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Un tropiezo de Lozoya al llegar a audiencia, presagio de su suerte

Antes de pasar por el detector de metales, Emilio Lozoya miró hacia atrás, sin saber que esa sería la última vez que vería la calle

Escrito en NACIÓN el

Cuando Emilio Ricardo Lozoya Austin llegó al Reclusorio Norte, tropezó, se fue de boca y casi cae al suelo, presagiando una suerte que estaba echada: dormir en prisión.

Portando un traje y camisa azul, corbata morada y zapatos negros, Emilio Ricardo rompió el cerco de la prensa para ingresar a las instalaciones del Centro de Justicia Penal Federal en el Reclusorio Norte. Antes de pasar por el detector de metales, miró hacia atrás, sin saber que esa sería la última vez que vería la calle.

A acompañado de su madre, Gilda Margarita Austin, quien vestía un conjunto de color negro y blusa blanca, ingresó a las instalaciones poco antes de las 10 de la mañana. Mientras caminaban por los pasillos, Emilio Ricardo cargaba una bolsa de color blanco, en la que llevaba unas zapatillas que su madre calzó antes de ingresar a la sala de audiencia. Ella portaba una bolsa de tela de color en la que llevaba agua y nueces.

Al interior de la sala de audiencia del Centro de Justicia Penal Federal en el Reclusorio Norte, Emilio y Gilda se sentaron, junto con sus dos abogados en las sillas de los acusados. A unos metros de ellos, estaban los fiscales, los representantes de Pemex y de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF). Frente a ellos, el juez de control José Artemio Zúñiga Mendoza.

La audiencia fue programada por el vencimiento del plazo para aportar información del caso Odebrecht y para el cambio de las medidas cautelares.

La primera batalla legal fue ganada por los abogados de Emilio Ricardo, al conseguir que el juez autorizara un mes más para que pueda seguir recabando pruebas por el juicio en el que se le imputan los delitos cohecho, lavado de dinero y asociación delictuosa.

Al conocer la prórroga, el exdirector de Pemex no ocultó su triunfo a través de sonrisas que se marcaban en su rostro a pesar del cubrebocas que llevaba puesto. Incluso, al saber que el juez le dio como plazo el próximo 3 de diciembre, buscó con la mirada a los fiscales para expresarles su satisfacción.

Sin embargo, la suerte y la mirada de soberbia de Emilio Ricardo Lozoya Austin cambiaron al escuchar que los fiscales solicitaron la modificación de la medida cautelar por la prisión preventiva justificada. Las palabras de los representantes de la Fiscalía General de la República llevaron a Emilio a pasar saliva una y otra vez mientras oía los argumentos en su contra.

La suerte de quien hasta hace algunas semanas degustaba pato Pekinés y dormía en cualquier estado del país daba un giro inesperado. Los fiscales expresaron que Emilio Ricardo debía ser ingresado a prisión, porque puede sustraerse de la justicia al tener una cuenta en Alemania de dos millones de euros, y porque tiene amigos o familiares que pueden ayudarlo a evadir la justicia.

“No podemos dejarlo pasar por alto. Existe un peligro de sustracción. Su comportamiento muestra falta de respeto a la ciudadanía y a las instituciones de gobierno. Tiene poco pudor procesal. El comer en un restaurante es un botón. Es escandaloso y ominoso que se le haya visto en un restaurante”, expresaron los representantes de la FGR, Pemex y la UIF.

Al escuchar la palabra ominoso, Emilio Ricardo se acercó a su madre para preguntarle el significado. Ella sólo lo volteó a ver y guardó silencio como en toda la audiencia.

La defensa de Lozoya Austin refutó algunos de los argumentos de las autoridades hasta lograr que no se tomaran en cuenta. Entre ellos, el que no era un delito provenir de una familia acaudalada, el que no importaba que tuviera cuatro domicilios o el no haber pagado la reparación de daño por siete millones de dólares, dinero que buscó cubrir durante la audiencia, con la entrega de copias de dos propiedades para que fueran tomadas a pago.

Incluso, echó abajo el que se tomara como prueba el que fuera captado comiendo en un restaurante, ya que las medidas solicitadas por la Fiscalía General de la República no se lo impedían. En su defensa, los abogados propusieron que le impusiera la medida de arraigo domiciliario, petición que no prosperó.

Antes de escuchar la decisión del juez, Emilio Ricardo solicitó la palabra para decir: que hay una “persecución o asesinato por carácter en mi contra”. "Mi actitud es de plena colaboración para que se conozca la verdad”. “No me fugué, eso creo que ya está bien atendido”. “Hay muchos intereses que buscan que no se conozca la verdad”. “Había muchos medios de comunicación que recibían toneladas de dinero”. “El dinero que me gané antes de Pemex, no es cohecho”.

Al emitir su postura el juez dejó en claro a la Fiscalía General de la República, que desde el momento en que solicitaron las medidas cautelares, él les comentó que no eran las adecuadas, sin embargo, esa decisión no era su competencia, ya que los fiscales lo tenían que pedir y él emitir una medida.

La suerte estaba echada para Emilio Ricardo Lozoya Austin, el juez aceptó la propuesta de los fiscales y ordenó que fuera ingresado al Reclusorio Norte mientras dura el proceso por el caso Odebrecht.

Mientras escuchaba las palabras del juez de control José Artemio Zúñiga Mendoza, el semblante de Emilio Ricardo decayó y el encono o muecas que expresaba al escuchar los argumentos de los fiscales, lo llevaron a bajar la mirada y voltear a ver a su mamá Gilda Margarita, quien estuvo presente durante la audiencia.

El exdirector de Pemex, ya no tendrá más privilegios, ya no viajará por todo el país y no portará más ropa de sastre, como el traje azul marino que vestía junto con una camisa blanca y corbata morada. La ropa permanente de Emilio será un uniforme de color beige. Antes de ser puesto en custodia por el personal del Centro de Justicia Penal Federal, Emilio Ricardo miró a su mamá para despedirse de ella. Esta noche el ex director de Pemex duerme en la zona de ingreso del Reclusorio, mientras espera que sea trasladado a otra estancia.


MJP