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“Ya estamos hartos, queremos seguir nuestro camino"

Especialistas ya alertan por altos niveles de estrés que generan depresión y ambiente hostil entre miembros de la caravana

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Escrito en NACIÓN el

A cinco días de que llegara la Caravana Migrante a la Ciudad de México, el hartazgo e incertidumbre se apoderó de sus integrantes. Se sienten estancados. La mayoría quiere retomar el camino y seguir su destino hacia la frontera norte. Aún no se ha tomado la decisión de cuándo se irán y qué ruta tomarán.

Mientras tanto ya se siente desánimo en el ambiente. Las actividades físicas que al principio realizaban como jugar futbol, ajedrez, box o bailar, ya las dejaron de lado. Hay gente que ya no quiere salir de las carpas. Algunos han encontrado la forma de distraerse como vender productos dentro de la caravana, salir a conocer la ciudad o inclusive tomar alcohol. 

“Mucha gente está estresada, por eso vienen los problemas y los alegatos. Siento que me voy a morir. Ya no quiero estar aquí. Vengo con mis cinco niños. Es un caos para mí”, relata Miriam Torres.

La desesperación y el hartazgo genera también peleas entre los migrantes. Miriam protagonizó un pleito con un joven porque había tomado sin autorización los zapatos de su hermano.

“Yo no alucino tanto ir a Estado Unidos. Yo lo que quiero es establecerme y tener paz con mis hijos. Salí de Honduras por los ‘mareros’ que ya me querían inducir a mi hijo de 13 años. Yo por eso tomé la decisión de venirme. Yo quiero lo mejor para ellos”.

Lo que quiere Miriam es moverse del albergue instalado de manera provisional en la Ciudad Deportiva de la Magdalena Mixhuca.

“Ayer me pegó una depresión que me la pasé todo el día llorando. No me gusta hacerlo porque mis hijos me miran y dicen ‘mami todo está bien, no te preocupes’. Ya paro de llorar, pero por dentro siento que mi corazón está muy apretado. La verdad me ahogo. Hay mucha gente y mucho desorden. Te tiran sátira y roban las cosas”.

Dice que por la desesperación ha pensado separarse de la Caravana y seguir el camino a Monterrey, ciudad del norte donde Miriam tiene una amiga y le ofreció quedarse en su casa por unos días.

También Adalí Padilla ya no se siente a gusto en el albergue y no por el trato, que a decir de él, ha sido el mejor lugar donde los han atendido, sino porque ya descansaron y quieren seguir el trayecto hacia la frontera norte.

“Estamos un poco desesperados. Queremos caminar. Ya es mucho tiempo de estar aquí. Nos sentimos estancados. Primero la meta era llegar a la Ciudad de México y esa era la motivación. El primero y segundo día de estar en el albergue fue todo felicidad. Cinco días después ya no sentimos la misma alegría, porque ya queremos salir”.

Él salió de Honduras el 12 de octubre y su meta principal siempre ha sido llegar a Estados Unidos.

“Yo quisiera avanzar a mi destino. Ya no me siento a gusto aquí. Quiero llegar a Chicago, donde viven mis hermanos. Tengo 13 años de no verlos y tanto tiempo de estar separados que ya quiero estar con ellos, mirarlos y abrazarlos”.

Dice que no solo él está aburrido, sino que de manera general se siente un ambiente decaído. “Este encierro nos tiene achicopalados, como dicen aquí. Lo que no me gusta es que estamos todos amontonados donde dormimos. Hay mucha enfermedad. Además, la gente anda ya de mal humor por la desesperación y ya se pelean”.

Carolina Andrade, psicóloga voluntaria del programa de Intervención en Crisis a Víctimas de Desastres Naturales y Sociorganizativos de la Facultad de Psicología de la UNAM, comenta que las personas de la Caravana Migrante se encuentran con altos niveles de estrés.

“Las condiciones en las que están no son las mínimas adecuadas. Además, la situación que están viviendo. No saben qué va a pasar, cuándo se van a ir o si se van a quedar. Todo eso les genera cierta ansiedad”.

Considera que los migrantes aún no han hecho contacto con sus emociones, porque si lo hacen se van a desmoronar y ya no van a seguir su camino. Se están aguantando.

“Yo creo que el asunto será donde lleguen a su destino final y se enfrenten a la realidad. Ahorita están reservando fuerzas. Están conteniendo y eso hace que se agredan entre ellos. Nuestra finalidad, así como de muchos psicólogos que están en la Caravana, es acercarnos y de alguna manera darles herramientas para gestionar el estrés y aguantar lo que falta”.

Walter Cuello, líder hondureño de la Caravana, señala que aún no se decide cuándo partirán de la Ciudad de México, mientras tanto, en asamblea eligieron hacer comités para estar más organizados.

“Yo pertenezco a la comitiva de Diálogo y Negociaciones del Éxodo. Somos nueve integrantes. Checamos de que todo esté en orden. Andamos de chaleco para lo que es la vigilancia y estamos cooperando en lo que podamos”.


Reconoce que la gente de la Caravana ya está sofocada por el tiempo que llevan en la Ciudad de México. Sin embargo, dice que si salieron de Honduras como una familia, así tienen que llegar a la frontera con Estados Unidos.

“El problema es que hay personas que quieren dividirse. Unos por una frontera, otros por la otra. Se les ha hecho conciencia de que nos unamos y tomar una decisión para así poder contar con los apoyos de las organizaciones de derechos humanos que vienen con nosotros. Si se dividen, tienen el riesgo de ser secuestrados o asaltados. Lo que tratamos de hacer es organizarlos y llegar unidos”.


AJ