y aceptar que entre en las almas de ustedes. Al despertar encontraras en tu granero el pago por tu alma. Si decides aceptarlo, tendrás que darme a tu hijo varón”.

Juan tenía dos hijos: uno de seis años y un bebé varón de escasos seis meses. A la mañana siguiente, el hombre aún aturdido por los efectos del alcohol se dirigió al granero, donde encontró entre el maíz desgranado unas bolsas repletas de monedas de oro. No salía de su asombro cuando el llanto de su mujer lo sacó de su concentración: su hijo menor había desaparecido, mientras que la niña señalaba al pozo sin agua. Al retirar Juan las tablas, encontró a su pequeño despedazado, pero no había ni rastros de la víbora.

El dinero le sirvió de consuelo. Se hizo de terrenos y construyó una hacienda. El tiempo pasó, y en sueños la serpiente le hizo un segundo trato: “Ampliar su fortuna a cambio de más hijos“.

Juan actuaba ya en una forma despiadada: Se hizo de muchas amantes, todas oriundas de pueblos lejanos. Tras dar a luz estas mujeres, el hombre se aparecía exigiendo al niño para su crianza. Al cabo de unos años su fortuna creció considerablemente, pero llegó el día en que murió. Se dice que en el velorio la gente que se encontraba presente rezaba, cuando entró por la puerta principal un charro vestido de negro que exclamó:

“¡Juan!, ¡estoy aquí por el último pago!“

Dicho esto desapareció, dejando un olor a azufre. La gente intrigada abrió el ataúd de Juan y no encontró más que un esqueleto. Se cree que desde entonces el Charro negro anda buscando quién cambie su alma y la de los suyos a cambio de unas monedas de oro.

¿Cuántas de estas leyendas conocías?, Comparte tu historia a través de la dirección de Turismo te invita a compartir tu historia a través de su cuenta de Facebook oficial, Turismo Pachuca.

 

 

 

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